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Se
viene con todo el comercio electrónico
Salir de compras por Internet
El
monto transado en la red es muy bajo, pero las estimaciones prevén
un crecimiento explosivo. Las limitaciones son el costo telefónico
y de envío además del miedo de utilizar la tarjeta.
Por
Claudio Scaletta
Durante
1999 el comercio a través de Internet alcanzará en Argentina
a 1,5 millones de pesos. Ese monto, que sitúa al país en
el tercer lugar de Latinoamérica detrás de Brasil y México,
es aún exiguo comparado con los 77 millones del total interregional
y los 90 millones adicionales que, desde la región, se demandarán
a sitios de Estados Unidos. Para los próximos cuatro años
las estimaciones son que el mercado electrónico latinoamericano
crecería hasta los 3800 millones, más de 20 veces.
El circuito de evolución de Internet no difiere del de la mayoría
de los productos de la vanguardia tecnológica. Al igual que la
computadora misma, tuvo su origen en la industria militar para extenderse
luego a la sociedad civil, al mercado. El ámbito de las transacciones
por excelencia no tardó en incorporar el nuevo canal a su función
esencial y el comercio electrónico (e-commerce) se encuentra hoy
en pleno desarrollo.
Un reciente estudio de la consultora BCG The Boston Consulting Group
muestra que, si bien el volumen de las transacciones electrónicas
en Argentina 2 por ciento del mercado latinoamericano no es
muy importante comparado, por ejemplo, con Brasil 67,6 millones
de dólares, 88 por ciento del mercado su potencial es alto.
La consultora Prince & Cooke evaluó que sobre 37 millones de
argentinos, 920 mil son usuarios de Internet. De las 850 mil PC hogareñas,
257 mil tienen acceso a la red y se estima que, para fin de año,
estarán conectadas 450 mil. Según BCG los usuarios locales
representan el 9 por ciento del mercado latinoamericano, nuevamente detrás
de Brasil 45 por ciento y México 18 por ciento.
Una típica operación de comercio electrónico, al
igual que cualquier transacción tradicional, supone la existencia
de demandantes, oferentes, medios de pago y sistemas de distribución.
El encuentro entre oferta y demanda se produce on-line, es decir a través
de la conexión a Internet. Hay un demandante que desde una PC entra
en el sitio del oferente, una dirección de una página
de la red, donde se describen y ofrecen los productos (también
servicios, como los financieros). Normalmente se trata de bienes que el
demandante conoce, por eso los rubros más desarrollados son: libros,
discos, productos electrónicos, computación y comestibles.
Decidida la compra, la forma de pago tradicional es a través de
una tarjeta de crédito. El último paso consiste en la logística
de distribución, asociada aunque no solamente a los
servicios de correo.
De la breve descripción de la operación pueden deducirse
las barreras que enfrentan las transacciones electrónicas. Puesto
que el ámbito del mercado es on-line, los costos asociados a Internet
la provisión del servicio, la amortización de la PC
y las llamadas telefónicas locales representan la primera
dificultad. Según el estudio de BCG, Argentina, con una infraestructura
de telecomunicaciones desarrollada y el PBI per cápita más
elevado de Latinoamérica, debería ser el lugar lógico
para un despegue temprano del comercio electrónico. Sin embargo,
los costos de acceso y de uso son los más altos de la región:
alrededor de 70 pesos mensuales, casi dos veces más caro que en
Estados Unidos. El verdadero problema sostiene el informe
es el costo de las llamadas telefónicas locales, que se facturan
por pulsos y limitan el tiempo que los consumidores pasan en Internet.
Si los costos fueran similares a los estadounidenses agrega,
el 34 por ciento de los argentinos podría estar conectado.
La mayor parte de la demanda electrónica latinoamericana 90
millones de dólares se dirige a sitios de Estados Unidos.
Esta realidad muestra un inconveniente regional de la oferta: la crítica
se centra en la falta de atractivos y dispersión de los sitios
locales. Sin embargo, no debe olvidarse que la mayoría de los minoristas
de la región iniciaron sus actividades recién a fines de
1998 o principios de 1999 y que su cantidad está en constante crecimiento.
El informe de BCG constató, para junio del 99, la presencia
de 37 sitios argentinos que ofrecen e-commerce. Con el desarrollo de portales
se podrá aprovechar las ventajas de la ubicación local,
en particular las asociadas a los menores costos de distribución
y tarifas aduaneras.
Los medios de pago representan otra limitación. Hasta el momento
las tarjetas de crédito han sido el instrumento más utilizado,
aunque existen problemas tanto de seguridad como de recelo de los consumidores
a ingresar en la red el número de la tarjeta. En algunos países
Brasil y México, los bancos han aportado al desarrollo
de sistemas de transferencia electrónicos más seguros, pero
ello aún no ocurre en Argentina. La posibilidad de perder un negocio
de importantes comisiones, contribuye a la reticencia de algunas tarjetas
y bancos para acelerar el desarrollo -técnicamente factible
de plataformas integrales de pago, que podrían incluir, por ejemplo,
sistemas de transferencia electrónica a través de débitos
automáticos.
El último paso del proceso son los sistemas de distribución,
en los que todavía resta mucho por hacer. En Argentina, la privatización
del correo y la desregulación han contribuido a la competencia
por el servicio, aunque los resultados aún no se han visto suficientemente
reflejados en los costos. Algunos minoristas desarrollaron sistemas propios,
sobre todo en radios cercanos a su locación y ya existen empresas
que, junto a la distribución, ofrecen el servicio de pago contra
entrega.
Por ahora el 90 por ciento de las transacciones electrónicas del
mercado local se realiza en el sector interempresario, pero si se superan
las barreras que traban su desarrollo es posible que pronto se verifique
uno de los supuestos míticos de la teoría económica
neoclásica: que los individuos tengan una información completa
del mercado y los productos.
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