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Por Julio Nudler
Todos buscan la añorada suficiencia
fiscal. Es decir, que con los impuestos puedan pagarse todos los
gastos, y haya que seguir viviendo de prestado. Por eso, los tres candidatos
estrella tienen entre ceja y ceja la evasión y quieren atacar los
problemas de administración tributaria. Además (¿serán
sólo buenos deseos preelectorales?) se proponen aumentar rápidamente
la progresividad del sistema impositivo, que sería al mismo tiempo
la vía para alcanzar la suficiencia. Alianza, PJ y AR pretenden
acentuar la imposición directa a través de Ganancias (y
complementariamente de los gravámenes patrimoniales) y subsumir
en un IVA compartido toda la presión sobre el consumo. Pero mientras
De la Rúa y Duhalde se comprometen a recomponer las potestades
tributarias provinciales, Cavallo marcharía en la dirección
opuesta.
Según la Guía de Políticas de la Alianza, que es
el documento programático oficial de la entente opositora, la estrategia
tributaria de Fernando De la Rúa seguiría las líneas
que se describen a continuación (con algunos comentarios adicionales
puestos entre paréntesis). Separadamente se ofrece el diálogo
que mantuvo Cash con Guillermo Rozenwurcel, quien coordina los estudios
sobre temas impositivos en FADE, la fundación presidida por José
Luis Machinea, señalado como próximo ministro de Economía.
Aunque hay muchos puntos en común, también hay algunas diferencias,
por lo menos a estas alturas, entre las dos versiones del enfoque aliancista.
En la Guía se establece como prioridad
atacar, sin temores ni claudicaciones, a la evasión,
que se estima superior al 40 por ciento. (Este porcentaje está
medido contra la recaudación potencial. En otros términos:
por cada 100 pesos que deberían recaudarse, se recolectan menos
de 60, por lo que la evasión equivale a casi el 70 por ciento de
lo que efectivamente se recauda. De cualquier modo, la estimación
de FADE es menos dramática: calculan una evasión de entre
25 y 30 por ciento.) El objetivo es una distribución equitativa
de las cargas para repartir con más justicia los frutos del
crecimiento.
Corregir el desequilibrio del sistema tributario,
que descansa en un IVA de alta alícuota, al mismo tiempo que las
imposiciones a la renta y a los patrimonios contribuyen muy poco a la
recaudación total. Se promete revertir esta situación sin
alterar drásticamente la estructura legal del sistema sino modificando
el peso específico de la imposición directa e indirecta
en la recaudación. (Por un lado se afronta el problema de un IVA
alto, muy extendido y de limitada diferenciación de alícuotas
respecto de la existente en los países desarrollados,
que por la vía de la imposición del consumo se convierte
en un fuerte impuesto a los ingresos del trabajo, especialmente en los
tramos bajos. Por otro, la imposición a la renta, y en particular
a los ingresos de las personas físicas, es muy débil. Hoy
todas las ganancias de capital están excluidas de la base de Ganancias.
Este tributo rinde menos de tres puntos del PBI, uno solo de los cuales
proviene de personas físicas, al revés de lo que ocurre
en los países impositivamente eficientes.)
Se propone la devolución de impuestos
a las provincias, en el contexto de un nuevo régimen de coparticipación.
(A principios de siglo, sólo el 10 por ciento de los recursos provinciales
provenían de la Nación. En 1935 comenzó el régimen
de coparticipación, y ya a fines de los 50 las provincias sólo
cubrían con recaudación propia la mitad en promedio de sus
presupuestos. Hoy los recursos propios rondan el 35 por ciento. El objetivo
de pagar la deuda externa y el crecimiento del Estado nacional explican
este cambio.)
La enumeración de políticas
es como sigue:
- Basar el sistema tributario en el IVA y Ganancias.
- Sustituir progresivamente, a nivel nacional y provincial,
los impuestos que afectan la competitividad, como Ingresos Brutos, Sellos
y contribuciones patronales, bajo la condición de no desfinanciar
los gastosde la Seguridad Social. Eliminar el impuesto a la ganancia
mínima presunta.
- Se promete firme voluntad política para combatir
la corrupción asociada a la evasión.
- Entre las propuestas para mejorar la gestión
impositiva se plantea el desarrollo de un sistema de inteligencia tributaria.
(Esto último incluye, además de estudios sectoriales que
eviten que los inspectores salgan a ciegas y de medios informáticos
que permitan cruzar datos lo que aún no se ha logrado-,
la estructuración de una buena red de buchones, tan
necesarios para la DGI como lo son para la policía. Hoy lo que
existe es la denuncia anónima.) Otras líneas de acción
consisten en formar equipos especializados en negocios específicos,
constituir grupos para la detección de grandes evasores y la
sanción de un código tributario. (Este consiste en un
manual ordenado de normas, sobre todo de procedimiento. En realidad,
Carlos Silvani, titular de la AFIP, tiene un proyecto que preparó
Félix Adolfo Lamas, quien por proponer un endurecimiento de las
normas consiguió ser crucificado por los opulentos estudios que
asesoran a grandes empresas y transnacionales. Una de las modificaciones
que impulsa Lamas e irritan a esos profesionales prevé impedir
que el contribuyente presente ante la Justicia pruebas que no haya aportado
en sede administrativa; es decir, ante la DGI.)
También se trama la creación
de un fuero especial para ejecuciones fiscales. (Se quiere sortear de
este modo el escollo que hoy representan los jueces, incluidos los del
fuero Penal Económico, para la posibilidad de cobrar el dinero
evadido.)
Los
impuestos justicialistas
El decálogo tributario que implantaría Eduardo Duhalde
se propone las siguientes transformaciones:
- Reforzar Ganancias y en general la imposición
directa.
- Reducir los impuestos al trabajo para promover el empleo.
- Reducir el IVA como primer paso hacia el objetivo de
dar mayor progresividad y equidad al sistema. Luego, como arma de campaña,
se precisó la decisión de reducir la alícuota general
al 15 por ciento y compensar la probable pérdida de recaudación
con una menor evasión.
- Apoyo a las provincias en la eliminación de
impuestos distorsivos, como Ingresos Brutos,
- Sellos y cualquier otro que grave la producción
y el comercio.
- Descentralización impositiva, en el marco de
un nuevo régimen de coparticipación.
- Convocar a una gran movilización nacional que
tenga como meta abatir la evasión de impuestos, aranceles y aportes
y contribuciones previsionales.
- Separar de nuevo la Aduana de la DGI.
- Poner en vigencia un nuevo código tributario,
que simplifique el proceso administrativo y dé celeridad a la
justicia tributaria.
- Someter a la AFIP a una reingeniería.
- Se propone coordinar la administración tributaria
con las provincias y los municipios, sobre la base del principio de
corresponsabilidad fiscal.
El plan de Domingo
Cavallo
Fiel a su receta
Acción por la República promete un shock
de crecimiento, con vertical caída del desempleo, para lo cual
propone más ofertismo, desmontando los impuestos que elevan los
costos de producción. La evasión se combatiría con
una bancarización forzosa de las transacciones. En concreto, se
eliminarían aportes patronales, el impuesto docente, el gravamen
al gasoil, Ingresos Brutos, Sellos, el impuesto a los intereses, la renta
mínima presunta y cualquier otra gabela que afecte la competitividad.
El costo fiscal de estas supresiones sería de 18.000 millones.
La erradicación inmediata de la evasión debería compensar
esta sangría.
El sistema se basaría en nuevos impuestos a los
ingresos y a los consumos, redefiniendo las bases imponibles de Ganancias
e IVA para cerrarle el paso a la evasión. Habría además
algunos otros tributos nacionales (aranceles de importación, internos
sobre alcoholes, tabaco, y combustibles), provinciales (inmobiliario rural),
y municipales (inmobiliario urbano, patentes y tasas y contribuciones),
con alícuotas más bajas.
El impuesto a los Ingresos gravará a los obtenidos
por personas físicas, sociedades y empresas unipersonales con una
tasa única del 35 por ciento, con un mínimo no imponible
personal de 24.000 pesos anuales. La base imponible estaría constituida
por la ganancia neta, con el criterio de lo realizado y la posibilidad
de deducir de la ganancia bruta los gastos necesarios para mantener la
fuente generadora (las personas físicas podrían detraer
los gastos jubilatorios y la cuota de las prepagas de salud). Desaparecerán
todas las actuales exenciones de Ganancias. Quedarán así
gravadas las ganancias de capital (permanentes, periódicas o eventuales),
los intereses de los depósitos, y las rentas de todo otro activo
financiero. La progresividad vendrá dada por un mínimo no
imponible elevado. El nuevo IVA se aplicará con el criterio de
lo percibido (no de lo devengado, como hasta ahora), presumiéndose
que todo ingreso percibido añade valor. Podrían acreditarse
los gastos de contrapartida, para así pagar solo sobre el valor
agregado. La tasa bajaría al 15 por ciento con un plus provincial
de 5 por ciento para suplir Ingresos Brutos.
Guillermo Rozenwurcel,
del equipo de José Luis Machinea
La tasa del IVA es muy alta,
hay que bajarla
Por J.N.
¿Qué piensan cambiar en el régimen
impositivo?
La estructura tributaria actual es ineficiente e inequitativa, tanto
en sus bases como en sus alícuotas.
¿Cuál es el problema con las bases?
El problema son las exenciones, tanto en Ganancias como en el IVA.
Pero no nos proponemos hacer nada brusco ni generalizado, sino estudiar
cada caso e ir cerrando esos agujeros. En Ganancias la cuestión
es evidente y patética, porque paga un grupo muy reducido de gente,
y los únicos ingresos que pagan son los laborales. Por tanto, vamos
a acentuar la tributación de las personas físicas.
¿Tienen una meta cuantitativa?
La idea es duplicar dentro del próximo mandato presidencial
la contribución de Ganancias por parte de las personas físicas.
¿Mantendrán la tasa del 35 por ciento para sociedades?
Esa tasa no está mal, pero hay problemas serios con los precios
de transferencia*. Estimamos que pueden recaudarse hasta 800 millones
de pesos más por año si se impiden las distorsiones. En
cuanto a los ingresos personales, hay una terrible inequidad horizontal,
porque el tratamiento favorece claramente a los autónomos, mientras
que a los empleados se les retiene en la fuente y sobre su ingreso efectivo.
Además, hay que revisar las escalas de Ganancias.
¿Van a generalizar el IVA?
Algunas excepciones (alícuota cero o muy baja) debe haber,
pero sólo para bienes de primera necesidad. En general, la tasa
es muy alta y hay que tender a bajarla cuando sea posible.
¿Qué tienen pensado respecto de impuestos provinciales
como Ingresos Brutos y Sellos?
No vamos a sacrificar ingresos fiscales mientras no esté
asegurada su sustitución, pero la idea es reemplazar Ingresos Brutos
por una sobrealícuota del IVA.
¿Seguirán bajando las contribuciones a la seguridad
social?
No hay razón para mantener las cargas laborales en un régimen
previsional que dejó de ser contributivo. Lo lógico es que
se financie con rentas generales, como ya ocurre en gran medida. Pero
la situación impide por ahora eliminar los aportes.
¿Qué harán con los regímenes especiales?
Eliminar los regímenes de promoción, porque no cumplen
con ninguno de los objetivos previstos y son un barril sin fondo de subsidios
inservibles. Pero no afectaremos derechos adquiridos. Lo que haremos es
fiscalizar muy de cerca los proyectos vigentes.
¿Volverán a separar DGI y Aduana?
No lo tenemos definido, pero es evidente que no puede estar todo
concentrado en una cabeza. La DGI por sí sola es el organismo que
más personal tiene. Creemos que una sola persona no puede ocuparse
de cuestiones tan diferentes y complicadas como la fiscalización
y la informatización, entre otras.
¿Habrá un fuero tributario?
Los problemas de administración tributaria la mora,
la inefectividad de las ejecuciones son tan serios como los del
régimen impositivo. Aún no tenemos decidido si se mantendrá
el Tribunal Fiscal, si se crearán secretarías especiales
tributarias dentro de los juzgados federales, o se creará un fuero
específico.
¿Harán algo para que vuelvan los capitales que
los argentinos mantienen afuera?
La historia de los blanqueos es decepcionante, tanto por su efecto
sobre la recaudación como por la afluencia de capitales que generaron.
No pensamos hacer nada especial para atraer esos fondos. Lo que haremos
es implementar de manera más efectiva el principio de renta mundial**
yencarar seriamente todas las cuestiones de fiscalidad internacional,
para cuyo análisis formamos un equipo especial.
¿Mantendrán el impuesto a la riqueza?
Sí, aunque no discutimos aún si convendría
revisar la tasa (actualmente del 0,5 por ciento sobre los bienes personales).
Los impuestos patrimoniales son un complemento útil y necesario
de Ganancias.
¿Tampoco abolirán la renta mínima presunta?
Es sólo un recurso de emergencia. Pensamos eliminarlo cuando
mejore la fiscalización de Ganancias.
¿Seguirán gravando los intereses?
Tal como están hoy las cosas, es una manera indirecta de
gravar las ganancias de capital. Pero hay formas más prolijas de
hacerlo. Este impuesto no nos encanta, entre otras cosas porque grava
más a quien paga intereses más altos por el crédito.
Para atenuar esta distorsión habría que establecer una tasa
máxima de referencia.
N. de la R.:
* Son los precios a los cuales se contabilizan las transacciones efectuadas
entre diferentes empresas de un mismo conglomerado, y tienen particular
importancia.
** Por este criterio, las rentas obtenidas por residentes argentinos tributan
en el país, no importa dónde se hayan generado.
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