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Por Maximiliano Montenegro

En unos pocos meses, todo cambió. Desde julio hasta hoy no sólo dieron un vuelco brusco las encuestas, que relegaron a Eduardo Duhalde y ahora dan ganador por amplio margen al candidato presidencial de la Alianza, Fernando de la Rúa. También cambió la evaluación de la situación económica que espera al nuevo gobierno. Según los expertos, la recesión tocó fondo y “el que asuma en diciembre tiene por delante un escenario espectacular”: por obra y gracia de la fortuna, que en el caso de la convertibilidad se llama condiciones favorables en el mercado internacional, el sucesor de Carlos Menem podría asegurarse un período de entre 30 y 36 meses de expansión económica. Sin embargo, por sí sólo, crecimiento no es sinónimo de prosperidad para la mayoría de los argentinos. Y todavía habrá que enfrentar el pesado legado de Menem en materia de endeudamiento, ajuste fiscal, híper desempleo, inequidad social y reducción salarial.
“Al que asuma en diciembre le toca un escenario espectacular”, dice Abel Viglione, el encargo en FIEL de monitorear el nivel de actividad productivo. De no ocurrir nada extraño, el próximo presidente “tendrá por delante alrededor de 3 años de prosperidad”, augura. En igual sentido Juan Mario Jorrat, el economista argentino pionero en la aplicación local de una metodología para anticipar los períodos de auge y recesión (ver aparte).
El diagnóstico es el siguiente: la recesión habría llegado a un piso entre agosto y setiembre. Y ya a partir de este mes los principales indicadores de nivel de actividad empezarían a dar positivo: producción de varios sectores industriales, la recaudación de IVA a las importaciones, las horas promedio trabajadas, la construcción. Durante el primer trimestre del 2000, estos datos serían claramente favorables y los economistas empezarían a subir las apuestas sobre cuánto puede llegar a crecer el país.
Al imaginar este escenario, impensable 45 días atrás, los economistas reconocen que se han disipado algunos nubarrones en el frente externo de la convertibilidad. En poco tiempo, desapareció la amenaza de una nueva crisis financiera y cambiaria en Brasil; no habría subas importantes de la tasa de interés en Estados Unidos, lo que siempre funciona como una aspiradora de capitales desde los países emergentes; y hay buenas perspectivas de crecimiento en el mundo, incluidos los golpeados países del sudeste asiático.
En el equipo de Roque Fernández también coinciden con esta evaluación. El secretario de Programación, Rogelio Frigerio, envió a la Casa Rosada un informe sobre las perspectivas económicas que, seguramente, el Presidente tomó con malhumor. Explica que los tiempos económicos se encadenaron para jugar a favor del nuevo gobierno, en tanto dejan la sensación en la sociedad de que Menem se despide con una de las peores recesiones de la historia. “El próximo gobierno se inaugurará con crecimiento”, dice el documento. Y afirma que “la tasa de crecimiento del 3,5 por ciento para el próximo año puede ser conservadora”.
Sin embargo, no todo es color de rosa, ni mucho menos:
- La vulnerabilidad externa de la Convertibilidad permanece intacta y, si algo falla en los mercados financieros, los que hoy ven prosperidad hablarán de lo inexorable de una nueva recesión.
- Según las cifras de Miguel Angel Broda, durante la actual recesión se perdieron más de 17 mil millones de dólares de producto. Para tener una idea de la magnitud, durante el tequila, el costo había sido de “sólo” 12 mil millones de dólares.
- Como destacan Jorrat y Viglione, la gente recién empezará a “sentir” la reactivación, que anticipan los datos, entre mediados y septiembre del año que viene.
- Así, en un contexto de alto desempleo y caída de salarios, el nuevo gobierno deberá manejarse con cuidado en un estrecho sendero para no agravar el descontento social. En especial, cuando, se sabe, en los días siguientes a las elecciones, deberá tener listo el paquete para cumplir con el reclamo de un superajuste fiscal por parte del Fondo Monetario y de los mercados.


Reportaje al economista Juan Mario Jorrat

“Ya empezó la recuperación”

El máximo experto argentino en el estudio de los ciclos económicos dice que la recesión ya terminó. Pero advierte que recién a mediados del año que viene la gente podrá percibir la reactivación. Dice que puede haber por lo menos 3 años de crecimiento.

Por M.M.

Juan Mario Jorrat, profesor de la Universidad de Tucumán, es el máximo experto argentino en el estudio de la recesión que sigue a los períodos de expansión (los “ciclos económicos” en la jerga de los economistas). Desde hace algunos años, viene desarrollando un complejo sistema de indicadores económicos para predecir las recesiones, anticipar su duración y medir su intensidad (ver aparte). La pegó al anticipar, meses antes de que estallara la crisis mexicana, la recesión del tequila y volvió a acertar con la recesión del 98/99. Más aún, en abril pasado, cuando Roque Fernández y los gurúes de la city hablaban de reactivación, Jorrat alertó, en un reportaje con Cash, que todavía no se había tocado el fondo de la recesión. De cuidado bajo perfil, los números del investigador tucumano son hoy seguidos con atención por los principales consultores porteños.
–¿Se terminó la recesión?
–La recesión tocó fondo entre julio y agosto. Lo que demuestra que esta recesión no fue más larga que el promedio de las últimas décadas. Las recesiones en promedio duran entre 13 y 14 meses. Esta duró entre 14 y 15 meses.
–¿Hoy ya está habiendo recuperación económica?
–Hoy ya hay recuperación de la actividad económica. Desde marzo, lo que se venía observando era una marcada desaceleración de la caída de actividad económica en su conjunto.
–Entonces, ¿en el último trimestre del año ya se podría hablar de reactivación, como anunció Roque Fernández?
–Objetivamente, sí. En diciembre ya debería haber una recuperación notoria en los datos de la economía. Pero allí hay una confusión entre los economistas que creen que esto puede significar un marcado cambio de clima. Que haya recuperación a fin de año no significa que la gente vaya a percibir la reactivación. El asunto de cómo genera las expectativas la gente corresponde a un campo multidisciplinario, en el que debería intervenir la psicología. Si el año pasado veníamos creciendo y este año habrá una caída del 3,5 por ciento, probablemente la gente perciba una situación con gran desazón y no cambie sus conductas de gasto, hasta bastante tiempo después. El consumo siempre es una variable que se reactiva un tiempo después. Si la recuperación empezó en agosto-setiembre, la gente lo va a percibir recién después del primer trimestre del año que viene.
–Si no es el consumo, ¿qué es lo que motoriza esta recuperación?
–Un sector que está dando muy buenas señales es la importación de bienes de capital, es decir, por el lado de la inversión. Además, se están recuperando los precios de los commodities que exporta la Argentina y la demanda del mundo tiende a aumentar: el sudeste asiático está saliendo de la recesión y Estados Unidos y Europa continúan creciendo. También está repuntando la construcción: ajustados por estacionalidad, los datos de agosto fueron positivos.
–¿Hay factores que pueden poner en riesgo esta recuperación, o cuando el ciclo se da vuelta no se detiene?
–Nunca hay nada garantizado, sobre todo en el actual contexto de globalización financiera.
–Las elecciones, la política, ¿cómo influyen?
–Que la Argentina esté de nuevo frente a un proceso eleccionario y que autoridades democráticamente elegidas le transfieran el poder a otras democráticamente elegidas es totalmente positivo. Agrega a la estabilidadinstitucional y jurídica que tanto necesita el país a los ojos de los inversores externos. Independientemente de quién gane, estoy convencido de que este proceso aumenta la confianza de los inversores en la Argentina.
–¿Cuándo se estarían recuperando los niveles de actividad previos a la recesión?
–Eso depende de la velocidad de recuperación. En el tequila empezó muy lenta, pero luego se aceleró. Cuando más cae la economía, se observa que la recuperación es más rápida. Pero en este caso depende mucho del contexto internacional. No creo que esta vez los precios internacionales alcancen los picos del ‘95, por lo que imagino una recuperación mucho más parsimoniosa.
–¿A partir del año próximo la Argentina puede recuperar una alta tasa de crecimiento, similar a la de la primera etapa de la convertibilidad?
–Yo creo en una tasa de crecimiento más bien modesta, alejada del 4 por ciento que es el crecimiento potencial. Puede estar más cerca del 2 o 2,5 por ciento, es decir, de la tasa de crecimiento que estima el Fondo Monetario (1,5 por ciento), que de lo que opina Roque Fernández (por lo menos, 3,5 por ciento).
–¿cuánto duran las expansiones en la Argentina?
–Entre 28 y 30 meses, alrededor del doble de lo que duran las recesiones.
–Es decir que el próximo gobierno podría disfrutar de dos años y medio de prosperidad.
–Por qué no ocho años, como ocurre en Estados Unidos. Si aplicamos políticas anticíclicas (ver aparte), podríamos crecer más tiempo.
–¿Brasil no podría detonar una crisis en la Argentina mucho antes?
–No veo ahí una crisis. Brasil está bien encaminado, con un acuerdo con el Fondo Monetario. No me parece que siga existiendo ese gran peligro externo para la Argentina.

El método del nuevo gurú
El sistema de indicadores conntruido por Jorrat para anticipar y medir la marcha de la economía se basa en la sofisticada metodología del National Bureau of Economic Reaserch, cuyos índices en Estados Unidos son utilizados por el Tesoro y la Reserva Federal para predecir recesiones y períodos de auge. Con datos del Indec, y otras fuentes, Jorrat elaboró dos índices: uno, llamado “coincidente”, sirve como un termómetro de la economía todavía más preciso y exacto que la mera cifra del PBI, a la que incluye. El otro, llamado “líder”, anticipa en seis meses el devenir de la economía.
- El “indicador coincidente” incorpora las siguientes variables: PBI, producción industrial, importaciones totales, índice de la construcción, ingresos totales de IVA e índice de salarios reales pagados en el sector industrial.
- El “indicador líder” incorpora: número de presentaciones a quiebras; índice de la Bolsa de Comercio; oferta monetaria en pesos; precios relativos de los servicios; productividad del trabajo en la industria; relación entre precios de la industria y costo unitario laboral; índice de horas trabajadas.


Consejos para hacer una economía menos volátil

El sueño de crecer muchos años

Los expertos en desarrollo suelen estimar lo que se llama “crecimiento potencial” de una economía, es decir, el que podría alcanzarse con la máxima utilización de los factores productivos. Dicha tasa depende de variables tales como la inversión en capital físico, calificación del trabajo, disponibilidad de recursos naturales, productividad y grado de avance tecnológico, entre otras. “Apenas lanzada la convertibilidad, cuando había una gran capacidad ociosa, el crecimiento potencial estaba en el orden del 7 por ciento. Después se produce un quiebre, en el ‘93, cuando cae al 5 o 6 por ciento. Actualmente está alrededor del 4 por ciento anual”, explica Juan Mario Jorrat.
–En los próximos cinco años, ¿se puede crecer en promedio un 4 por ciento?
–En los últimos dos años la Argentina fue sometida a muchos shocks externos: Asia, Rusia y después Brasil. En la medida en que los fondos de pensión se desarrollen y el ahorro interno aumente, el país va a ser menos dependiente de los flujos externos de capital, y por lo tanto menos sensible a los shocks externos. Yo creo que puede haber en el futuro un crecimiento menos volátil.
–Pero en los hechos, la Argentina viene sufriendo recesiones cada vez más seguidas.
–Los ciclos son una realidad. Pero también se puede hacer
política económica fina, que es lo que hace Estados Unidos. En marzo del ‘91 terminó su última recesión y actualmente la expansión lleva casi 9 años, la más larga de toda su historia. Ellos suavizan el ciclo mediante la política monetaria, fijando la tasa de interés en base a lo que muestran justamente los indicadores líderes de actividad económica.
–Por la convertibilidad con tipo de cambio fijo, la Argentina casi no tiene política monetaria. Y la política fiscal está muy limitada por la necesidad de cumplir con las metas de déficit fiscal acordadas con el FMI.
–Por eso es importante analizar la composición del gasto público, para poder conformar un fondo fiscal anticíclico, de modo tal de gastar más en épocas de recesión y ahorrar durante la expansión. Pero, además, es clave, modificar la estructura impositiva. Este es un sistema tributario muy regresivo: el que menos tiene más paga. Es necesario un sistema más progresivo. No sólo por una cuestión de justicia social sino también para poder hacer política contracíclica. Hay que poner más énfasis en ganancias o bienes personales y menos en la tributación al consumo, como sucede en Estados Unidos y Europa.


Abel Viglione, el gurú de FIEL

“Un escenario espectacular”

Abel Viglione es el responsable del índice de producción de FIEL, uno de los más consultados por los inversores extranjeros como termómetro de la actividad económica. “En la industria estaría empezando una recuperación”, coincide con Jorrat.
–¿Qué es lo que está motorizando esta recuperación?
–En la industria, el motor está en las exportaciones, que en volumen vienen aumentado, alentadas también por la suave suba de los precios internacionales.
–¿En qué sectores?
–En lácteos, carnes rojas, aceites, hierro y acero, plásticos y derivados del petróleo, entre otros. Es decir: bienes de consumo intermedio y, dentro de los no durables, los orientados a la exportación. Ahora, si lo que detuvo la recesión fueron las exportaciones en estos sectores, y no el consumo o las inversiones, la sociedad no tiene por qué percibirlo. De ahí que la sensación de la recesión continúa.
–¿Cuándo podría empezar a sentir la gente la reactivación?
–Primero, ya ha habido un pequeño cambio en la confianza del consumidor, tanto a través de la encuesta del Instituto Di Tella, en el área metropolitana, como la encuesta de la Fundación Mercado, a nivel nacional. Esto indicaría que, después de las elecciones, la persona que tenga ahorros puede salir a gastar. Segundo, la gente “lo siente en la piel” cuando el nivel actividad económica vuelve al nivel previo a la recesión. Esto se lograría, suponiendo una salida más o menos rápida, recién en setiembre del 2000. Recién entonces coincidirían los datos con la sensación térmica de la gente.
–¿Se puede abortar la reactivación o cuando empieza ya no hay marcha atrás?
–En las últimas décadas, sólo se abortaron recuperaciones en momentos muy críticos: uno a principios del ‘89, con la hiperinflación, y otro a fin del ‘89, con la expropiación de depósitos. Hoy, todos los candidatos mostraron racionalidad, así que claramente la expansión no se detendría.
–¿No ve ninguna amenaza inminente desde el exterior?
–No. Lo único que podría afectar a la Argentina sería que México y Brasil decretaran una moratoria de la deuda, pero ése es un escenario impensable. Que Brasil siga devaluando no afectaría a la Argentina. Además, la tasa de interés internacional ya subió todo lo que tenía que aumentar, el precio de los commodities está mejorando y el mundo crece.
–Es un escenario increíblemente favorable para el que gane el 24 de octubre.
–Sin duda, al que asuma le toca un escenario espectacular. Si se repite la historia, el próximo presidente tendría por delante un escenario de alrededor de tres años de prosperidad. Esto me hace acordar cuando Bush en 1992 perdió las elecciones con Clinton. Lo norteamericanos votaron por Clinton porque el país atravesaba una de las peores recesiones. Pero en realidad, hace ya tres meses que la economía había tocado fondo y empezaba a recuperarse. El tema era que la gente no lo percibía, la sensación térmica era todavía recesiva.