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DES
economías
Por
Julio Nudler
Con
algún escozor vemos volver estos días las caras de altri
tempi. Quince años después, desfilan otra vez por las pasarelas
de acceso a la conducción económica. Son rostros y nombres
que el viento de la victoria menemista dispersó hace un decenio
y que ahora otro pampero junta de nuevo: Machinea, Gerchunoff, Carciofi,
Sommer, Marx, Baglini, Bein, Nofal, Terragno, quizá Brodersohn
y tantos otros. Frenkel no, porque está castigado, ¿pero
no podrían regresar también Sourrouille y Canitrot para
que la fiesta esté completa?
El retorno trae una mezcla de inquietud y consuelo. Inquietud por las
angustiosas horas de aquellos planes Austral, Australitos, Primavera
que alzaban triunfalmente su vuelo y después se estrellaban envueltos
en llamas. Consuelo porque nos resultan familiares, porque son todos buenos
muchachos y mejores economistas y, en el peor de los casos, siempre es
preferible lo malo conocido. ¿Qué hubiera ocurrido de haber
triunfado Duhalde? ¿Dónde están sus economistas,
fuera de Remes y Frigeri? Ni pensar en los que jugaron su suerte a Cafiero
en 1987 y que luego se reciclaron en puestos discretos pero rentables
bajo el paraguas de Menem. Es que en esto de la economía sucede
lo mismo que en el fútbol de los países chicos, tipo Uruguay
u Holanda: los equipos que cuentan son dos o a lo sumo tres. Peñarol
o PSV, Nacional o Ajax. Si no es uno, es otro. No hay alternativa. Antes
los equipos surgían de los partidos: eran peronistas, radicales
o liberales golpistas. Ahora, salvo la anomalía radical (que la
creación de FADE pretendió corregir), los equipos salen
de fundaciones (Mediterránea, Fiel) o universidades privadas (CEMA),
con algunas consultoras mojando por ahí, todo ello inserto en diferentes
flancos del establishment. Por esos canales circulan las mismas consignas
clave: ajuste, desregulación, impuestos distorsivos, apertura,
competitividad, flexibilización, fundamentals. Debajo del vocabulario
común circulan las mismas ideas, diferenciadas en leves matices.
Una establecida y presunta sabiduría compartida las acepta y consagra.
Amén.
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