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DES
economías
Por
Julio Nudler
Existen
varios métodos para saber a cuánto estará el tipo
de cambio en algún momento futuro. Todos mostraron tener bastante
mala puntería, pero no dejan de ser formas lógicas de patear
al arco y tirarse el lance de embocar. Cuando la paridad no es un precio
libre, su predictibilidad se complica todavía más, aunque
también es verdad que nadie puede mantener indefinidamente un valor
reñido con la realidad de la economía.
Según uno de esos procedimientos, como los mercados financieros
nunca se equivocan, para predecir la paridad bastará con conocer
el diferencial de rendimientos en activos financieros óptimos nominados
en diferentes monedas. Vale decir que, si un título en pesos paga
5 por ciento más que un título equivalente en dólares,
dentro de un año el dólar tendría que valer 1,05
pesos.
Otra vía de predicción, más difícil de cuantificar,
consiste en estimar el tipo de cambio que sería capaz de equilibrar
el balance de pagos. Teniendo en cuenta que la Argentina sufre de déficit
externo, lo obvio es que alcanzar la paridad de equilibrio exigiría
subir el precio del dólar en términos de pesos.
Un tercer criterio supone que la tasa de cambio entre diferentes monedas
debe ser tal que equipare los precios en las respectivas áreas,
lo cual significa que el tipo cambiario expresará la paridad de
poder adquisitivo. Con esta aproximación, si un dólar compra
menos bienes en la Argentina que en el Brasil u otros países (especialmente
en aquéllos con los que hay mucho comercio), el dólar debería
encarecerse en términos de pesos para corregir el desvío.
Aunque sean evidentes las imperfecciones de estos métodos para
anticipar la evolución del tipo de cambio en un determinado plazo,
es sugestivo el hecho de que todos conduzcan a predecir la devaluación
del peso. La decisión política de no devaluar puede desaconsejar
cualquier tentación de vaticinar científicamente
la paridad, pero es bueno tener en cuenta para dónde corren las
aguas, aunque los ministros de Economía les opongan un dique.
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