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Jueves 27 de Mayo de 1999
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Roni Size estuvo en Brasil

El mago del drum’n’bass

HORACIO MARTIN
Desde San Pablo

Roni Size pasó por San Pablo como una de las estrellas de la tercera edición del Festival Close-up, que también ofreció la presencia de Prodigy. En diálogo con el No, el hombre que se puso al frente del “movimiento” drum’n’bass con su cd New Forms, dijo que “el disco ayudó a llevar mi música fuera del circuito local. Me encanta el rhythm & blues, puedo hacer una música agresiva, pero si me quiero relajar no dejo de lado el soul”. Y adelantó que acaba de finalizar un disco, titulado Ultra Obsceno, firmado por Break Beat Era (un proyecto paralelo que tiene con un tal Dj Die), que saldrá a la venta en agosto por el sello XL Recordings. “Estamos empezando a hacer un nuevo disco con mi banda, Reprazent, que todavía no tiene nombre y debería salir a fin de año”, comentó el pequeño morocho de largos dreadlocks.
Sin embargo, no parece tan contento con la evolución de los acontecimientos (difusión, moda y todo eso) del drum’n’bass “siete años atrás esa música era muy fresca, nueva y excitante. Ahora llegó a un punto que no tiene la misma fuerza de antes, aunque el estilo se está consolidando mundialmente. Como pasó con el hip hop, que tuvo altos y bajos, y que hoy mueve tanto dinero. Eso le da la oportunidad a los artistas de hacer nuevas experiencias”. Sobre su música, Size opinó que “poco me preocupa si éste o aquel beat es menos drum’n’bass de lo que debía, mi único compromiso está en crear nuevas músicas. ¿Qué es comercial?. Cuando estuve en Nueva York, vi un outdoor enorme de los WuTang Clan en Times Square, más grande que los de Sony. ¿Pero eso quiere decir que el hip hop de Wu-Tang Clan es comercial? Claro que no. Ellos están en la vanguardia del hip hop”.


 

Oh, soy kissero...

es un sentimiento

M.E.

El martes pasado 1000 personas desbordaron Scape, la disco rockera donde se hizo la Kiss Expo organizada por la voluntariosa revista Kiss Fever. Además de contar con Bruce Kulick, el último guitarrista de la banda pre reingreso de Ace Frehley, los kisseros porteños disfrutaron de una exposición por demás bizarra. A las pruebas: el stand expositor más visitado fue el de Kiss Museum. Los dueños de los 51 objetos expuestos son señores entrados en los cuarenta, que moderan una mailing list de fans para toda Latinomérica. “Y no vendemos nada”, explica Carlos Gaggero, uno de los felices coleccionistas. ¿Los objetos? LP’s ediciones originales de todos los países, picture discs piratas, naipes del año ‘78, lápices de la década del setenta inconseguibles, velas (!), relojes, botellas de vino con el rostro de Paul Stanley, tarjetas telefónicas, autitos de colección y un larguísimo etcétera. Más allá, bajo una bola de espejitos giratoria, se acomodaba el Stand de Metal Strock, un negocio que vende exclusivamente merchandising y discos de Kiss, con sede en Villa del Parque. Acá sí que había venta de pins, remeras, fotos, llaveros, muñecos y demás. Por supuesto estaba el stand de los organizadores, Kiss Fever, vendiendo números atrasados y cd’s de Kefren, la banda de covers de los carapintadas. Y al lado, un stand insospechado: el de Planeta Televisión. “Somos una agrupación retro de los 70 y los 80 que debuta en la Expo, y tenemos planeado organizar eventos”, decía uno de los integrantes, Esteban. Sobre la mesa habían acomodado discos de Jacinta Pichimahuida, El Zorro; Gaby, Fofó y Miliki, más juguetes míticos como el Master, los Pocketers y otros objetos nostálgicos del niño argentino. ¿Y por qué en una exposición de Kiss?. Porque, dicen “Kiss eran nuestros superhéroes de la infancia, tanto como Balá o Batman. Si creciste en los 80 o a fines de los 70, Kiss es parte de tu historia”.



Más aventuras del héroe de la gente común

El Turista
Más Bonaerense

EL TURISTA

Eva la froteurista
Mis relaciones con “Ch” son cada vez más estrechas. Y cuanto más estrechas son, más extraña e inquietante me resulta su presencia, entre atareada y festiva. De todas maneras siempre me hago mi tiempo para seguir con MIS propias investigaciones.
A fin de cuentas para un turista el viajar es una de sus obligaciones básicas. Por lo tanto, en los momentos en que Billy no requería de mis servicios me dediqué a viajar por los medios de transporte, entusiasmado con investigar el funcionamiento del sistema linfático-mecánico laboral de Humillación y Recalentamiento al que someten a los Esclavos de las más bajas categorías. Primero empezaría por el Subterráneo para luego ir ascendiendo por los anillos infernales hasta llegar al Purgatorio ferroviario, para arribar finalmente a la Ascensión en Avión hacia la Madre Patria.
En uno de esos viajes, de repente apareció una figura femenina con un rostro un tanto difuso, ni lindo ni feo, ni raro ni común... un rostro irreconocible. Su cuerpo sí, era algo digno de verse... y de frotarse. Ahora bien: Eva (tal era su nombre) sólo aparecía en los trenes a las horas pico, y sus costumbres, para los que las gozamos y sufrimos, eran realmente inquietantes. Para empezar, esta Eva tenía la rara capacidad de poder violar y torturar a los transeúntes. Este tratamiento de shock sensual –que además era adictivo– se producía a través de un Excelso Dominio del Arte Froteurista: simplemente con algunos movimientos (imperceptibles para los demás transeúntes) lograba estimular las zonas erógenas de sus víctimas. Esto lo sé porque lo he visto, y porque yo mismo, meses después de haberla identificado me vi, cuando llegó mi froturno, también convertido en un Turista Froteurista.
Nunca olvidaré la memorable mañana en que la vi por primera vez en acción. Al entrar en el Subterráneo, la bienvenida fue un Sonido Chirriante y Lacerante, como si los Hermanos Reid y los Asheton estuvieran realizando el último recital de sus vidas: en realidad, sólo era la muchachada de Metrovías, que estaban arreglando algunos pequeños desperfectos técnicos. Al parecer la gente no registraba este sonido, pero, como yo estaba desvariando, para proteger mis tímpanos y mi integridad me encapsulé los walkman. El casete elegido era el primero de Velvet Underground, el de la bananita. La canción: Venus in furs, la de los latigazos. Trascartón me compré una bananita dolca y, mientras miraba a las hermosas pornostars del kiosco, empecé a hurgarme (disimuladamente) mi propia bananita. Una vez en el subte, apretujado con todos mis compañeros de viaje. Al principio, al ver a Eva y a su víctima (un torpe muchacho pelilargo con camiseta de Hermética y globito de Huracán colgando de su llavero) frotarse y hamacarse al vaivén de los rieles, pensé que estaba sufriendo una típica alucinación velvetiana, en la que todos los pasajeros se dejaban llevar por los hipnóticos latigazos de Mauren Tucker, para involucrarse en una orgía espontánea satisfaciendo sus deseos sexuales insatisfechos. Pero no. La alucinación era nítida y se enfocaba en el Muchacho Quemero enredado por una mujercita (Eva) con aire secretarial. Cuando Eva bajó en Av. de Mayo me acerqué a su víctima: sus ojos blancos y extasiados, una pequeña mancha a la altura de la cremallera y su precario equilibrio lo decían todo. Había sido froteurizado.