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Jueves 27 de Mayo de 1999
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Graham Coxon, guitarrista de Blur, dice que su pa’s Òno es un buen lugar, con un mal gobierno y skinheads asquerososÓ

“Gran Bretaña
es una basura”

Detr‡s del dandy Damon Albarn, su figura resalta como el ÒcerebroÓ musical detr‡s de las grandes transformaciones de uno de los emblemas del brit-pop de la dŽcada. En directo desde su celular, por las calles de Londres, el chico de anteojos y cara de nada habla de sus estados de ‡nimo, de su ex condici—n de alcoh—lico y de su compa–erito Damon.

PABLO PLOTKIN

El sonido de las calles de Londres llega a través del celular de Graham Coxon, que busca con pésima suerte su coche por la New Oxford Street, en un embotellamiento de mediodía que parece alterarle el estado de ánimo. No recuerda dónde estacionó, así que se lo escucha intermitente y perdido, y no es difícil imaginar la escena del pequeño Graham caminando por la ciudad, como un hamster puesto a prueba en una jaula inmensa y llena de trampas. “Encontré mi auto”, se alivia al cabo de un rato. Entonces se cierra una puerta, arranca un motor, y el guitarrista de Blur empieza: “Todavía no pude lograr poner en un disco nuestro todo lo que a mí me gustaría en cuanto a experimentación. Pero tal vez mientras tanto 13 sea el que más se haya acercado a eso”.
Blur, el penúltimo álbum, había representado para la banda la exorcización dolorosa del brit pop y un acercamiento a los gustos musicales del guitarrista: el rock estadounidense de los noventa (Beck, Pavement, Dinosaur Jr.). Entonces Graham todavía no había dejado el alcohol, Oasis se llevaba el mundo por delante, las canciones pretendidamente infalibles de The Great Escape (1995) ya no estaban ahí para salvarlos, y la banda trastabillaba entre la popularidad perdida y la búsqueda de un nuevo sonido. Pero si Blur era un disco medianamente accesible –sobre todo para el público college norteamericano, que recién entonces se interesó por ellos–, a 13 le pasa un poco lo que habrá sufrido Graham en su adolescencia: demasiado raro para ser popular, pero demasiado moderado para patear el tablero. Y a pesar de las contradicciones, está entre lo mejor que Blur haya grabado. No es poco. “Puedo dar más que eso: en 13 las canciones todavía son terrenales. Si fuera sólo por mí, serían mucho más espaciales”, dice Coxon, consciente y algo molesto de esta experimentación (a mitad de camino) de Blur.
–Con tu debut como solista (“The Sky is Too High”, editado el año pasado) tuviste toda la libertad. ¿Te gustaría seguir sacando discos así, al margen de Blur?
–No lo sé. A veces pienso que en realidad ya no quiero seguir haciendo música, que no tengo demasiado para decir. A medida que vas envejeciendo, es más difícil hacer cosas que te resulten excitantes. Y cuando encontrás algo que realmente te emociona, al final aparece una compañía discográfica, o lo que sea, que lo echa todo a perder. Entonces a la larga deja de ser un placer. Y eso me pasa con la música.
–¿Ya no lo disfrutás más?
–Bueno, disfruto mientras la hago, pero sería más feliz si sólo hiciera música y no todas las otras cosas que implican ser un músico conocido. Cuando grabé The Sky is Too High había dejado de beber –ahora tampoco bebo–, y ese disco es el resultado de estar solo, abstraído en mi casa, aburrido. Ahora ya no estoy solo, así que no me siento bien para escribir canciones. Sencillamente me aburrieron. Ahora me dedico a escribir historias. Cuentos.
–¿Y de qué tratan?
–De la muerte... No es algo que me asuste hoy. Mañana seguramente sí. Pero estoy bien con mis treinta años. Aunque soy joven para algunas cosas y viejo para otras. Ahora mis aspiraciones pasan más por la estabilidad y el relax, y eso es algo muy difícil de conseguir. Me he dado cuenta de que es más difícil estar en paz consigo mismo que vender millones de discos.
–¿Cómo es actualmente tu relación con Damon Albarn? Porque en algunas entrevistas parece que fueran como el agua y el aceite.
–Me llevo bien. El problema con él es que parece afrontar una lucha muy grande para que su música no fracase. Creo que tal vez se esfuerza demasiado por eso, cuando hacer música debería ser algo más natural. Esa es nuestra principal diferencia: él se esfuerza demasiado.
–Siempre se dice que en la transformación de Blur tuvo mucho que ver la música que empezaste a escuchar vos. ¿Cuánto de cierto hay en eso?
–Bueno, algo. Ahora no estoy escuchando mucha música. Por un lado, la escena británica me parece muy aburrida, no está pasando nada bueno acá. Creo que la música norteamericana es la mejor. Estoy escuchando a Beck, Red House Painters, los hermanos Palace. De todas maneras, no estoy escuchando mucho. Estoy leyendo. Leo a Paul Auster, disfruto mucho leyéndolo.
–Definitivamente preferís la cultura norteamericana a la inglesa.
–Supongo que sí. No me interesa toda la cultura americana, pero sí me gustan muchos pintores, un montón de músicos de jazz de fines de los cincuenta, Paul Auster, las películas... Trainspotting, por ejemplo, es una basura, horrible. Creo que no pasa nada bueno por aquí. Este no es un buen lugar, está enfermo. Hay un mal gobierno, skinheads asquerosos, la gente estalla de ira... Creo que Gran Bretaña es una basura.
–¿Por qué no escribís más letras?
–Bueno, para este álbum escribí unas cuatro. Sucede que no siempre estoy inspirado, no siempre tengo algo sobre qué escribir. No funciono como una máquina, soy muy poco disciplinado para escribir. Me inspiran el amor y la muerte. Son dos cosas que creo que están conectadas: la gente muere de amor, Dios es alguien que le da amor a todo el mundo y también quien te quita la vida. Cuando tenés sexo con una mujer... la gente dice que el orgasmo es una sensación bastante parecida a la muerte. Pero creo que estoy poniéndome un poco duro.
–¿Cómo es ahora tu estado de ánimo?
–Creo que bastante bueno. Soy más feliz cuando no bebo, y trato de buscar la felicidad en las grandes cosas comunes de la vida, en las relaciones humanas. Trato de tener una actitud positiva.
–Hace un par de años parecías un poco harto de ser parte de Blur. ¿Cómo estás ahora?
–Me siento bien. En realidad no estaba harto de Blur, estaba harto de estar sobrecargado de trabajo, de lo que implica ser parte de una banda de rock popular. Y entre nosotros tenemos buena relación. Supongo que somos amigos. Casi no los veo, salvo para tocar y grabar discos. Hace mucho tiempo que estamos juntos y se puede volver aburrido. Quiero decir, estamos más grandes, ya no somos chicos, tenemos responsabilidades. Pero creo en el futuro de Blur: quiero hacer otros discos y eso. Aunque prefiero concentrarme en ser una persona positiva, antes de hacer cualquier otra cosa...
Disculpá, hoy estoy un poco triste.


El pintor
Desde el próximo lunes y hasta el 11 de junio, en Buenos Aires se estarán exponiendo pinturas de la autoría de Graham Coxon (revisar la tapa del último disco de Blur, un detalle de una de sus obras, “Apprentice”). “Empecé a ir a la escuela de arte de muy pequeño”, le cuenta al No Graham, que combina técnicas de óleo y computadora. “Aprendí sobre la historia de la pintura, empecé a pintar y hasta hoy sigo haciéndolo. Pinto desde antes de empezar a tocar”. Los cuadros van a poder verse en varios lugares. Entre el 31 de mayo y el 2 de junio van a estar en el Paseo La Plaza (Corrientes y Montevideo). Del 3 al 5 se exponen en Club X (en los Arcos del Sol), el anexo rocker de Buenos Aires News propiedad de Juanse y el Bahiano. Entre el 6 y el 9 de junio van a estar en La Cigale (25 de Mayo 722), y el 10 y 11 en la sala de arte de Much Music. A su vez, durante los doce días, los cuadros estarán expuestos en el nuevo megastore Musimundo de la calle Florida.