VIVIDENDA
LA RESTAURACION DEL
ANTIGUO HOTEL DE INMIGRANTES, EN DARSENA NORTE
La
historia vuelve a diseñarse
El
viejo Hotel de Inmigrantes recuperará su fisonomía original, tal cual
fue concebido por los constructores italianos Udina y Mosca a principios
de siglo.
Por Liliana Sánchez
El antiguo
Hotel de Inmigrantes, junto a Dársena Norte, será restaurado
y habilitado parcialmente al público, como el Museo de la Inmigración,
en los primeros meses del año próximo. El proyecto a largo
plazo, que afectará el edificio entero, de 11.000 m2, prevé
la instalación en el 2º y 3º piso de oficinas, pequeños
auditorios, biblioteca, salas de convenciones, patios de comidas y a
través de estos usos reactivar la zona, e integrarla al tejido
y la dinámica de Puerto Madero y Retiro, pero a partir de una
propuesta diferente.
El predio fue declarado Monumento Histórico Nacional en 1990,
aunque el área que se va a intervenir para la instalación
del museo abarca en la planta baja el comedor, la cocina, las dos escaleras
del lateral sur y el hall de entrada (donde se revisaban los pasaportes);
y en el primer piso, dos dormitorios (de las cuatro alas de habitaciones
existentes), las dos escaleras y el sector de circulación central.
El espacio restante, unos 5000 m2, podrá ser destinado para otras
funciones, con lo cual se intenta asegurar que el proyecto sea autosustentable
y resulte atractivo para los potenciales inversores.
La construcción del hotel, ubicado en el predio de la Dirección
Nacional de Migraciones, comenzó en 1905 y estuvo a cargo de
los constructores italianos Udina y Mosca, aunque finalmente fue terminado
por otro de origen alemán, llamado Kronffus. El edificio tiene
22 metros de altura y es uno de los primeros hechos en hormigón
armado, con una estructura de planta libre e importantes espacios de
luz. Las paredes estaban revestidas de mosaicos blancos europeos y las
escaleras eran de mármol de Carrara. Fue erigido sobre terrenos
ganados al Río de la Plata e integra, junto al apostadero naval
(desembarcadero) contiguo, separado por una calle interna, y el hospital
en el otro extremo, un complejo edilicio al servicio de los inmigrantes
que llegaban en las primeras décadas de este siglo.
Lo que se va a ejecutar sí o sí (próximamente)
es la restauración de las cuatro fachadas que comprende los revoques,
volver al original de símil piedra, todos los ornamentos, los
capiteles de las columnas y la carpintería, con lo cual el edificio
queda hermético, no habrá más entrada de agua,
asegura la arq. Valeria González Parra, de la división
Infraestructura de la Dirección Nacional de Migraciones.
Luego se irá avanzando por etapas y por sectores porque, si bien
las ideas sobre la restauración se vienen barajando desde hace
mucho tiempo, el proyecto sufrió diversos altibajos como consecuencia
de los elevados costos que significa la obra, la falta de recursos o
el recambio de autoridades. También se ensayan estrategias para
conseguir inversores, ofreciendo espacios con funciones que tengan demanda
de la sociedad y que no sean repetitivas. La intención
no es hacer algo similar a Puerto Madero, tenemos pensado armar salas
de pequeños auditorios porque en esta zona no hay, y podrían
alquilarse oficinas para las colectividades y una biblioteca para el
inmigrante, aclara González Parra.
Los costos en un proceso de restauración de un edificio, para
preservarlo, siempre superan a los que se manejan en una refacción
convencional. Hay un costo adicional por el reequipamiento, los
materiales, la mano de obra especializada; por ejemplo, si se manda
a fabricar especialmente un revestimiento o un ornamento que ya no existe
en el mercado, hay que hacer el molde y luego se sacan muy pocas piezas,
con lo cual el costo del molde no se amortiza en 2 o 3 piezas,
explicita el ing. Walter Kohlmaier, de la empresa constructora Ciniscsa
SRL, a cargo de la intervención efectuada en los interiores de
la planta baja del hotel, antes de instalarse allí parte de la
exposición de Casa FOA, durante noviembre último.
Una vez sancionada
la Ley de Inmigración y Colonización (1876), se registró
un aumento sostenido en el arribo de extranjeros al puerto de Buenos
Aires. La legislación contemplaba no sólo la recepción
de los inmigrantes, sino también el alojamiento temporario, la
colocación laboral y la asistencia alimentaria y sanitaria. Por
tal motivo, se habilitó primero el hospital y luego el hotel.
A partir de abril próximo abrirá nuevamente sus puertas
al público el antiguo hotel, en los sectores que estuvieron habilitados
durante la exposición de noviembre último. Podrá
recorrerse la planta baja y consultar en la base de datos de Migraciones
sobre algún antepasado sobre el que se haya perdido el rastro.
También podrán apreciarse algunas de las ambientaciones
(el dormitorio, el jardín) que se realizaron para esa oportunidad
y que luego fueron donadas al Museo de la Inmigración para que
permanezcan allí. Fueron trabajos en los que, a través
del diseño, se intentó transmitir todo el peso, emotivo
y simbólico, que tiene el lugar.
Lo que fue increíble en nuestro trabajo fue la sensación
que sentimos al entrar a ese edificio. La carga de sentimientos, de
potencia, de la historia de ese edificio fue tan fuerte que era ineludible.
Después, el desafío fue cómo hacer para que esta
sensación sea viva, que no sea la reproducción de una
camita que era imposible de hacer, resume la diseñadora
Laura Ocampo, del Estudio Ocampo-Tanferna, a cargo del diseño
del dormitorio.
En ese espacio, sobre cuatro camas austeras, colgaban sendas telas escritas
con testimonios reales de inmigrantes rusos, húngaros, españoles
(dos de los cuales se alojaron en el hotel), al tiempo que se escuchaban
sus propias voces en audio. Y frente a cada cama individual, una silla
vacía.