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La batalla del empleo publico
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Por
Carlos María Vilas *
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Ni todos ni ninguno
El artículo �Atrás! Atrás! Atrás!�
del suplemento Cash del domingo pasado sobre aspectos de la función
pública en el gobierno anterior arroja tantas luces como sombras
para una cabal comprensión del tema. Deseo, a título estrictamente
personal, formular algunos comentarios. La designación de empleados
y funcionarios mediante medidas de excepción o manipulación de
las normas vigentes aparece mezclada en el artículo con un tema
ajeno, como es la cuestión de la escala/abanico salarial en el
sector público. Las dudas sobre la probidad de desempeño de los
funcionarios de nivel gerencial van de la mano con un tono entre
paternalista y conmiserativo respecto de quienes se encuentran
en los niveles medios y operativos �sin perjuicio de sugerir su
condición privilegiada respecto de quienes se ganan la vida en
el deteriorado mercado laboral privado�. Al mismo tiempo, la nota
ignora la dispersión de las remuneraciones en la actividad privada
dentro de una misma empresa, mucho mayor que la que se registra
en el sector de funcionarios públicos de carrera. Los informes
periódicamente elaborados por la consultora Towers Perrin �algunos
de ellos reproducidos en números anteriores de Cash (por ejemplo,
en el Nº 355 del 16-2-97)� son particularmente informativos al
respecto (ver también Clarín 10-01-00). La profusión de adjetivos
que el artículo prodiga al conjunto de funcionarios de alto nivel
(�selecto grupo de privilegiados para quienes la función pública
es un negocio redondo�; �casta gerencial y política que responde
a lealtades partidarias�; �manejan a la perfección los hilos del
poder burocrático...�) no contribuye a la discusión seria del
tema, ayuda poco a los partidarios del fortalecimiento de la carrera
administrativa, y reparte culpas y complicidades indiscriminadamente.
Contrasta además con la ponderación y sano criterio que deberán
presidir la discriminación entre los funcionarios que han incurrido
o se han beneficiado de las irregularidades señaladas, y quienes,
cualquiera sea su fecha de ingreso a la función pública, cuentan
con los títulos y la probidad que su cargo demanda. Como funcionario
de nivel gerencial que ingresó a la administración pública y obtuvo
su posición por concurso abierto después de más de treinta años
de intensa vida profesional y académica, de reconocimiento nacional
e internacional, que no se ve afectado por el proyecto de ley
de emergencia, que en ejercicio de su función no responde a lealtades
partidarias ni maneja los hilos del poder burocrático, que no
pertenece a ninguna casta ni considera a su puesto de trabajo
un negocio redondo, tengo derecho a demandar un tratamiento más
serio del tema. Sobre todo, tengo derecho a que se deje a salvo
la honorabilidad de la gran mayoría de los funcionarios que nada
tenemos que ver con la arbitrariedades y desmanejos cometidos,
pero que forzosamente nos vemos salpicados cuando no se establece
ninguna diferenciación entre unos y otros. La probidad y el cumplimiento
de la ley no compensan, mucho menos disculpan, la corrupción y
la ilegalidad. Sin embargo, deberían ser diferenciados y protegidos.
No es un mérito especial cumplir con las responsabilidades legalmente
exigibles, pero ello no debería condenar a cargar en silencio
las inconductas o los despropósitos ajenos. Aunque la perversidad
y las corruptelas siempre susciten más atención pública que la
honestidad y el cumplimiento del deber republicano. La concepción
de que, para que el saneamiento público sea efectivo, hay que
arriesgarse a �que paguen justos por pecadores� siempre ha sido
un argumento del autoritarismo, no de las democracias. Con el
agravante, conocido por todos, que de ese saneamiento a menudo
suelen salir mejor librados los crápulas, especialmente los grandes
crápulas, que los inocentes. * Presidente del Directorio del Instituto
Argentino para el Desarrollo Económico. Ex funcionario de Cepal;
ex consultor de organismos gubernamentales escandinavos; profesor
visitante en universidades de Estados Unidos, Europa, América
latina y Asia. Autor y coautor de 19 libros y más de 200 artículos
en revistas especializadas nacionales e internacionales.
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