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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 ENE 2000








 EL BAUL DE MANUEL
 por M. Fernandez López


Dulces palabras

La expresión �endulzar el oído� es típicamente nuestra: indica poner azúcar al mal trago. Por ejemplo: �pasó a mejor vida�. Preferimos ser seducidos y luego engañados, antes que ver las cosas de entrada como son. Nos gusta ver un príncipe donde hay un sapo. ¿Quién podría rechazar la �liberalización�, la �civilización�, el �progreso�, la �globalización�? Sin embargo, levantando esas banderas se invadieron territorios ya poblados, se sujetaron al dominio de las fuerzas armadas invasoras y, cuando no se ejecutó sin más trámite a los nativos, se los privó de sus bienes y se les impidió ejercer sus oficios anteriores, hablar en su lengua o practicar sus creencias. Cuando hablamos de las invasiones inglesas a Buenos Aires en 1806 y 1807, pensamos en el aceite hirviendo que se les tiraba a los soldados y en la gloriosa reconquista. Pero ¿qué pensaban del otro lado, el lado invasor, y en particular quienes idearon esa audaz operación militar? Leemos a H. S. Ferns (Inglaterra y Argentina en el siglo diecinueve, cap. I) y él habla de �conquista�, no de invasión, y de la importancia que dio el comodoro Sir Home Popham a un mercado potencial de varios millones para las manufacturas británicas, y una potencial fuente de cueros, sebo, oro, harina, carne, cacao, cobre, lana y cáñamo. Medio siglo después comenzó a hablarse de �civilizar� a los indios de la pampa y la Patagonia, por las buenas o por las malas, y apareció la expresión �el cañón civilizador� en la pluma de Bartolomé Mitre. La invasión también se llamó en este caso �conquista�, y dando por hecho el resultado que se buscaba, fue conquista �del desierto�, es decir, libre de indios. El fin era convertir en arable la tierra pampeana, y obtener de ella cueros, sebo, harina, carne, lana y cáñamo. Inglaterra lograba así sus objetivos, sin derramar sangre de sus soldados. A los fines prácticos, obtener esas materias primas vía comercio era igual que haber adosado la región pampeana a su isla. El país entró en el camino del �progreso�, aunque éste derramase antes sobre la clase gobernante y la nueva clase terrateniente, que sobre los ocupantes anteriores (indios) o sobre las nuevas masas de trabajadores explotados. La fórmula del Imperio fue y es: �entrégame todo y no pretendas alcanzarme�. La fórmula que no dejó de dar jugo a los que mandan en las cuasicolonias: �¿no puedes con el Imperio? Pues únete a él�.

Fuiste

En otros siglos los reyes atribuían su condición al mandato divino. Al crearse las repúblicas, en muchos casos los gobernantes electos se sintieron como reyes, y por consiguiente asumían como muy natural que los cargos públicos fuesen una suerte de botín del conquistador, es decir, del ocasional gobernante. En lugar de la elección por concurso, el gran dedo del gobernante era el elector. Y ello presuponía cierta �reciprocidad� o �lealtad� del funcionario electo hacia su elector. Más concretamente, el funcionario debía acompañar la gestión de su benefactor, y en caso contrario perdía su derecho al cargo. Los profesores de Economía Política no escaparon a esa ley de hierro. Entre 1822 y 1826 Rivadavia, primero como ministro de Gobierno y luego como presidente, designó directamente a los catedráticos. Los individuos elegidos �Vicente López y Planes, Pedro José Agrelo y Dalmacio Vélez Sársfield� eran, más allá de sus cualidades académicas, personas identificadas con las ideas y gestión de Rivadavia. La presidencia de Roca actuó con mano de hierro con sus adversarios. El profesor Emilio Lamarca, quien había expresado en el Congreso Pedagógico su opinión contraria al gobierno, fue destituido de la cátedra de Economía de la UBA, y puesto en su lugar Luis Lagos García, cuñado de Pellegrini. La Reforma Universitaria de 1918 llamó �autonomía� a la independencia respecto del Poder Ejecutivo. Sin embargo, ese postulado se violó repetidamente. Juan José Díaz Arana fue, como Juan B. Justo, un eminente repúblico y propulsor del cooperativismo libre, además de profesor de Economía en la Facultad de Derecho desde 1913 y profesor honorario desde 1930. La Revolución de 1943 lo destituyó de ese cargo. Poco después, en 1946, Luis Roque Gondra en Ciencias Económicas fue jubilado de oficio, sin consideración a sus aportes o a su enfermedad terminal. En 1948, por negarse a opinar sobre el primer Plan Quinquenal, el presidente Perón encomendó al decano Justo Pascali la cesantía de Raúl Prebisch. Caído Perón, fue cesanteado el eminente profesor e investigador Carlos Eugenio Dieulefait, el �Pearson argentino�, de la Facultad de Rosario. En 1974 fue privado de la cátedra Rolf R. Mantel, cuando desarrollaba en Harvard, con licencia de la facultad, su investigación más trascendente. Lejos de ser tranquilo y sereno, el oficio de pensar es uno de los más insalubres.cación, la concentración en las finanzas y en las comunicaciones. Ello quita significado a las estadísticas globales. A la vez, se ha castigado la difusión y aun el estudio de mediciones sobre pobreza y exclusión, reveladores del estado real de la gente.

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