Vendedor y comprador
La City tiene
sus propias leyes, códigos y costumbres. Pocos se atreven a cuestionarlas
y menos a los protagonistas de esa isla de privilegio. La corrupción,
la falta de ética y el incumplimiento de la ley son la moneda de
curso legal en ese mercado. Hasta el Gobierno de la Alianza, que
tiene como uno de los pilares la transparencia de su gestión, tiene
una llamativa comprensión a hechos que de otros ámbitos no dudaría
en denunciarlos. En fin, los banqueros son hombres de suerte y de
dinero. Sólo para mostrar esa fortuna vale conocer el siguiente
caso. Antes de entrar en detalles conviene saber el contenido de
un artículo de la Ley de Sociedades. El 264 tiene como título �Prohibiciones
e incompatibilidades para ser director�, y su inciso 4 dice, textual:
�No pueden ser directores los funcionarios de la administración
pública cuyo desempeño se relacione con el objeto de la sociedad,
hasta dos años del cese de sus funciones�. El protagonista de esta
historia es Miguel Kiguel, ex secretario de Financiamiento durante
la gestión de Roque Fernández al frente del Ministerio de Economía.
Y la sociedad involucrada es el Banco Hipotecario SA. Valen algunos
antecedentes para no perderse en el desarrollo del guión. Kiguel
era el encargado de conseguir los dólares entre los financistas
internacionales para renovar deuda o para cubrir el bache fiscal.
La forma para obtener esos fondos era mediante la colocación de
títulos públicos en el mercado y, en menor medida, vendiendo empresas
públicas. Pocas compañías tenía para ofrecer puesto que las principales
joyas ya habían sido rematadas. Una de las pocas atractivas que
le quedaba era el Banco Hipotecario. El momento para convocar a
la subasta fue pésimo. Las cotizaciones de las acciones y bonos
estaban por el piso debido al castigo que sufrían por la crisis
internacional las denominadas plazas emergentes, entre ellas la
argentina. Igualmente, después de postergar en una oportunidad la
operación, se avanzó en la enajenación del banco un mes después
de la devaluación del real, escenario financiero que no era, objetivamente,
el mejor. Economía estableció inicialmente el precio base por acción
en 9 pesos y luego de un complejo proceso de adjudicación fijó el
valor de venta en 7 pesos por unidad. El principal comprador fue
el grupo Soros a través de varias de sus compañías (Irsa, Quantum
Dolphin y Latin America Capital Partners), que pasó a detentar el
27,5 por ciento de la entidad: 14,4 en acciones y 13,1 en opciones
de compra. (Sólo como un detalle: la ley que dispuso la privatización
del Hipotecario establecía una restricción en el sentido de evitar
que ningún accionista dispusiera de un porcentaje mayor del cinco
por ciento del capital, límite que fue inmediatamente burlado.)
Que el valor fijado por Economía para la venta haya sido ridículamente
bajo quedó probado en los primeros días en que el Hipotecario SA
empezó a cotizar en la Bolsa de Comercio. El precio de las acciones
del privatizado banco se disparó en menos de dos meses hasta los
9 pesos. El máximo lo alcanzó el 3 de diciembre pasado, al cotizar
a 14,6 pesos por papel, 109 por ciento por encima de la base. Kiguel
recaudó con esa venta 496,5 millones de dólares por el 46 por ciento
del Hipotecario. De acuerdo con el precio que fijó inmediatamente
después el mercado en la Bolsa (9 pesos), esa porción del capital
tenía un valor de 621,5 millones. Una diferencia de 125 millones.
Bueno, bien, ¿a qué viene toda esta historia, que ya es vieja y
que no sorprende al haber seguido el mismo recorrido de las anteriores
privatizaciones, cuyo punto de encuentro fue la política de malvender
las empresas públicas? Lo novedoso de este proceso es que Kiguel
se convertirá en el futuro presidente del Banco Hipotecario SA.
Después de desplazar a Pablo Rojo �previa indemnización de más de
1,5 millón de dólares, pagadera en cuotas durante dos años�, el
grupo Soros eligió como conductor al hombre que fue responsable,
precisamente, de venderle la entidad. Kiguel, ahora, como presidente
del Hipotecario se ocupará de ofertar por el resto de las acciones
que el Estado mantiene del banco. Un dato más: Kiguel dejó la función
pública hace menos de dos meses. ¿La Ley de Sociedades no dice que
tenían que pasar dos años?
arriba
|