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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
30 ENE 2000

ene








 La batalla del empleo publico
Por Carlos María Vilas *

EL FMI Y LA FLEXIBILIZACION

Echale la culpa a la tasa y no al salario

Bajar el costo del crédito y redistribuir el ingreso es la receta que surge de mezclar las ideas de Stiglitz y Summers.

Por Felipe Frydman * El FMI ha convertido la flexibilidad laboral en un nuevo paradigma para solucionar los problemas de desocupación surgidos en los países emergentes luego de aplicarse las medidas recomendadas en el Consenso de Washington. El Fondo, sin embargo, en realidad está integrado por distintas voces que no siempre parecieran pertenecer al mismo coro. Europa y Japón integran también el directorio del FMI y sus sistemas de empleo están muy alejados de las reformas reclamadas a los países prestatarios. La posición del Fondo pareciera contradictoria con la clara tendencia internacional de aumentar los estándares laborales. Los paradigmas del FMI están basados en un modelo sencillo de equilibrio general, donde los actores pueden entrar y salir, y los precios bajar o subir para ajustarse a las condiciones del mercado. En esta simplificación de la vida económica, cualquier restricción atenta contra el equilibrio general y produce distorsiones que impiden alcanzar el punto óptimo del bienestar general. Dentro de ese esquema, los límites a la expulsión de mano de obra y la rigidez del salario a la baja constituyen imperfecciones que impiden el ajuste de las empresas, haciendo más difícil modificar sus planes de producción y mantener su rentabilidad. Sin embargo, el mercado laboral no es el único donde existen rigideces. Cuando se reclama flexibilidad laboral, se sostiene que favorecerá el aumento en el empleo, pero, en realidad, la demandan los empresarios que desean disminuir sus costos para ajustarse a condiciones recesivas. En una reciente presentación ante la Asociación de Economistas, Joseph Stiglitz, del Banco Mundial, sostuvo que la rebaja anticipada de salarios, provocada por la flexibilización, y la deflación significan una redistribución a favor de los acreedores, porque las empresas deben devolver a los bancos, en términos reales, más de lo previsto. En el mismo contexto, sostiene que estudios recientes han demostrado que no existe ninguna asociación entre mayor flexibilidad laboral y aumento de la producción, y que, por el contrario, aquélla puede contribuir a profundizar la recesión. El problema de las empresas afectadas por la recesión no se encuentra en el rubro personal. Cuando existen recesión y deflación combinadas, las preocupaciones financieras se convierten en el parámetro dominante. El costo financiero aumenta por la caída de las ventas y la necesidad de cubrir los inventarios, lo cual reduce el rendimiento del capital invertido. El acceso al crédito y la baja de las tasas de interés son factores mucho más importantes que la flexibilización para contribuir a la reactivación. Si se aceptara que el aumento del empleo forma parte de una política social, se podría coincidir con Larry Summers, secretario del Tesoro de EE.UU., cuando afirma que �el crecimiento económico es la mejor política social inventada hasta el presente�. Las recomendaciones del FMI difícilmente incluyan sugerencias que afecten al sistema financiero y disminuyan el costo de los préstamos. Dentro del esquema vigente, sólo está presente la necesidad de mantener la solvencia y garantizar la rentabilidad de este sector. La crisis asiática mostró que todo el peso del ajuste recayó sobre el sector asalariado, sin que éste haya tenido responsabilidad en el manejo de los préstamos otorgados por los bancos para financiar las aventuras empresarias. En la Argentina existe una precariedad creciente de las condiciones de trabajo, exacerbada por la alta tasa de desocupación. Todas las estadísticas indican también que las políticas aplicadas durante los últimos diez años provocaron una redistribución regresiva del ingreso. Juntando las afirmaciones de Summers sobre el crecimiento como política social, y las comprobaciones empíricas efectuadas por Stiglitz sobre las limitaciones de la flexibilidad laboral para crear empleos, se alcanza la conclusión de que las prioridades del momento son la disminución de la tasa de interés y una participación activa de un movimiento gremial democrático para garantizar una redistribución del ingreso progresiva que sirva de motor al desarrollo económico. * Economista.

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