Economía y país: Prebisch
En
1949, luego de entrar a la Cepal, Prebisch maduró su visión
del proteccionismo: una constelación económica con
centro en los países industriales organizaba el sistema para
servir a sus intereses. Los países productores y exportadores
de materia prima se conectaban al centro en virtud de sus recursos
naturales, formando una periferia vasta y heterogénea; este
sistema de relaciones internacionales produjo una exagerada absorción
de ingreso de la periferia por los centros. Concluía: La
sustitución de importaciones estimulada por una política
de protección moderada y efectiva es un procedimiento económico
sensato. Tal política ayudaría a corregir la tendencia
hacia una restricción externa del desarrollo, derivada de
la baja elasticidad-ingreso de la demanda de productos primarios
por los centros, mientras que había una alta elasticidad-ingreso
de la demanda de manufacturas de los centros por la periferia.
En 1981 se agudizó su posición sobre la desigual distribución
de los frutos del progreso tecnológico: originados en los
centros, no fueron distribuidos. La periferia, restringida a producción
primaria, quedó atrás de los centros. La industrialización
vino por interrupciones del vínculo con los centros: dos
guerras mundiales y la Gran Depresión. Cuando vino, la periferia
procuró imitar la tecnología y estilo de vida de los
centros. Pero la estructura social periférica iba a la zaga
de la de los centros. Excluía a los estratos sociales bajos.
El excedente, fruto de incrementos sucesivos de productividad, era
apropiado por los dueños de los medios de producción,
concentrado en los estratos sociales altos. La agricultura tenía
menor absorción de trabajo que la industria, menor productividad
y menor elasticidad de demanda para sus productos. Luego, transferir
mano de obra de la agricultura a la industria, mejoraría
la productividad global. Ello no significaba producir industria
a costo internacional y librada la industria nacional al libre mercado
pronto sucumbiría. Un arancel, que encareciese la manufactura
importada, era inevitable. La mayor productividad local absorbería
el impacto sobre los precios, y no se generaría inflación
interna. Recordaba Prebisch: En mi calidad de joven economista,
fui un neoclásico y luché contra la protección.
Pero durante la depresión mundial me convertí al proteccionismo.
Economía
y país: Terry
José
Antonio Terry en 1898 analizó la oportunidad del librecambio
o el proteccionismo: dependen del estado de cada país y son
efectos de las edades de los pueblos. Las naciones nacen, crecen
y se desarrollan. Cada edad tiene su legislación aduanera.
En los inicios el librecambio se impone como reflejo de tal estado
económico. Sólo se producen materias primas, como
cuero, lana, carne, madera, que se exportan una vez satisfecho el
consumo interno. Como no hay industria manufacturera no hay protección.
Pasa el tiempo, el país avanza, se desenvuelven sus fuerzas,
crece y se desarrolla. Y aparecen tendencias a manufacturar materia
prima propia. El cuero se transforma en suela; la lana en tela;
la madera en muebles; y se inicia la vida manufacturera. La industria
nace con dificultad: falta de capital, salarios altos, competencia
ruinosa del artículo extranjero. ¡Principia la lucha!
De un lado, el fabricante nacional, inexperto, pobre, produciendo
mal y caro; y del otro, el extranjero, con siglos de experiencia,
con capitales, produciendo bueno y barato, y con una plaza consumidora
que lo favorece. El resultado no es dudoso, y las débiles
manifestaciones de la industria manufacturera nacional terminan
en ruina. El artículo extranjero triunfa sin esfuerzos. Pero
el interés privado quiere transformar la materia prima dentro
del país, y crear nuevas fuentes de riqueza; se reanuda la
lucha. Pero el triunfo del similar extranjero es fatal, porque las
armas son desiguales. Y las derrotas se suceden. ¿Qué
hacer? ¿Condenar a un pueblo a no ser manufacturero? No es
posible: la manufactura es un hecho fatal,ineludible; y de aquí
surge la necesidad del proteccionismo. Debe ponerse a la nueva y
débil industria nacional en igualdad de condiciones con la
extranjera, para que la lucha ocurra entre razonables límites
para ambas. Son tres las principales condiciones para que la protección
se justifique: 1) Que la industria se inicie como síntoma
de la edad del país, algo natural y no ficticio. 2) Protección
no desmedida, limitada a lo estrictamente necesario para consolidar
la industria y que compita con su similar extranjera. La protección
desmedida atenta contra el consumidor. 3) La protección debe
favorecer a industrias complementarias de la materia prima local;
no se explica proteger industrias que importan toda la materia que
requiere su manufactura.
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