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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
27 FEB 2000






EXCLUSIVO


El cártel del surtidor

Por Maximiliano Montenegro

El ministro de Economía, José Luis Machinea, anunció esta semana que el Gobierno iniciará una investigación en el mercado de combustibles para determinar si Repsol-YPF, Shell y Esso “abusan” de su posición dominante para fijar precios más elevados de los que deberían si existiera un mínimo de competencia. Sin embargo, si el Gobierno piensa investigar hasta las últimas consecuencias, haría bien en empezar por los propios archivos oficiales de la Secretaría de Industria. Allí duerme un voluminoso informe, encargado dos años atrás a un pelotón de expertos del Instituto Di Tella, sobre las “conductas anticompetitivas” evidenciadas en 15 sectores industriales altamente concentrados. El capítulo dedicado a combustibles dice que “las subas simultáneas de precios y la ausencia de guerra de precios parecen indicativas de una situación de cartelización” entre las compañías líderes para obtener ganancias extraordinarias a costa de los consumidores. Afirma que “la suba de precios simultáneas” han surgido “en muchos casos de los encuentros de las mismas (empresas) en la Cámara de la Industria del Petróleo”. Y menciona una de las condiciones para que tal situación se mantenga: “La penalidad esperada para formar parte del cartel debe ser baja en comparación con la ganancia esperada”. Cálculos oficiales estiman que por mantener los precios inflados las petroleras embolsan extra alrededor de 1000 millones de dólares anuales. ¿Bastará la amenaza oficial para resignen tamaño bocado?
El documento, que jamás fue difundido por presiones del poder económico, sostiene, además, que en casi todos los sectores estudiados los índices de concentración económica triplican el límite que la División Antitrust del Departamento de Justicia norteamericano fija para calificar a una industria como “altamente concentrada”. En tanto, asegura que en por lo menos cuatro sectores –cemento, materiales para la construcción, vidrio y siderurgia– se detectaron maniobras colusivas (acuerdos entre los oferentes) o monopólicas para vender por encima de los precios de competencia (ver aparte).
Probar que los gerentes de las multinacionales YPF-Repsol, Esso y Shell se reúnen en secreto o entablan conferencias telefónicas para discutir cómo repartirse el mercado y pactar un rango de precios que maximice los beneficio de todos, en perjuicio de los consumidores, pareciera una misión imposible. Pero no hace falta pescar in fraganti a los ejecutivos riéndose de la mano invisible de Adam Smith para constatar lo obvio: que están haciendo valer su poder oligopólico. De hecho, en los últimos años, el Estado ya abrió dos causas, en 1993 y 1998, contra las petroleras, acusándolas de abuso de posición dominante y concertación de precios. Ambas investigaciones, realizadas por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), destacaron la facilidad con que las empresas eran formadores de precios, trasladando totalmente al precio final cualquier aumento en el impuesto a los combustibles; o competían “a través de publicidad, propaganda, sorteos, pero no de precios”. Sin embargo, ninguna se atrevió a concluir que las grandes, que acaparan el 90 por ciento del mercado de naftas y gasoil, actuaban en forma de cartel, y las causas se cerraron.
Alejados de los lobbies que suelen rodear a los funcionarios, el equipo de expertos del Instituto Di Tella no dudó en asegurar que existía “colusión” en el mercado de combustibles “con evidencias de comportamientos oligopólicos cooperativos tipo cartel”. El entonces secretario de Industria Alieto Guadagni, que había pagado con fondos públicos el estudio, prefirió archivarlo, quitando a la sociedad una invaluable fuente para la discusión pública y dejando latente la posibilidad de que, ante cada desplante de los dueños del surtidor, el funcionario de turno pudiera amenazar con abrir otra investigación.
Las principales conclusiones del estudio son las siguientes:* “A pesar de la apertura y la desregulación del sector llevada a cabo en los últimos años, mercado de combustibles presenta una estructura oligopólica que posibilita los acuerdos de precios, comportamiento que se percibe más claramente en el segmento de refinación y, en menor medida, en el de distribución”.
n “Desde el ámbito oficial el problema fue percibido ya en noviembre de 1993, cuando el Poder Ejecutivo presentó una denuncia en la CNDC contra las tres empresas principales del sector (en ese entonces, YPF, Esso y Shell)... En abril de 1994 dicha comisión dictaminó que los hechos denunciados (abuso de posición dominante y concertación de precios) no encuadraban en las proscripciones de la ley 22.262, por lo que cerró las actuaciones sin capacidad de probar una actitud concertada en las variaciones de precios observadas”.
n No obstante, “debe remarcarse que las subas de precios simultáneas entre estas compañías no han sido infrecuentes, surgiendo en muchos casos de los encuentros de las mismas en la Cámara de la Industria Petrolera”.
- “... a partir de la desregulación se abre una brecha entre los precios domésticos y los externos, llegando a observarse evoluciones contrarias durante ciertos períodos (con crudo en baja, los precios de los combustibles locales suben en 1993)...”.
- “Los market share (participación de mercado) de las compañías grandes no sufrieron modificaciones importantes, ni se aprecia competencia de precios entre ellas una vez fijado el escalonamiento respectivo”.
- “Aun en contextos recesivos, no se producen ajustes en los precios aunque sí en las cantidades vendidas”.
- “... tal cual fue descripto a lo largo de este trabajo, el mercado de combustibles líquidos se encuentra altamente concentrado... con evidencias de comportamientos oligopólicos cooperativos tipo cartel, ya que cada empresa actúa (aun si no se probara un acuerdo explícito) como si fuera integrante de un cartel, puede maximizar su propio beneficio y el del conjunto de los oferentes, tomando en cuenta las acciones de sus competidores”.
- “... el cartel ha funcionado para fijar acuerdos tácitos de precios y no por una restricción de las cantidades producidas, como suele ocurrir con los productores de petróleo reunidos en la OPEP.”
- “Estos acuerdos han influenciado a los distribuidores independientes y a los concesionarios de las empresas formadoras de precios, que se subordinan a sus decisiones por la especial relación contractual que los liga a largo plazo y la imposibilidad de vender a precios libremente fijados.”
Esta semana, en la conferencia de prensa que ofreció junto a Machinea, el secretario de Energía, Daniel Montamat, explicó el set de medidas que apuntan a alentar la importación de combustibles. Y, como quien revela un secreto de Estado, para justificar la nueva investigación contra las petroleras, afirmó: “Encontramos diferencias de entre 7 y 10 centavos entre el precio sin impuestos de las naftas importadas y el precio sin impuestos en los surtidores. En el caso del gasoil, la diferencia es de entre 3 y 5 centavos”.
Las dos investigaciones de la CNDC y la pedida al Di Tella coinciden en señalar esta diferencia como “la mayor evidencia” de que la competencia en el mercado de combustibles no funcionó. De hecho, la convergencia de los precios locales con los internacionales fue uno de los objetivos centrales invocados por el Gobierno al desregular el sector en 1991, el mismo año en que se privatizó YPF.
De acuerdo con los cálculos oficiales, incluidos en los estudios de 1998, la renta extraordinaria que recaudan las petroleras por esos centavos de más por litro representan cerca de 1000 millones de pesos anuales.
El informe del Di Tella dice que “las condiciones para la perdurabilidad del cartel son dos: Primero, “el cartel debe ser capaz de sostener los precios sin inducir una competencia adicional importante de las firmas que no lo integran”. Las medidas anunciadas por Machinea buscan levantar las barreras a la entrada de nuevos competidores, estimulados a morder parte de esas ganancias extraordinarias de las que hoy se apropian las tres multinacionales. En la lógica de un mercado libre, la voracidad de estos nuevos jugadores debería disparar una competencia de precios que, con el tiempo, terminara por devolver los 1000 millones de pesos al bolsillo de los consumidores. Sin embargo, todos concuerdan en que ni las mejores facilidades legales e impositivas podrían inducir una inundación de combustible importado, dado que existen restricciones de logística (inadecuada infraestructura portuaria y de almacenamiento) y de comercialización (sólo el 10 por ciento de las estaciones de servicio son independientes) insalvables en el corto plazo. Así, de transitar sólo ese camino, el mercado seguiría guiado por años por la mano negra del petróleo.
De removerse la segunda condición que identifica el informe, los efectos podrían ser inmediatos. Es la que dice que “la penalidad esperada por formar parte del cartel debe ser baja en comparación con la ganancia esperada”. La nueva Ley de Defensa de la Competencia fija multas de hasta 150 millones de dólares a quienes incurran en comportamientos tipo cartel y menciona la posibilidad de que las empresas sean obligadas a “desconcentrarse o dividirse” para reestablecer la competencia. ¿Cuántas investigaciones más tendrá que encargar Machinea antes de subirle los costos al cartel?


La concentracion triplica los limites antitrust norteamericanos

Los dueños del mercado

Aun considerando la diferencia de escala en los mercados, si la aplicación de las leyes antimonopolios en Argentina se acercara a los patrones de Estados Unidos más de un grupo económico local, o multinacional radicada en el país, estaría en serios problemas. El informe contratado a los expertos del Instituto Di Tella, que el menemismo nunca difundió, revela un asombroso grado de concentración en los 15 sectores industriales analizados.
A diferencia de lo que sucede con los servicios públicos o las AFJP, la concentración en la industria no necesariamente indica que los clientes sean cautivos, ya que teóricamente la apertura comercial sería un disciplinador de los precios. Sin embargo, el estudio señala que en por lo menos cuatro de los sectores (cemento, materiales para la construcción, siderurgia y vidrio) las barreras a las importaciones y el manejo cartelizado o monopólico de las empresas mantienen los precios elevados en el mercado local.
El informe calculó para todos los sectores un índice de concentración llamado de “Herfindahl”. “A título de referencia, la División Antitrust del Departamento de Justicia y la Comisión Federal de Comercio de los Estados Unidos establecieron que una industrial con un índice superior a 0.18 debía considerarse altamente concentrada”, afirma el documento. En mayoría de las industriales relevadas el índice duplica o incluso triplica ese límite de referencia, lo que en Estado Unidos pondría en alerta roja a la División Antitrust del Departamento de Justicia. Los sectores más llamativos son los siguientes:
n Cemento: con el liderazgo de Loma Negra, propiedad de Amalita Fortabat, tres empresas (Juan Minetti y Corcemar se fusionaron y son propiedad del grupo suizo Holderbank) se reparten el mercado y fijan precios por encima de la paridad de importación, como ocurre en combustibles. Hay “evidencia de colusión y de reparto de mercado”, sostiene el informe. El año pasado, la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia abrió de oficio una investigación contra las cementeras, después de que la revista veintiuno publicara memorándum intercambiados entre las compañías que dejaban constancia de acuerdos de precios y reparto de mercado en diversas áreas del país.
n Vidrio: Vasa es el único productor local, fijando precios por encima de los de importación. Pero en este caso el comportamiento cartelizado está dictado a nivel internacional. La CNDC tiene abierta una investigación en el mercado de vidrio plano.
n Siderurgia: Techint y Acindar concentran casi toda la producción local de hierro primario, a la par que se produjo en los últimos años de un efecto domino entre los laminadores independientes, supuestamente impulsada por las condiciones fija el oligopolio de los dos grandes grupos económicos. Existe una denuncia contra Siderar en aceros planos por abuso de posición dominante. Los antidumping que, silenciosamente, consiguieron los popes del acero en los últimos años limitó la competencia importada.
n Materiales de construcción: “el hecho de que los principales productores posean una participación considerable entre los importadores tiende a hacer pensar que la competencia no es todo lo efectiva que sería deseable”. De otro modo: los precios locales todavía son caros.
n Petroquímica y química pesada: los precios podrían ser menores a los de importación, porque Argentina es excedentaria en estas producciones. Sin embargo, el poder de mercado que ejercen los productores en cada rama fija un piso a los precios.


Tercera investigacion contra los gigantes

¿Será la vencida?

Hasta ahora, el único “triunfo” rutilante de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia desde su creación fue la decisión de aplicar, en marzo del año pasado, una multa de 109 millones de pesos a YPF por abuso de su poder monopólico, en perjuicio de los consumidores, en la venta de gas licuado. Sin embargo, la resolución fue apelada por la empresa y actualmente está siendo evaluada por la Cámara Penal Económica. Sin duda, además de la nueva causa contra las petroleras, las otras dos causas que concitarán en el futuro la atención son la del cemento, que compromete seriamente a Amalita Fortabat, y la de siderurgia, que salpica al poderoso grupo de la familia Rocca. La nueva ley de Defensa de la Competencia, aprobada a fines del año pasado (ver página 4), establece multas de hasta 150 millones de pesos y hasta cabe la posibilidad de que un juez ordene el desemembramiento de la empresa si se la encontrara culpable de manejos de mercado anticompetitivos. La ley anterior contemplaba el castigo prisión para los directivos de las firmas, como ocurre en Estados Unidos. YPF ya logró esquivar, junto a Esso y Shell, dos investigaciones por combustibles. “La baja desafiabilidad del mercado de combustibles ha implicado que la competencia en este mercado haya tomado formas a través de la publicidad, propaganda, sorteos, pero no de precios”, dice el último dictamen de la CNDC sobre el sector. Pero lejos está de hablar de comportamientos en forma de cártel: “Las importaciones no han tenido un efecto disciplinador de los precios domésticos, debido a los problemas logísticos, legales y del sector comercializador”, justifica.

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