El
lado oscuro de la flexibilización
Por
Claudio Lozano *
La
media sanción que Diputados ha dado al proyecto de Reforma
Laboral, amenaza con otorgarle legalidad a una norma que no genera
empleo, precariza las relaciones laborales, viabiliza la negociación
a la baja de salarios y condiciones de trabajo e impide la democratización
en un doble sentido, mantiene las restricciones menemistas al
derecho de huelga y obtura la posibilidad de los trabajadores
de organizarse libremente y con autonomía respecto de estructuras
gremiales obsoletas, autoritarias o proempresariales.
No genera empleo porque mantiene un criterio teórico que
la realidad y el análisis económico hace tiempo
han cuestionado. Sigue insistiendo en la idea de que la reducción
de los costos de contratación y de los niveles salariales
garantiza mayor ocupación. Esta idea sustentada por las
tesis de la productividad marginal del trabajo de David Ricardo
han sido superadas por las nociones de economía de escala
y costos decrecientes así como por la evidencia manifiesta
de que el empleo es, antes que nada, función de la demanda
efectiva. Asimismo, la experiencia reciente de la Argentina es
elocuente respecto de que la reducción de los costos de
contratación o de indemnización poco han tenido
que ver con mejorar el empleo. Así, entre 1994 y 1999 el
Estado (vía rebaja de aportes patronales) perdió
30 mil millones de dólares y sin embargo el desempleo subió
y las ocupaciones clandestinas también.
Precariza las relaciones laborales, ya que por medio de la extensión
del plazo del período de prueba, la rebaja de aportes y
el mantenimiento de las bajas indemnizaciones que estableciera
Erman González para los nuevos trabajadores, reduce sustantivamente
los costos de contratación y establece un nuevo modo de
ingreso a la planta formal que posibilita un mayor traslado del
riesgo de la actividad económica sobre las espaldas del
trabajador. En realidad la ley no resuelve el problema de la rotación
laboral sino que intenta simplemente blanquear dicho fenómeno.
El discurso oficial que alude a la promoción del empleo
estable, confunde la estabilidad con el blanqueo, y hace abstracción
de las condiciones que pasan a regular las ocupaciones que, supuestamente,
promueve. De más está decir que esta norma es sólo
un paso más en dirección al verdadero objetivo que
propugna el establishment dominante: garantizar el blanqueo no
por la vía de mejorar el perfil productivo, el tipo de
puestos de trabajo que se requieran y el compromiso social de
producción que se genere, sino mediante la eliminación
completa de los aportes patronales y los costos indemnizatorios.
Debilita a los trabajadores en la negociación colectiva
al permitir que el convenio de menor nivel perfore legalmente
(hoy ocurre de manera ilegal) los pisos mínimos que establece
el convenio por actividad. Por otra parte, si se asume que la
capacidad de negociación de los trabajadores está
determinada por la situación del mercado laboral y la capacidad
que éstos tengan para generar organizaciones que efectivamente
los representen, el proyecto sólo contribuye a debilitarla.
No induce modificación alguna en el cuadro ocupacional
(la política económica hasta ahora evidenciada tampoco
garantiza la reducción de la tasa de desempleo) y en tanto
el Gobierno ha resuelto privilegiar en su relación a expresiones
gremiales como Rodolfo Daer, Armando Cavalieri o Luis Barrionuevo,
es obvio que le ha puesto un obstáculo más al necesario
proceso de democratización de la vida sindical, limitando
por tanto la posibilidad de que los trabajadores se constituyan
en sujetos con capacidad de participar activamente en las políticas
públicas.
Por último, cabe consignar que el debate sobre la Reforma
Laboral y los términos en que éste pareciera resolverse
oscurecen el futuro del sistema institucional argentino. La parodia
del miércoles por la noche presentando como experiencia
de diálogo social o consenso, una mesa donde el Gobierno
nacional aparece cercado por el sindicalismo empresarial y el
espectro completo de los grupos económicos más importantes
del país, define que a escaso tiempo de su gestión
la coalición social privilegiada no es otra que la que
sostuvo al gobierno menemista. Sin duda, esta opción impone
(más allá de los discursos) severos límites
para profundizar la democracia.
* Director del Instituto de Estudios y Formación
de la CTA.
arriba.