Martín
Redrado
Fundación Capital
Una
economía dolarizada
Salir de la convertibilidad no resuelve ninguno de los
dos principales problemas que tiene el país: la insolvencia
fiscal y la falta de competitividad. El único resultado
sería una cesación de pagos del sector público,
que recauda en pesos y paga el 95 por ciento de su deuda en
dólares, y un quiebre en la cadena de pagos del sector
privado. La economía está dolarizada. La gente
piensa, compra, vende y, si puede, ahorra en dólares.
La devaluación generaría fuga de capitales,
pérdida de confianza e inflación.
¿La actual paridad es un obstáculo para crecer?
No, el país, por su historia económica,
perdió su moneda. Sólo le queda el camino de
las reformas económicas e impositivas. Estamos así
porque el sector público se ha tomado una larga siesta
desde hace seis años en términos de reformas
de fondo. Hay que eliminar impuestos distorsivos y analizar
la gestión del Estado con un enfoque gerencial.
¿Es suficiente para ser competitivos?
No, además el sector privado debe generar una
constante reingeniería productiva y trabajar en una
diferenciación de la calidad, que nos haga competir
no sólo en base a menores costos.
¿Piensa que la Convertibilidad es para siempre?
No se puede salir sin tener un superávit primario
que permita eliminar la duda de la cesación de pagos.
Yo veo una salida de la convertibilidad en base a acuerdos
monetarios regionales con Brasil y el resto de los países
del Mercosur. Y no creo que este escenario se dé en
poco tiempo.
Javier
Lindenboim
del Ceped-UBA
Pasar
a la flotación
Hay que salir de la convertibilidad. Casi no hay países
con esta política tan rígida. Es cierto que
es complicado hacerlo en este momento. Hay una memoria colectiva
que cree que podemos ir al abismo. Hubiera sido más
fácil en la primera mitad de los 90, en pleno
crecimiento. ¿Peligros? No pongo las manos en el fuego
por la reacción de los grupos que generaron la debacle
de 1989, que podrían desatar una corrida contra el
peso. Pero con esta recesión es difícil imaginarse
una espiral inflacionaria.
¿Cómo se sale?
El pasaje debe ser hacia un régimen de flotación
como el de la inmensa mayoría de los países
desarrollados. Pero tiene que ser dentro de un esquema de
crecimiento con equidad, como se prometió. Habría
que reformar esta estructura impositiva regresiva, que se
acentuó en los 90. El chantaje de los que dicen
que si salimos vamos al abismo no se puede seguir soportando.
Hay que hacer una salida pautada y gradualista.
¿Cómo imagina el escenario post devaluación?
No puede quedar librado a las fuerzas del mercado. El
Estado debería tratar de acomodar las cargas; evaluar
que el sector financiero no se quede con una transferencia
de recursos del resto de la sociedad. Lo mismo ocurre con
las empresas privatizadas, que tienen sus tarifas en dólares.
Habría que negociar un replanteo de ese esquema o cobrarles
un impuesto especial. El costo de mantenerse en la convertibilidad
es mayor que el de salir. Y cuanto más tiempo pase
será peor.
Jorge
Vasconcelos
Fundación Mediterránea
Bajarían
los sueldos
Estados Unidos viene creciendo hace cinco años
a un promedio del 4,5 por ciento anual. El mundo reaccionó
de tres maneras distintas: los que crecieron igual, como México;
los que devaluaron, como la Unión Europea, Brasil y
los países asiáticos, y los países con
regímenes cambiarios más estrictos, como Hong
Kong y Argentina, que deflacionaron su economía. Si
se analiza la devaluación del Euro y del Real, por
poner dos ejemplos, fueron del 20 por ciento. Y la diferencia
de precios relativos entre Argentina y Estados Unidos, es
decir nuestra deflación contra su inflación
en los últimos cinco años, fue del 15 por ciento.
O sea que, en realidad, no perdimos tanto terreno. Lo que
ocurrió fue que, en los últimos cuatro años,
la presión tributaria aumentó un 2,5 por ciento
con relación al PBI. Y además subieron los servicios
públicos privatizados. Entonces, la deflación
es un promedio que no representa a los costos de producción,
que sí subieron. Por eso tenemos problemas de competitividad
y fiscales.
Entonces, si en vez de deflación hubiese habido una
devaluación del 15 por ciento, se estaría en
el mismo problema.
Exactamente.
¿No hay que cambiar el esquema cambiario?
Ecuador el año pasado devaluó, salió
del cambio fijo, y cayó en una crisis bancaria y en
quebrantos generalizados. La devaluación de Brasil
se instrumentó frente a la imposibilidad política
de avanzar en reformas estructurales. Su crecimiento no será
sólido y, además, sigue siendo el país
con peor distribución de renta de la región.
En Argentina una devaluación también volvería
a rebajar los sueldos, acentuando la regresiva distribución
de la riqueza.
Jorge
Carrera
de IEFE
No
hay que tener miedo
El tiempo de la convertibilidad se está acabando.
Ahora viene la disputa entre los que quieren un régimen
flexible y los que proponen la dolarización. A este
ministro le queda poco. Antes nos vendían el mito de
que el ajuste traía crecimiento y ahora que el problema
es psicológico. Por ese motivo proponen un shock de
confianza. Pero eso no resuelve el problema de falta de competitividad
en un mundo en el que todos han devaluado. Y nosotros estamos
asociados con la moneda equivocada. La Convertibilidad había
tenido una cierta capacidad de ajustar la competitividad.
Pero a partir de 1997, con las devaluaciones asiáticas
y luego brasileña, se perdieron esos avances. Ahora
es muy difícil seguir recuperando terreno con aumentos
de productividad, porque es imposible aguantarle el ritmo
a Estados Unidos.
¿La Convertibilidad tiene más costos que beneficios?
Seguro, lo que pasa es que aún perduran en la
memoria de la gente los beneficios. Además, Domingo
Cavallo hizo una expansión del gasto público
fenomenal. El es el culpable de que la convertibilidad no
haya funcionado. Si Cavallo hubiera sido suficientemente inteligente
para percibir que lapolítica fiscal era el único
elemento contracíclico que tenía, y hubiera
armado un fondo como el que se hizo con los bancos, ahora
no estaríamos sufriendo la actual crisis.
¿Qué pasa con la deuda pública en caso
de devaluación?
Cavallo cerró el candado y tiró la llave
al mar. Hay que ver cómo se sale: de manera traumática
o planeada; si lo decide el gobierno o los mercados. Y medir
costos y beneficios. En todo caso hay que hacer una lectura
a largo plazo y no temer lo que pase en un primer momento.
Adolfo
Sturzenegger
economista cavallista
Mantener
la estabilidad
No es el momento de salir de la convertibilidad. El
esquema instrumentado por Domingo Cavallo eliminó de
raíz el descontrol monetario del país y sigue
siendo necesario para mantener la estabilidad. La incertidumbre
de los factores económicos generada por el alto endeudamiento
de los sectores público y privado es el obstáculo
que está impidiendo salir de la recesión. Un
cambio del esquema cambiario produciría una desconfianza
aún mayor y no resolvería los problemas centrales
de la economía.
¿El 1=1 no se convirtió en un freno para el
crecimiento?
La convertibilidad es hoy un régimen menos fuerte
de lo que fue hasta mediados de 1998. El crecimiento de la
deuda y factores externos, como la revaluación del
dólar, lo debilitaron. Pero el camino es reforzarlo
con otras medidas. La principal es poner patas para arriba
toda la institucionalidad fiscal del país: ingresos
y egresos. Hay que remover la corrupción, cambiar la
deficiente estructura del sistema tributario, reducir la evasión
y promover un nuevo pacto fiscal. La ley de responsabilidad
fiscal no sirve porque no se cumple. El aumento del riesgo
país lo demuestra. La convertibilidad es insostenible
tal cual está, pero hay un camino por recorrer.
¿En qué momento el país podrá
ir hacia un esquema de cambio flotante, como la mayoría
de las economías del mundo?
No veo que sea necesario salir en ningún momento.
Si el país tuviera una solvencia fiscal absoluta, probablemente
se podría discutir la conveniencia, pero estamos muy
lejos de eso. En general, los economistas internacionales
prefieren los sistemas de flotación, pero también
muchos están hablando de una reducción del número
de monedas.
Héctor Valle
de FIDE
Replantear
el modelo
Hace rato que deberíamos haber salido del tipo
de cambio fijo, porque este esquema nos coloca en una situación
de vulnerabilidad frente al resto de los países. Sobre
todo a partir de la fuerte revaluación del dólar.
Con la devaluación de Brasil la asimetría con
el socio principal se ha tornado insostenible. Y no se trata
sólo del régimen cambiario, hay que replantear
el modelo. Instrumentar una reforma general que altere el
actual esquema de ganadores y perdedores. Cambiar las reglas
de juego de las empresas privatizadas, instalar una política
fiscal progresista y reformular las condiciones laborales,
tratando de elevar el nivel de ingresos. Laconvertibilidad
se instaló de la mano de una reforma conservadora;
hay que salir de la mano de una contrarreforma progresista.
Hay economistas que afirman que salir de la convertibilidad
significa más recesión y quebrantos generalizados.
Se debe salir con un gran consenso previo, que llegará
cuando se entienda que no hay otro camino para generar empleo.
Para evitar los quebrantos habría que instrumentar
un sistema que permita la refinanciación de los pasivos
de las pymes; me refiero a deudas de hasta 100 ó 150
mil dólares. El Banco Central debería otorgar
redescuentos a las entidades financieras con ese fin específico.
Habrá que disponer de una masa crítica de dólares
para sostener al sistema. Pero también las entidades
deberían requerir fondos a sus casas matrices.
¿No habría una caída de salarios y más
recesión?
No necesariamente, porque es muy difícil que
la inflación se dispare con la actual caída
de ventas y, en todo caso, sería por un lapso acotado.
Carlos
Melconian
M&S Consultores
Sin
chances de salir
La sociedad aceptó la dolarización de
la economía y ya no hay ninguna chance de salir. Una
economía tan dolarizada como la argentina no lo permite.
La sociedad está cómoda con esta situación.
Con la convertibilidad crecimos un 50 por ciento y vamos a
seguir creciendo. En todo caso se irá hacia una dolarización
total.
¿Se perderá la posibilidad de hacer política
monetaria?
Es cierto que un sistema flotante ayuda a amortiguar
impactos externos, como lo ha hecho Brasil. Eso se lee en
cualquier libro de economía; pero en el caso particular
argentino, con su larga historia de inflación, es preferible
tener un cambio fijo.
¿En cuánto influye el sistema cambiario en la
actual recesión?
En nada. Los problemas de confianza y desconfianza se
generan con cambios fijos o flotantes. Al contrario, con la
certidumbre del uno a uno, la gente se maneja de otra manera.
La actual recesión es coyuntural y se debe a un cúmulo
de factores que frenaron la inversión. Pero una vez
superada esta situación, no tengo dudas de que el mercado
se comportará mejor con convertibilidad que sin ella.
Lo mejor sería no discutir este tema.
¿Por qué?
Principalmente porque la salida de la convertibilidad
ya no es una cuestión que esté en manos de los
economistas, sino de los agentes económicos y de la
sociedad en general. La aversión de la gente al cambio
se vio claramente con el rechazo que sufrieron las declaraciones
de Raúl Alfonsín.
Alfredo
Eric Calcagno
ex funcionario de la ONU
Hay
que devaluar
Hay que salir del modelo económico neoliberal,
con convertibilidad incluida, y pasar a un modelo reformista.
Si sólo se altera el esquema cambiario la situación
no mejorará. Se habla del cambio de modelo como unacatástrofe
y ya ha ocurrido muchas veces en la historia argentina. Debemos
ir hacia un esquema progresista, por ejemplo, como el de Francia,
una democracia socialdemócrata.
¿Cómo se traduce en medidas económicas
esa reforma?
Es necesario nacionalizar las rentas petrolera, gasífera
y agrícola; instrumentar un plan de desarrollo industrial
y diseñar una política social y cultural en
consonancia, como medidas de fondo. En cuanto al corto plazo,
es imprescindible rescatar la autonomía de decisión
en política económica, no podemos seguir cumpliendo
las recetas de los organismos internacionales. También
hay que recuperar instrumentos de política económica,
en especial los monetarios y financieros, mediante la subordinación
del Banco Central al poder político. En ese contexto
hay que devaluar. También se debe abandonar la teología
neoliberal del ajuste perpetuo y reactivar en lugar de ajustar.
Mal le hubiese ido a Estados Unidos si en la depresión
del 30 continuaba con la política de ajuste en
lugar de la de expansión que instrumentó Franklin
Roosevelt.
¿Cómo se soluciona el problema de los deudores
en dólares?
Toda devaluación tiene ganadores y perdedores.
Mi propuesta es que la paguen los que ganaron en la última
década: el sistema financiero. Habría que instrumentar
un desagio y que los créditos se paguen en pesos al
tipo de cambio vigente al otorgarse el préstamo.
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