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ECONOMíA EN PAGINA/12 WEB
25 FEBRERO 2001








- La fragilidad de la Convertibilidad es hoy tan grande que ni siquiera los más fervientes defensores de las recetas de Washington confían
en que, aplicando el megaajuste fiscal que quisiera López Murphy, Argentina no fuera a caer en una nueva crisis dentro de cuatro meses.

- Hay indicadores evidentes de que la economía argentina está gravemente enferma
y no precisamente porque los políticos no hayan hecho en los últimos tiempos los “deberes” exigidos por los mercados.

- “Hay que olvidarse de la idea de que los problemas que tenemos son políticos”, soltó esta semana ante un selecto auditorio uno de los principales consultores
de la city.

- En la visión de un economista cercano
a López Murphy,
aun si la gestión
de su amigo fuera exitosa,
es seguro que “la sociedad no va a percibir la reactivación este año”.

- El año electoral ya se presenta como una pesadilla para la Alianza.
Pero en el establishment financiero existe una interpretación todavía
más terrorífica para sus dirigentes.

 

 

...Y con el mazo dando

Por Maximiliano Montenegro

Hay que olvidarse de la idea de que los problemas que tenemos son políticos”, soltó esta semana ante un selecto auditorio uno de los principales consultores de la city. Esa idea fue la que publicitó Machinea desde la salida de Chacho Alvarez del Gobierno y la que volvieron a instalar en los últimos días los adláteres de Ricardo López Murphy, buscando encolumnar a la Alianza tras un nuevo ajuste fiscal. Sin embargo, hay indicadores evidentes de que la economía argentina está gravemente enferma y no precisamente porque los políticos no hayan hecho en los últimos tiempos los “deberes” exigidos por los mercados. Más aún, la fragilidad de la Convertibilidad es hoy tan grande que ni siquiera los más fervientes divulgadores de las recetas de Washington confían en que, aplicando el megaajuste fiscal que quisiera López Murphy, Argentina no fuera a caer en una nueva crisis dentro de cuatro meses. “Esta es la última oportunidad de la ortodoxia y no estoy seguro de que vaya a salir bien”, confesó el economista, defensor a rajatabla de la receta ortodoxa y de diálogo directo con el nuevo ministro.
Este es el panorama que evalúa en estas horas López Murphy y los fantasmas con los que deberá convivir su gestión son:

La más larga. Ya van 33 meses de recesión, la más larga de la historia argentina, incluso comparando con la depresión provocada por el crac financiero mundial del ‘29. Los datos de actividad de febrero no muestran ninguna señal de salida. Tanto es así que el propio jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, admitió que “esto se parece más a una depresión que a una recesión”.

Ajuste I. Durante estos últimos tres años, el PBI per cápita cayó 8 por ciento, pero, teniendo en cuenta que parte del producto son exportaciones, el ajuste del gasto per cápita de los argentinos fue todavía mayor: 11 por ciento. A menos que ocurra un milagro, a fines del 2001 el PBI per cápita será un 10 por ciento menor en relación al del ‘98. De otro modo, el producto del trabajo de cada uno de los argentinos es menor que hace tres años.

Chau Primer Mundo. No hay duda de que Argentina está perdiendo el tren del crecimiento mundial y que el Primer Mundo queda cada vez más lejos. El año pasado el PBI cayó 0,3 por ciento (el segundo país de peor desempeño en el mundo), mientras que el mundo en promedio creció un 5 por ciento, el registro más alto de los últimos 17 años. Según los expertos en desarrollo, un país subdesarrollado debería por lo menos duplicar o triplicar la tasa de crecimiento mundial para aspirar alguna vez a “graduarse” de desarrollado.

Ajuste II. La involución de la economía en su conjunto nada dice de quiénes pagaron el mayor costo. El nuevo salto de la pobreza, estabilizada en niveles del 30 por ciento, y el empeoramiento irrefrenable de la distribución del ingreso, aun comparado con los tiempos de la hiperinflación, revelan que el ajuste golpeó especialmente a la clase media y baja.

Desinversión. El derrumbe de la inversión en lo que va de la recesión fue del 24,5 por ciento. Si se hubiera mantenido el nivel de inversión del ‘98, hoy se invertiría 28.000 millones de dólares más. Más aún, la inversión actual que realizan los empresarios en Argentina ni siquiera alcanza para reponer el stock de capital obsoleto. No hace falta aclarar que con semejante bajón de la inversión no sólo se destruyen puestos de trabajo sino también la posibilidad de elevar la productividad y, en consecuencia, de mejorar la competitividad de la producción nacional frente a la extranjera.

Ajuste III. Si hoy existe un punto de coincidencia entre los economistas de las más diversas tendencias es que el peso está sobrevaluado. Algunos dicen que el problema es la falta de competitividad y otros, en cambio, se refieren sin vueltas al atraso cambiario, que hace que los costos en dólares sean demasiado elevados. Pero están hablando de lo mismo: ¿cómo hacer rentable en dólares la producción argentina cuando todo el mundo, empezando por Brasil, viene devaluando sus monedas? López Murphy está convencido de que ésta es una de las causas principales de por qué Argentina sigue sumergida en la recesión. Y, por eso, su receta de ajustar el gasto público no sólo tiene que ver con dar una señal más a los mercados sino también con rebajar impuestos (como los aportes patronales) para abaratar costos empresariales. Sin embargo, el planteo puede hacerse de manera más cruda, como lo hizo el consultor estrella de la city esta semana: “¿Cuánta deflación es necesaria para ser competitivos?, ¿cuánto tienen que caer los salarios nominales, los precios de los insumos, las tarifas de los servicios públicos privatizados para que Argentina sea rentable?”, se preguntó ante un auditorio que podría llamarse “mercado”.

No es argentino. Una serie de factores externos que hace apenas dos meses jugaban a favor e hicieron entusiasmar a Machinea, se dieron vuelta y empezaron a conspirar contra la salud de la Convertibilidad. Primero: El real dejó de apreciarse frente al peso y empezó a devaluarse (casi 6 por ciento en los últimos dos meses). Segundo: el dólar (y por lo tanto el peso) dejó de devaluarse frente al euro y empezó a apreciarse (casi 3 por ciento en dos meses). Ambos factores encarecen los productos argentinos en dólares y abaratan las importaciones, lo que descoloca a la producción nacional. Tercero: los precios de las commodities (productos básicos) que exporta Argentina dejaron de subir y ahora van para abajo. Por ejemplo, en los últimos dos meses, los precios de la soja cayeron 12 por ciento y los del maíz 6 por ciento. Pero, además, las cotizaciones están en el piso histórico: el precio del aceite de soja, por caso, es casi un 50 por ciento menor a los valores promedio del período ‘96/’97. Cuarto: Argentina sólo tiene ventajas competitivas para exportar en sectores donde los países centrales cada vez aplican más barreras proteccionistas. Quinto: la Reserva Federal norteamericana viene bajando la tasa de interés para evitar una recesión y, aunque ahora hay algunas dudas, es probable que siga haciéndolo en el futuro. Cuando la tasa de interés en Estados Unidos desciende, entonces los países llamados “emergentes” como Argentina tienen más chances de atraer capitales tentados por una rentabilidad mayor, con lo cual la tasa de interés que paga el país para endeudarse también debería caer. Sin embargo, hay quienes dicen que la desaceleración de la economía norteamericana será más larga de lo que se prevé. Y por lo tanto no se puede asegurar que la baja de la tasa de interés necesariamente implique un reflujo de capitales hacia estas latitudes y una caída del riesgo de los países emergentes. Si la economía norteamericana entra en recesión difícilmente los fondos de inversión norteamericanos busquen poner la plata en activos de riesgo en el resto del mundo sino todo lo contrario: optarán por colocaciones más conservadoras (como los títulos del Tesoro norteamericano), pero seguras, para resguardar los ahorros de una sociedad más asustada y “empobrecida”.

Ajuste IV. Como adelantó Página/12, López Murphy deberá renegociar las metas de déficit fiscal del primer trimestre del año con el Fondo Monetario Internacional, porque hay un agujero de por lo menos 400 millones. Pero desde el Fondo ya aclararon que no habrá problema de reprogramar ese meta si no se toca la meta anual de déficit. Traducido: habrá que realizar más ajuste en lo que resta del año para compensar el desvío de los primeros meses del año, que no tiene otra causa que la magra recaudación tributaria producto de la recesión. En eso trabaja por estas horas, tijera en mano, el más liberal de los ministros radicales.

Temperatura. López Murphy quiere no sólo el respaldo de De la Rúa sino también de la Alianza tras una nueva cruzada de ajuste. Y su carta de presión sobre la clase política es la amenaza latente de un golpe de mercado. Juan Luis Bour, que quedó a cargo de FIEL para decir desde el sector privado lo que López Murphy por ahora no se atreve desde el público, descubrió la estrategia. “Los políticos están jugando con fuego”, dijo primero. Y luego advirtió que el ministro dilecto de los mercados podría pegar un “ruidoso portazo” en caso de que no obtuviese el respaldo político al paquete de ajuste. Sin embargo, el ministro debería tener en cuenta que, además de la clase política en el año electoral, está la sociedad, que muchas veces no sigue los tiempos de la política. Según un relevamiento del Centro de Estudios para la Nueva Mayoría, que dirige Rosendo Fraga, los cortes de ruta, un buen termómetro de la temperatura social, aumentaron de 51 en 1998 a 252 en 1999, el primer año completo de recesión, y saltaron hasta los 514 el año pasado. Semejante incremento no sólo se explica por el descontento provocado por tanto tiempo de recesión sino también por los recortes al gasto público aplicados por Machinea, que además de los salarios públicos incluyó la poda de los planes Trabajar, subsidios de desempleo y distintos planes de asistencia regional (desde educación hasta vivienda). Si aleja del alcance de la tijera los salarios, estas últimas áreas son la parte llamada “flexible” del gasto. Y si López Murphy cayera en la tentación, como ya lo hicieron Roque Fernández y Machinea, es de prever que la temperatura social se hará agobiante. Más aún, los funcionarios del FMI ya no podrán decir que desconocen esta realidad social porque la empezaron a vivir en carne propia. La última vez que estuvo en Buenos Aires, por primera vez en casi una década de viajes, Teresa Ter Minassian tuvo que recurrir al servicio de guardaespaldas para moverse por el microcentro. Hugo Moyano ya anunció que cortarán la ruta Ezeiza/Buenos Aires, por donde la semana próxima debería trasladarse el chileno Tomás Reichman, nuevo jefe de las misiones del FMI a Argentina, quien entonces deberá requerir los servicios de un helicóptero para sortear el corte. Si López Murphy cumple con su objetivo, la próxima vez que venga, ¿Reichman deberá pedir un tanque para desplazarse?

Efecto Murphy. ¿Cuánto durará la luna de miel de López Murphy con los mercados?, se preguntó el consultor en el selecto seminario con banqueros. Fue el miércoles, cuando ya se había agotado el “efecto Murphy” del lunes de euforia en los mercados, y antes de que empezaran a sonar fuerte los rumores de renuncia del ministro recién designado. La respuesta fue que, aun si pudiera avanzar con su receta de ajuste ortodoxo y López Murphy sea sinónimo de mercado, el riesgo país no bajaría en promedio a lo largo del año de los 680 puntos básicos (6,8 puntos porcentuales de tasa de interés adicional por sobre lo que paga el Tesoro norteamericano para endeudarse). Y con ese nivel de tasa de interés, Argentina podría crecer apenas 1 por ciento este año.

Ajuste V. “Nadie puede asegurar que aun aplicando otro ajuste dentro 4 meses no tengamos otra crisis”, se sinceró el consultor de la city. Esa es la parte más cruel de la historia para De la Rúa. La dependencia de la Convertibilidad del movimiento de los capitales financieros es hoy tan grande que nadie, ni siquiera los que en otro tiempo vendían como infalible la receta del ajuste para ganar la confianza de los inversores, puede asegurar que no se vaya a desembocar a corto plazo en otra crisis si aparece otro “país emergente” en dificultades como ocurrió hace poco con Turquía. Peor aún, podría repetirse el círculo vicioso del año pasado, en el que más ajuste significa más recesión, menos recaudación y más debilidad en la cuentas fiscales y más fragilidad financiera. Sea como fuere, quedaría claro que la causa no serían ni la verborragia de Alfonsín, ni los cabildeos de Chacho Alvarez ni el estado de duda permanente de De la Rúa sino, como alguna vez dijo Clinton en campaña electoral: “Es la economía, estúpido”.

El regreso. El año electoral ya se presenta como una pesadilla para la Alianza. Para colmo, en la visión del consultor cercano a López Murphy, aun si la gestión de su amigo fuera exitosa, es seguro que “la sociedad no va a percibir la reactivación este año”. Pero en el establishment financiero existe una interpretación todavía más terrorífica para los dirigentes de la Alianza. Dice que el nombramiento de López Murphy es el último intento de De la Rúa por conservar el poder político, y en caso de fallar la apuesta, debería ceder directamente la autoridad a Domingo Cavallo como ministro de Economía.