Dar
La Argentina generó
ciencia económica original en toda su historia, incluso en
la colonia. Los jesuitas enseñaron a los guaraníes
técnicas de producción agrícola, y consiguieron
que en la mitad de una semana laboral (6 días) cada familia
indígena produjera su propia subsistencia, y en la otra mitad
pudiera trabajar en la fabricación de manufacturas para la
comunidad. Gonzalo de Doblas enunció (en 1785) la división
jesuítica del tiempo de trabajo en Subsistencia + Acumulación,
lo que en la literatura mundial haría J. Stuart Mill en 1857.
En 1801, el ingeniero Cerviño expuso la organización
de la pampa en coronas de círculo, con centro en Buenos Aires
y una explotación rural distinta en cada una. Ese planteo
se atribuye al libro El Estado aislado (1826) de Von Thünen,
creador de la economía espacial. En 1891, a raíz de
la crisis de 1890, el comerciante de Buenos Aires, Silvio Gesell,
publicó una obra sobre la moneda en la que propuso un mecanismo
para que la población gastase más rápido su
dinero y así se mantuviera a un nivel alto la actividad económica:
cada billete tenía una fecha de vencimiento impresa, y casillas
adonde debían adherirse estampillas cada tanto, las que tenían
un costo; si no se adherían, el billete quedaba sin valor,
y si se adherían, el tenedor perdía el importe de
la estampilla, por lo que se veía inducido a desprenderse
del billete. Las ideas de Gesell fueron consideradas por el propio
Keynes anticipadoras de su teoría de la demanda efectiva,
publicada en 1936. En 1919, el ingeniero Teodoro Sánchez
de Bustamante publicó el gráfico de la curva de ingreso
marginal, que sería proclamada como un descubrimiento propio
(realizado en 1928) por Sir Roy Harrod; tal curva sirvió
para representar el monopolio de Cournot (publicado en 1838), pero
también para el análisis de las formas de mercado
monopólicas y en particular la teoría de la competencia
imperfecta, según la versión publicada en 1933 por
Joan Robinson. En 1923, el profesor de la UBA Hugo Broggi expuso
los fundamentos de la existencia de solución en modelos de
equilibrio general, anticipando los trabajos de Remak, Zeuthen,
Stackelberg, Neisser y Wald, publicados en 1930-34. En 1941, José
Barral Souto resolvió con inecuaciones lineales el problema
de los costos comparativos, anticipando la técnica de programación
lineal (1947) y la solución del mismo problema por Samuelson
(1948).
Recibir
La
Argentina fue asimismo ávida receptora de la ciencia económica
generada en el resto del mundo. La escolástica tardía,
de Lessius, Molina y Lugo, ingresó de la mano de los jesuitas.
El mercantilismo vino con la administración española,
incluso en versiones hispánicas como la obra de Ward. El
liberalismo económico, en la versión de los fisiócratas,
fue traído por Manuel Belgrano, quien publicó en Buenos
Aires en 1796 dos traducciones propias extraídas del periódico
Efemérides del Ciudadano, editadas por los seguidores de
Quesnay. El liberalismo, en la versión de Adam Smith, apareció
en 1797, en un discurso de Escalada en el Consulado de Buenos Aires,
adonde citaba la versión castellana abreviada hecha por Martínez
de Irujo. Vieytes publicó un compendio de la Riqueza
de las Naciones en su Semanario de Agricultura, Industria
y Comercio, y también en el Correo de Comercio, fundado por
Manuel Belgrano, aparecieron en sus primeros números transcripciones
literales de capítulos de la Riqueza de las Naciones. La
obra de J.B. Say fue el texto favorito de economía en la
primera mitad del siglo XIX, junto a A. Smith, y no es descartable
que el propio Mariano Moreno lo haya consultado para redactar la
Representación de los Hacendados (1809). La teoría
ricardiana se hizo presente en 1823, en la versión light
publicada por James Mill en 1821, obra usada para enseñar
el primer curso de Economía Política en la UBA, en
1824, dado por el creador de la moneda nacional, Pedro José
Agrelo. John Stuart Mill fueconsultado con interés luego
de Caseros, por ex profesores de Economía: Dalmacio Vélez
Sarsfield, Nicolás Avellaneda, Vicente Fidel López.
La obra de Marx fue presentada en castellano por Germán Ave
Lallemant, en su periódico El Obrero, y luego en la traducción
castellana del tomo 1 de El Capital, debida a Juan B. Justo (1898).
El socialismo de Estado, de Adolf Wagner, fue introducido por José
A. Terry en su cátedra de Finanzas Públicas. La teoría
espacial de Launhardt, por Alberto Schneidewind, en su cátedra
de Ferrocarriles. La teoría neoclásica o marginalista,
de Walras y Pareto, por Luis Roque Gondra y Hugo Broggi, en un curso
libre de economía pura dictado en 1918. El institucionalismo,
por Juan José Díaz Arana y Enrique Ruiz Guiñazú
en 1920. El keynesianismo, por Raúl Prebisch, en un plan
de reactivación económica lanzado el 28 de noviembre
de 1933.
|