LA INMINENTE VISITA DEL COMETA ISON Y UNA MIRADA A LOS “CLáSICOS” DE LAS úLTIMAS DéCADAS
Fantasmas de largas y elegantes colas neblinosas, que se arrastran entre las estrellas. Brillan, deslumbran y sacuden la curiosidad hasta del más distraído. Y luego de algunas semanas, se van, así como vinieron. Durante milenios, los cometas asombraron y espantaron por igual a la humanidad, encendiendo toda clase de miedos y supersticiones. Y su propio carácter insolente e impredecible hizo que, tantísimas veces, culturas de todas partes del planeta vieran en ellos las funestas señales celestiales de inminentes desastres naturales, guerras, hambrunas, pestes y toda clase de calamidades. Recién en los tiempos de Tycho Brahe, Isaac Newton y Edmond Halley, la astronomía comenzó a comprenderlos y a domesticarlos, bajo las mismas leyes que rigen el movimiento de los planetas. Hoy sabemos que, en el fondo, y detrás de esos espléndidos ropajes, los cometas no son más que pequeñas “bolas de nieve sucias”, helados y desprolijos amasijos de hielo, roca y polvo que, cuando se acercan al Sol, sufren una extraordinaria metamorfosis. Gusanos que se convierten en espléndidas mariposas.
LA EXPECTATIVA POR LA LLEGADA DEL COMETA DESCUBIERTO POR LA INTERNACIONAL SCIENTIFIC OPTICAL NETWORK
El cometa detectado el 21 de septiembre de 2012, desde Kislovosk, Rusia, promete un nuevo espectáculo astronómico memorable, aunque en verdad el resultado sea todavía incierto, para desgracia de los fanáticos de la observación de los cielos. Si se cumplen las expectativas, hacia el 15 de noviembre ya se podría empezar a verlo a simple vista.
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