La violencia es un problema social que irradia sus efectos a todas las instituciones de la sociedad. Penetra en la escuela con cualquiera de sus actores, sean éstos adultos o jóvenes. Los fenómenos de violencia extrema que los medios reproducen permanentemente y que tienen por escenario a las escuelas se manifiestan en ellas, pero no son estrictamente escolares. Son producto de modelos de consumo difundidos desde la TV, Internet u otros canales disponibles, que ponen como eje de cualquier tema a la agresión y el desprecio por la vida. La venta de ideales de belleza y perfección siempre y cuando se consuma algún producto determinado y la permanente descalificación de los que no reúnen “los requisitos para triunfar en la vida” son componentes de la misma semilla potenciadora de violencia, así como el exclusivo guión en cualquier ámbito social y /o disciplina, según el cual los conflictos solamente pueden resolverse por canales violentos.

Un triste ejemplo es el fútbol con su perverso componente de exitismo y/o gesta patriótica nacional o internacional y del mensaje de que “hay que ganar como sea” o el protagonismo, impunidad y espacio que se otorga a la difusión –desgracias incluidas– de quienes son barrabravas y todo lo que rodea a estas personas. Esto llega a la escuela, pero qué o quién lo genera, les pregunto a quienes parecen disfrutar al interrogar a los docentes sobre hechos de violencia.

Raúl Moroni

DNI 10.439.762