CIENCIA › EL MINISTRO DE CIENCIA EXPLICA LOS NUEVOS DESAFíOS DEL SISTEMA CIENTíFICO NACIONAL
Lino Barañao traza un diagnóstico del estado de la ciencia en el país. La tarea en marcha para fortalecer las empresas de base tecnológica, cómo potenciar la creatividad juvenil, de qué manera lograr la federalización en el área. Y anuncia un nuevo canal científico de televisión.
› Por Pablo Esteban
El Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva fue creado en diciembre de 2007 por la presidenta Cristina Fernández y se destaca, a nivel regional, por ser el primero en Latinoamérica que contempló a la innovación productiva bajo la misma esfera que a la ciencia y la tecnología. La distinción no representa sólo un asunto nominal, pues todas las políticas públicas que se planifican y se ejecutan desde la cartera articulan los tres campos con la intención de fortalecer un nuevo modelo productivo que genere mayor inclusión social y mejore la competitividad de la economía argentina, bajo el paradigma del conocimiento como eje del desarrollo.
En diálogo con Página/12,el ministro Lino Barañao opina sobre la importancia de articular relaciones tanto en el ámbito nacional así como también a nivel regional e internacional; describe su interés en robustecer las empresas de base tecnológica para potenciar la creatividad juvenil y generar pleno empleo, y señala los nuevos desafíos que debe afrontar el sistema científico nacional para resolver dos nudos históricos fundamentales como son la federalización y la divulgación.
–Leí que usted define al Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva como un “ministerio de servicios”. ¿A qué se refiere?
–Lo veo de ese modo porque lo que nosotros hacemos se transmite de manera mediatizada, excepto la divulgación. Es decir que el área aporta herramientas e instrumentos para que otras carteras (como Salud, Industria, Planificación, etc.) trabajen de manera más efectiva y realicen sus actividades con un mayor nivel de complejidad.
–Existen países en Latinoamérica que sin tener un Ministerio especializado en el área, como en el caso de Chile, logran desarrollar proyectos importantes con investigaciones de calidad. ¿Cuál es la ventaja con que cuenta Argentina?
–Justamente hace un tiempo estuve en Chile y compartí la experiencia que supone tener un Ministerio especializado en Ciencia y Tecnología: la presidenta Michelle Bachelet tiene la iniciativa de crear uno. Tener un ministerio permite combinar aquellos componentes que son esenciales para que el conocimiento tenga un impacto económicosocial; me refiero al campo de la investigación y al sector empresarial. La academia recibe fondos y produce conocimiento, pero necesita de empresas –ya sean públicas, privadas o mixtas– que aprovechen ese cuerpo de saberes generados y que lo conviertan en productos útiles a la realidad concreta de las personas. Actores capaces de generar, por ejemplo, medicamentos y software, y comercializarlos en el mercado. En contraposición, si un país tiene por un lado una Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt), y por otro lado, una Corporación de Fomento de la Producción (Corfo), el sendero se hace mucho más difícil de transitar. Se necesita aceitar la articulación.
–¿Cómo describiría la articulación entre los actores públicos y los privados en el ámbito científico? El sector privado tan sólo aporta el 25 por ciento en el área...
–Sí, es cierto. No obstante, eso no implica que los empresarios argentinos sean amarretes, sino que, al momento, nuestro país tiene menos empresas que dependen de la innovación para subsistir. Las empresas de software en Argentina invierten en proporción lo mismo que cualquiera en Estados Unidos. Estoy seguro de que en la medida en que el sector de la innovación crezca y consolide diversos espacios, la inversión privada equiparará a la pública.
–¿Y qué puede señalar respecto a la coordinación de actividades y proyectos entre las instituciones que conforman el sistema científico nacional?
–Hemos creado una Secretaría de Articulación científico-tecnológica. Desde aquí, organizamos reuniones con el objetivo de vincular áreas clave para el desarrollo científico y optimizar el empleo de los recursos existentes para mejorar la eficacia entre los programas y proyectos de las instituciones. Por otra parte, un punto clave que dinamiza el sistema es el diseño de proyectos que comprometen la participación de varios actores en simultáneo. Desde esta perspectiva, acciones como el Plan Argentina Innovadora 2020 es ilustrativo al respecto. De todas maneras no hace falta tener a todos los organismos bajo el mismo paraguas sino que lo importante es proponer desafíos que generen consensos importantes, como sucedió en Pampa Azul.
–La puesta en marcha de un megaproyecto que involucra a siete ministerios...
–Exacto. Pampa Azul es una iniciativa estratégica de investigaciones científicas en el Mar Argentino que incluye actividades de exploración y conservación; de innovación tecnológica para los sectores productivos vinculados al mar; y de divulgación científica dirigida al público en general. Por primera vez siete ministerios están comprometidos en un mismo proyecto. Gracias a esta cohesión, se sancionó en el Congreso la ley para crear Promar (julio 2015), instrumento orientado al financiamiento que fija un piso de 250 millones de pesos. Es un desafío enorme que, además, integra a todo el Poder Ejecutivo y cuenta con el aval del Poder Legislativo.
–Entendí la articulación a nivel ministerial y, luego, el vínculo en relación a otras carteras. ¿Cómo describiría el robustecimiento de los lazos a nivel regional?
–Nuestra propuesta es que Argentina sea el nexo entre Latinoamérica y la Unión Europea en el ámbito científico y tecnológico. Nuestro país cuenta con una prestigiosa sede del Max Planck, participa de los desarrollos del CERN (European Organization for Nuclear Research) y sus avances ligados al campo de la física de partículas, forma parte del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), el único país en la región, y abre sus puertas para que los estudiantes latinoamericanos realicen cursos interdisciplinarios a partir del desarrollo del Centro Latinoamericano de Formación Interdisciplinaria (Celfi). El objetivo es que comiencen a tejerse redes de estudios latinoamericanos porque contamos con capacidades suficientes para formar profesionales que resuelvan problemas locales con enfoque regional.
–¿Podría brindar algún ejemplo que ilustre el fortalecimiento? Sé que con Brasil el vínculo es muy bueno...
–Con Brasil tenemos un vínculo muy importante gracias a la interacción entre los investigadores así como también por la consolidación de centros como el Cabnn (Centro Argentino-Brasileño de Nanociencias y Nanotecnologías). De hecho, hace unos años la revista Nature realizó un estudio de relevamiento acerca de la cooperación internacional y, en efecto, indicó que nuestro país y Brasil se vinculaban más y mejor que los países nórdicos (como Estados Unidos y Canadá) entre sí. Por otra parte, con Chile hemos avanzado en la planificación de proyectos vinculados al Mar Austral y en la construcción del laboratorio subterráneo para estudiar energía y materia oscura.
–¿Cuáles cree que son los principales desafíos que deberá enfrentar el Ministerio en el futuro?
–Lo que me preocupa es que no se está financiando ciencia de alto riesgo. Siempre la humanidad creyó que lo sabía todo. En el año 1896 querían cerrar la oficina de patentes de Estados Unidos porque pensaban que ya no había más nada para inventar. Como rezaba la famosa frase de una física norteamericana: “El mayor obstáculo para el progreso de la ciencia no es la ignorancia sino la ilusión de conocimiento”. Por eso es tan importante detectar preguntas novedosas. Los países que mejor calidad de vida presentan no tienen recursos naturales sino cerebros que funcionan de una manera coordinada. Hoy la materia gris es una riqueza invaluable. No sólo debemos aumentar el PBI per cápita sino que necesitamos que lo obtenido se distribuya mejor, que crezca el nivel de equidad alcanzado. Mejorar las condiciones de acceso y participación.
–Desde este lugar, ¿qué acciones se llevan a cabo desde su cartera para revertir el centralismo del sistema científico y tecnológico?
–La federalización es un punto en el que debemos redoblar esfuerzos para conseguir mejores resultados. Muchas provincias ya elevaron a rango de Ministerio el área de Ciencia y Tecnología. Por otra parte, pienso que es clave el desarrollo de las economías regionales a partir de la promoción de las innovaciones. Existen problemas que no se circunscriben al ámbito provincial, resulta vital pensar desde un enfoque más abarcativo.
–¿Y esto qué implica?
–Tenemos que estructurar cadenas productivas que tengan masa crítica. Como menciona nuestra presidenta, “necesitamos industrializar la ruralidad” mediante la generación de empleos de calidad y la incorporación de tecnologías. Hemos hecho un trabajo muy importante con la organización de talleres de bioeconomía –un tercio de la economía mundial pasa por la biotecnología– en los que se trata de potenciar las particularidades de cada región.
–Por último, ¿qué lugar ocupa la divulgación?
–Como dije, es el único producto que llega directamente al ciudadano. En el área divulgativa, hemos impulsado varias iniciativas como el Centro Cultural de la Ciencia que tendrá un museo llamado “Lugar a dudas”, cuyo curador será el doctor Diego Golombek; la Feria Tecnópolis en la que participamos con más de 20 stands y, luego, el lanzamiento de nuestro propio canal Tectv.
–¿Un canal de televisión? ¡Qué novedoso!
–Tan novedoso que es el único Ministerio de Ciencia a nivel mundial con un canal de televisión propio. Nuestra idea es legitimar, mediante este tipo de propuestas, los enormes esfuerzos de divulgación que realizan nuestros investigadores y periodistas.
–¿Y los papers?
–Son necesarios, por supuesto. Sin embargo, pienso que tienen mucho más impacto este tipo de iniciativas a las que puede acceder un mayor número de personas que la pequeña cantidad que lee papers. Para nosotros la divulgación es tan importante como la investigación de calidad que promovemos.
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