CIENCIA › LA TRAYECTORIA DE BARAñAO

Ciencia y gestión

Lino Barañao nació en 1953 con un motor incorporado en su cuerpo: la curiosidad. Desde pequeño exhibió una voracidad enciclopédica que se palpaba en su profundo interés por saber todo acerca de todo. Sin perder tiempo, a los 16 años terminó sus estudios en el Colegio Nacional N°3 Mariano Acosta y dos años más tarde ya se desempeñaba como docente ad honorem en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Allí se recibió de licenciado en Ciencias Químicas y obtuvo el premio al mejor egresado de la Asociación Química Argentina. Por aquella época, comenzó a realizar sus investigaciones en el Instituto de Biología y Medicina Experimental y preparó su tesis bajo la dirección de Eduardo Charreau. Así fue como Barañao pasó de licenciado a doctor a partir de su trabajo “Regulación periférica del mecanismo de acción androgénica”, presentado en 1981. Luego viajó a Estados Unidos, al Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), y a Alemania, al Instituto Max Planck (Munich), y se especializó en biología celular, fisiología de la reproducción y biotecnología animal.

En 1984 regresó a Argentina con la firme convicción de mejorar el sistema científico para alcanzar los niveles que había observado en el extranjero. Un año más tarde, se creó la Asociación de Personal de Conicet y fue elegido como su primer presidente. Con rapidez, una vez más, comprendió que la gestión distaba mucho de ese pequeño mundillo encapsulado que constituía su laboratorio. A partir de aquí, sus experimentos ya no fueron con hormonas sino con instrumentos de financiación. Del mismo modo que en su juventud, se desmarcó del tiempo y aprendió una máxima que, incluso ahora, articula su trabajo: la aplicación de las ciencias, las tecnologías y las innovaciones son útiles siempre y cuando transformen la vida de las personas. Presidió la Asociación Argentina de Biología (1995-1996) y la Comisión Asesora de Tecnología del Conicet (1999-2000); fue secretario de Investigación de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (UBA) (2002-2003) y presidente del Directorio de la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (2003-2007).

En 2007, se enteró de que Cristina Fernández iba a una reunión de investigadores realizada en Estados Unidos. Allí, el matemático y divulgador Adrián Paenza los presentó y, entre risas y nervios, Barañao pudo intercambiar algunas ideas. Ella le comentó que mediante un microscopio había logrado diferenciar un núcleo de un citoplasma en una célula. El quedó maravillado con una candidata presidencial que sabía sobre ciencia. En diciembre del mismo año, el Gobierno creó el Ministerio para atender los problemas del área y desde aquel entonces, Barañao ejerce el cargo de ministro. Dice que se siente un afortunado por ser uno de los pocos científicos que, a nivel mundial, tiene la posibilidad de administrar la cartera en la que se especializa.

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