Miércoles, 14 de octubre de 2015 | Hoy
ECONOMíA › OPINIóN
Por Alejandro Vanoli *
Un Banco Central que promueva el desarrollo con equidad y un sistema financiero orientado a la economía y al financiamiento productivo son principios que –lejos de quedarse en una declaración de intenciones– se convirtieron en una realidad concreta.
El fuerte incremento del crédito, especialmente al sector productivo y a las pymes, el crecimiento del ahorro en moneda local y la estabilidad financiera y cambiaria que se han verificado en los últimos doce meses son testimonio de avances fundamentales que a la vez se proyectan hacia el futuro.
La posibilidad de esta transformación se gestó a partir de la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, que habilitó herramientas para que el Estado pudiera actuar como orientador del crédito, estimulando al sector financiero a prestar atención a las necesidades de la producción.
Estos ejes de gestión no tienen marcha atrás, a pesar de la sorprendente amenaza de sectores de la ortodoxia, que sienten nostalgia por un período en el que se privilegió la valorización financiera y el Banco Central veía limitada su potestad de control y supervisión.
Es importante resaltar que la Argentina ha desarrollado fortalezas que le permiten enfrentar con solidez un escenario internacional complejo, con caída de la producción y del comercio mundial, bajas en el precio de las materias primas y fuerte volatilidad financiera con salida de capitales de países emergentes.
A pesar de este panorama, la economía argentina ha recuperado el sendero de crecimiento, con 3,8 por ciento de aumento según el EMAE de junio; mantiene una baja tasa de desempleo del 6,6 por ciento –menor que la de varios países desarrollados–, un reducido déficit en la cuenta corriente del balance de pagos y una inflación con tendencia descendente.
Es decir, no hubo apocalipsis, fin de ciclo o estallidos como aquellos que los profetas de la crisis vienen anunciando hace doce años sin éxito, confundiendo la realidad con sus propios deseos.
Es relevante entonces poner en blanco sobre negro muchos de los avances registrados en el último año en la gestión del Banco Central, que consolidan una etapa de transformación y a la vez sientan las bases para continuar la tarea. Entre ellos, pueden destacarse los siguientes:
- Se fijó un piso para las tasas de interés que perciben los ahorristas, estimulando el ahorro en pesos. Desde entonces, los plazos fijos minoristas crecieron más del 53,3 por ciento y los totales, más de 45 por ciento.
- Se profundizó el alcance y la magnitud de la Línea de Crédito para Inversión Productiva, que permitió desembolsar más de 137.000 millones de pesos desde su creación. Con el objetivo de garantizar el acceso a mayor financiamiento por parte del sector productivo, en julio de este año se fijó para esta Línea una tasa del 18 por ciento y se resolvió que las entidades financieras deberán destinar el 7,5 por ciento de los depósitos del sector privado para estos créditos. Así, el cupo semestral de esta línea aumentó un 81 por ciento, en el contexto de un incremento general del crédito, que verificó un crecimiento de casi 32 puntos en los últimos doce meses.
- Se afianzó la política de administración del tipo de cambio. Se descartó explícitamente un movimiento abrupto en materia cambiaria y se estabilizaron las expectativas, que se reflejaron en una reducción de 32 puntos porcentuales en la brecha entre el tipo de cambio y el implícito en la operatoria de contado con liquidación.
- Se puso en marcha el swap de monedas con el Banco Central de China, en el marco de una asociación estratégica integral con ese país, que habilitó intercambios por un monto equivalente de hasta 11.000 millones de dólares y se profundizó la relación entre ambos bancos centrales.
- Se sostuvo el nivel de las reservas internacionales, aun después de haber atendido fuertes vencimientos de deuda y de haber incrementado el abastecimiento de divisas a importadores.
- Se definieron nuevas condiciones para suscribir Lebac en dólares, para que los ahorristas puedan acceder a un mejor rendimiento en sus plazos fijos en esa moneda, que aumentaron 4,3 por ciento desde entonces.
- Se lanzó el Plan Nacional de Bancarización Inclusiva, que contempla políticas orientadas a extender la prestación de servicios financieros a sectores que no estaban incluidos y asignarle un carácter más federal.
- Como parte de este Plan de Bancarización hubo medidas para alentar la apertura de sucursales bancarias y cajeros automáticos en zonas con menor densidad de población y bajo nivel de prestación de servicios financieros. También se estableció la gratuidad de las transferencias de fondos por ventanilla o por medios electrónicos hasta un monto de 50.000 pesos por día.
- Se profundizó la protección de los usuarios de servicios financieros, que ahora tienen más alternativas para conocer sus derechos y evitar abusos. En ese marco se fijaron limitaciones para el cobro de cargos y comisiones por parte de las entidades a determinadas operaciones y prestaciones. Adicionalmente se encaró una política de Educación Financiera, con acciones de capacitación a docentes y presencia en colegios.
- Se creó un área especial sobre Derechos Humanos y se procedió a desclasificar y publicar actas secretas de las reuniones de directorio del BCRA durante la dictadura militar.
- Se profundizaron de manera intensa las políticas y los cursos de acción en materia de supervisión y control de las entidades financieras y cambiarias. En ese contexto, se ampliaron los operativos en el marco del cumplimiento de la legislación Penal Cambiaria y de las normas antilavado, con resultados favorables.
Basta esta enumeración para concluir que hay un Banco Central más presente en la tarea de promover el crecimiento y más cercano a la sociedad para atender las necesidades de los usuarios y los sectores productivos. En ese camino seguiremos, de manera gradual pero sostenida.
* Presidente del BCRA.
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