Sábado, 21 de julio de 2012 | Hoy
Por Osvaldo Bayer
Desde Bonn, Alemania
Un tema que nunca va a poder ser ocultado definitivamente. Las quemas de brujas llevadas a cabo por los cristianos en nombre de Cristo. Aquí, en Alemania, ha vuelto a llenar páginas enteras de los órganos de difusión y es tema actual en universidades y centro culturales. También, por supuesto, en las iglesias católicas y protestantes. La periodista Erken puso esta problemática nuevamente en primera plana al levantar la figura del pastor evangélico y docente religioso Hartmut Hegeler, quien desde hace diez años lucha para que finalmente se haga una revisión y una autocrítica profunda de los métodos de la Iglesia Católica, y también de la Evangélica, con respecto a los miles de crímenes monstruosos que, en nombre del cristianismo, se cometieron contra mujeres y también hombres a los que se condenó a morir en la hoguera. Más de treinta mil seres humanos fueron quemados vivos en la Europa cristiana, entre los siglos XVI y XVII, acusados de practicar métodos brujos, en su gran mayoría mujeres.
En la ciudad alemana de Colonia se acaba de rehabilitar a Christina Boeffgens, la mujer que en 1631 fue llevada a la denominada Torre de las Brujas y torturada hasta su muerte por la denominada Policía contra el Brujerío. Los juicios nunca fueron revisados. La historia oficial siempre trató de callar el tema. Hoy mismo, ante la pregunta de por qué tanta ignominia, obispos católicos y protestantes responden con el fácil argumento de “eran cosas de época”. Argumento que en la Argentina se usa para responder ante el genocidio de los pueblos originarios. No, se trata de horribles crímenes cometidos por el ser humano.
Es así, las iglesias callan con respecto a las miles de mujeres quemadas vivas en los siglos XVI y XVII. No se ha hecho públicamente una autocrítica de tan horribles crímenes. Pero eso sí, hay lugares aquí, en esta zona alemana de Renania, como en Rheinbach, donde actualmente se hacen recorridos turísticos en los que se visitan las llamadas Torres de las Brujas. Allí eran ejecutadas esas mujeres. Más, en Rheinbach, la Torre de las Brujas es alquilada actualmente para la realización de fiestas familiares, cumpleaños y aniversarios empresariales. Es que en el sistema capitalista todo tiene que dar ganancias.
Un ejemplo de cómo las autoridades eclesiásticas europeas tratan de rehuir el tema lo ofrece el cardenal católico Meisner, a quien le preguntaron acerca de cuándo la Iglesia iba a tomar el tema de la quema de brujas para comenzar con una profunda autocrítica. El cardenal no quiso contestar personalmente y dio su opinión a través de su vicario general. La respuesta no tiene desperdicio: “Nosotros, como cristianos, debemos tener confianza en nuestra fe en Dios, como máximo juez, y de que El mismo va a sanar las injusticias y las irregularidades de este mundo”. Una respuesta parecida a la de Poncio Pilatos. Lavarse las manos. Esperar que Dios responda.
En la ciudad de Colonia fueron quemadas públicamente 38 mujeres acusadas de brujería. Todas eran las llamadas “curanderas” que, a falta de médicos, en esa época empleaban los métodos que creían convenientes para rescatar con vida principalmente a los niños enfermos.
El pastor protestante Hartmut Hegeler se acaba de dirigir a la Iglesia Católica para expresarle un pedido pleno de profundidad e ironía. Le dijo: “Mi deseo más grande sería que los católicos celebraran una misa y Te Deum por las víctimas de los procesos de brujas en la Catedral de Colonia”. Hasta ahora no ha tenido respuesta.
Es increíble la historia del ser humano. Los crímenes que se cometieron en el nombre de Dios. En vez de enseñar la no violencia y el respeto absoluto de la vida, sus religiosos fueron partícipes de las represiones y de las guerras más crueles de la historia. En nuestro caso, el argentino, basta ver las fotografías de nuestros genocidas Videla, Massera y Agosti arrodillados en la Catedral de Buenos Aires y tomando la comunión que les alcanza en la boca el cardenal Bergoglio.
Pero la Historia no perdona. Y lo repetimos siempre. A veces el triunfo final de la Etica tarda siglos, pero al final se impone para siempre. A los quemadores de brujas se los recordará para toda la eternidad como los asesinos más crueles de la historia, aunque hayan vestido “sagrados” atuendos religiosos “bendecidos por Dios”. En cambio, a las víctimas se las recordará siempre como heroínas o héroes del pueblo. Lo dice la escritora Erken al mencionar este hecho: el conjunto alemán de rock Black Föös (Patas sucias) ejecuta en todos sus conciertos una pieza musical titulada “Salve, Katharina” dedicada a la “bruja” Katharina Henot, una verdadera heroína condenada a la hoguera hace dos siglos y medio. Los rockeros le cantan hoy: “Salve, Katharina, a tu memoria/ tú eres para nosotros/la verdadera reina/Salve, salve, reina Katharina/tú estarás siempre/en nuestros corazones”.
Mientras la religión las quemó vivas, el Arte las convierte en heroínas del pueblo.
Es que para las religiones ha llegado el momento de formar un frente común para luchar por la paz y la defensa de la vida. El mundo ha pasado experiencias trágicas y debe superarlas. El momento en que vive Europa es justo el que debe servir de enseñanza para no repetir errores. Miles de desocupados. Todos los días despidos, hoy los supermercados Karstadt, aquí en Alemania, despidieron a dos mil empleados. De la noche a la mañana. Los rostros de los despedidos, la inmensa tristeza. El fracaso, una vez más, del sistema capitalista como regulador de una vida que tendría que ser ya –dadas las experiencias del mundo– digna y sin estas sorpresas plenas de desesperación. Justamente ese camino deberían tomar las religiones cristianas. Llamar a un congreso de economistas para que estudien un sistema económico que asegure justamente eso: una administración racional de los bienes, trabajo para todos, la palabra dignidad en todas las resoluciones políticas y económicas. Pero no sólo las religiones sino también las casas de estudio, los congresos de economistas e intelectuales deberían tener como principal tema ése: el lograr un sistema sin violencias y con justicia para todos eliminando para siempre el sistema de ricos y pobres y de las armas como diálogo entre los pueblos.
Ese debe ser el tema de los próximos congresos eucarísticos y sínodos religiosos. Para que se muevan en esa dirección también todos los congresos internacionales de las Naciones Unidas.
Recordar el pasado monstruoso del ser humano, como el de la tragedia de las llamadas “brujas”, para aprender y no repetir esos episodios que denigran la palabra humanidad. La situación de Europa hoy, en su inmensa crisis, da justo la ocasión para pensar aprendiendo definitivamente de todas las experiencias del horror en que ha caído en su historia el llamado ser humano.
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