CONTRATAPA
Argentinos bajo la línea de ignorancia
Por Julio Nudler
Así como existe una Línea de Pobreza, sería hora de definir una “Línea de Ignorancia”. Debajo de ella quedarían los ignorantes o ignaros; por encima, los sabedores (que no necesariamente cultos). Para trazar esa raya podrá utilizarse el criterio de, no ya las Necesidades Básicas Insatisfechas, sino otras NBI, las Nociones Básicas Inexistentes. Es lo que intuitivamente hacen quienes preparan los cuestionarios planteados a muestras de estudiantes secundarios, universitarios u otros grupos sociales. Con algún criterio definen cuáles son las Nociones Básicas; por ejemplo, tener noticia de qué es el FMI o de qué significa “guerra fría”, que no es una contienda librada en invierno, como un educando respondió.
Un método que puede usarse para ubicar a una persona debajo o encima de la Línea de Ignorancia es el indirecto, como explica el experto Daniel Kostzer. En materia económica, se define una Canasta Básica de Consumo. Luego se mide cuánto cuesta adquirirla. Finalmente, si un individuo y su familia ganan un ingreso mensual inferior a ese costo, quedan definidos como pobres. Tratándose de la sapiencia debería partirse de la estructuración de una Canasta Básica de Conocimientos. En lugar del ingreso se computaría la educación recibida, por diferentes medios, tanto por el individuo como por su grupo familiar.
Quienes mostraran un “ingreso” educativo (y se añadiría, informativo) insuficiente para la adquisición de la segunda CBC quedarían catalogados como ignorantes. Esto podrá luego corresponder o no a la verdadera condición de las personas bajo análisis, pero algo similar ocurre con la pobreza: hay gente que gana lo necesario para consumir lo exigido para no ser pobre, y sin embargo lo es. Alguna razón habrá. Aquí entra a jugar el método directo.
Para aplicarlo se define un conjunto de Necesidades Básicas: si los observados viven o no hacinados, si tienen agua corriente, si la vivienda incluye o no un retrete con descarga, si los niños en edad escolar asisten o no a la escuela, si el grupo familiar cuenta con cuatro o más miembros por jefe ocupado y éste no llegó a aprobar tercer grado, etc. Se determinará así si tienen NBI y son por tanto pobres, independientemente del ingreso percibido. Según la Matriz de Katzman, alguien puede ser pobre por ingresos pero no por NBI, en cuyo caso se tratará de un nuevo pobre. Alguna vez no lo fue. Otro quizá tenga circunstancialmente un ingreso suficientemente alto, y sin embargo padece en el presente NBI, con lo que quedará definido como un pobre inercial. Finalmente, hay quienes son pobres tanto por ingresos como por NBI: ésos son los pobres estructurales.
En el plano del conocimiento también podría armarse una matriz de Katzman. Alguien puede haber recibido educación de sobra, escuchar radio, mirar televisión (que, por mala que sea, siempre brinda de algún modo cierta clase de información y conocimientos) y hasta leer algún diario y quizás una revista, y a pesar de todo ello no poder responder a las preguntas más comunes y elementales en los cuestionarios de moda. También sucederá al revés: gente que no se educó ni se informa, y sin embargo conoce, vaya a saber cómo. Quizá le baste la universidad de la calle. Pero habrá ignorantes estructurales, que no recibieron ni reciben formación alguna, y tampoco pueden responder quién es el presidente de la Argentina ni cuál es la capital de Alemania, conocimientos cuya utilidad por otra parte no salta a la vista. Está claro que integrar la Canasta Básica de Conocimientos o definir las Nociones Básicas necesarias es una tarea muy compleja y controversial, aunque también lo es definir la Canasta Básica de Consumo, que traza la línea de pobreza, o la Alimentaria, que marca el límite entre pobreza e indigencia, por más apariencia objetiva y científica que se le quiera dar. Desde luego que intervendrán cuestiones generacionales, o el enfoque enciclopedista que tuvo la educación argentina, sobre todo antes de 1950, aproximadamente (que sin embargo no proveía otras herramientas conceptuales ni evitó la decadencia nacional), o discusiones sobre la utilidad práctica actual de determinados conocimientos, si es que se parte de un criterio utilitario respecto de los saberes. ¿Qué debería privilegiarse, saber quién fue Balzac o qué obras compuso Beethoven, o poder distinguir entre un modem y un mouse, y saber qué es el roaming en telefonía celular? Los mismos jóvenes que no leen, en cambio navegan por internet y chatean. Todo es tan relativo. Lo mismo un burro que un gran profesor.