CULTURA
› EL ESCRITOR ESPAÑOL MANUEL VAZQUEZ MONTALBAN MURIO AYER A LOS 64 AÑOS
Pepe Carvalho quedó atrapado en Bangkok
Una falla cardíaca terminó con la vida del narrador catalán, en el aeropuerto de la ciudad asiática. Definido como una “máquina de escribir y de pensar”, se destacó tanto por su labor literaria como por su militancia política.
› Por Silvina Friera
El padre del entrañable Pepe Carvalho no pudo terminar de atar los pocos cabos que le quedaban de Milenio, la última saga de las andanzas del detective y de su inseparable criado Biscuter. El escritor español Manuel Vázquez Montalbán murió ayer a los 64 años de un paro cardíaco, cuando se encontraba en la sala de espera del aeropuerto internacional de Bangkok. Pocas veces en la historia de la literatura sucede que un personaje adquiere tanta “vida propia”, que puede continuar existiendo independientemente de la muerte de quien –como Prometeo– se encargó de inventarlo a su imagen y semejanza. El escritor y periodista catalán, que nació en Barcelona en 1939, cultivó la poesía, la narrativa -especialmente la novela negra– y el ensayo, con esa combinación obsesivamente minuciosa de ironía refinada y erudición, que lo transformaban en un todoterreno de la literatura. “Sería una satisfacción para mí que Carvalho me sobreviviera. Y me alegra que sea la gente joven la que lo descubra”, solía repetir Vázquez Montalbán, una figura de personalidad “poliédrica”, que disfrutaba tanto de la lectura como del buen comer.
España perdió a uno de sus escritores más ilustres y versátiles, que deja una prolífica obra literaria, iniciada en la década de los sesenta como poeta (fue uno de los nueve “novísimos” señalados en la antología de Josep María Castellet). Simultáneamente con sus primeros poemas (reunidos en Una educación sentimental, un irónico título flaubertiano, con poemas de insólitas lentitudes rítmicas) empezó a publicar columnas de opinión en diferentes diarios y revistas (Hermano lobo, Triunfo, El País, Interviú y La Vanguardia, y años más tarde fue colaborador de Página/12) y ensayos “políticamente incorrectos” durante el franquismo, al que se opuso con su tenaz militancia en el Frente de Liberación Popular o “Felipe”, como lo denominaban sus militantes, y posteriormente en el Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC). En una reciente entrevista con Página/12, Vázquez Montalbán recordaba con humor su experiencia carcelaria en tiempos del franquismo. “Los presos esperábamos la muerte de Juan XXIII porque si se moría nos concedían el indulto. Escuchábamos la radio del mismo modo que la transmisión de un partido de fútbol. Lo mejor fue cuando el cardenal salió al balcón para anunciar la buena nueva. Festejábamos la muerte del Papa como si hubiera marcado un gol Saviola”.
La “máquina de escribir y de pensar” –según lo definieron muchos de sus colegas españoles– publicó Recordando a Nardé (1969), Happy End (1974), Cuestiones marxistas (1974), El estrangulador (ganadora en 1995 del premio Nacional de la crítica) y la serie del detective y gourmet Pepe Carvalho: Yo maté a Kennedy (1972), Tatuaje (1974), La soledad del manager (1977), Los mares del sur (1979, que obtuvo el Premio Planeta), Asesinato en el comité central (1981), Los pájaros de Bangkok (1990) El hermano pequeño (1994), entre otros de los títulos de la saga policial, con la que aspiraba a construir una “comedia humana” de la España de la transición. Además, también fueron celebrados sus ensayos Manifiesto subnormal, Crónica sentimental de España y Manifiesto desde el planeta de los simios, entre otros. La última novela que publicó, Erec y Enide, fue presentada en la feria del libro de Buenos Aires, en un ameno diálogo con Martín Caparrós. “Un escritor, aunque sea un polígrafo, siempre es menos peligroso que un Papa como el actual, por ejemplo, o los políticos y científicos alimentarios que empiezan a encontrarse ante una alucinante ruptura de la confianza del receptor”, decía Vázquez Montalbán, autor de Autobiografía del general Franco (1992), un libro inclasificable, a mitad de camino entre el ensayo histórico y la ficción novelesca.
En el prólogo al premiado Los mares del sur, Juan Madrid señala: “Manuel Vázquez Montalbán, animal de pluma, ha hecho con su pluma que se levanten todas las faldillas de las mesas camillas, dotándolos de lentes suficientes para escudriñar las várices de las piernas que se escondendebajo”. En esa novela en donde nada es lo que parece, el mal se agazapa dentro del bien y la pasión por contar del escritor se despliega en una multiplicidad de detalles, que buscan el regocijo del lector. Si su ironía y su erudición merecieron el elogio casi unánime de la crítica española, al igual que su conciencia ética y política, que lo han impulsado ha cuestionar y denunciar las peores canalladas del sistema capitalista. “Ni la Historia ni la revolución se han terminado. Lo que aparecen son nuevas formas de insurgencia, porque las causas que han provocado las revoluciones siguen subsistiendo. El modelo de la revolución cubana está periclitado, pero la necesidad de cambiar las cosas sigue sobreviviendo”, reflexionaba el escritor catalán.
Aunque estaba bien de salud, el escritor había sido operado del corazón hace nueve años y tenía implantados cuatro “bypass”. Curiosas las peripecias del destino literario y vital de Vázquez Montalbán. Murió en el aeropuerto de Bangkok, la misma ciudad en la que aterrizó el detective Carvalho –un cuarentón escéptico, sentimental y glotón, gallego hasta los huesos, ex agente de la CIA y antiguo militante comunista– para buscar a una amiga en peligro. En Los pájaros de Bangkok, un puñado de muertes, varios encuentros y desencuentros con otros españoles y españolas que deambulan por el paisaje asiático aparecen bien sazonados por la acumulación de pequeños detalles y descripciones, propias del estilo del escritor y periodista, que ambientaba su saga detectivesca siempre en entornos urbanos. “La ciudad es el laberinto que libera y esclaviza y construye un mal diferenciado y conectado con la civilización capitalista”, subrayaba Vázquez Montalbán. “A Carvalho le debo dinero y memoria pública –comentaba–. Mucha gente me habla de él y no han leído ninguna novela de la serie”.
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