CULTURA › OTRO TOQUE ARTISTICO PARA EL BARRIO

San Juan y Boedo antiguo, un tango salpicado de esculturas

La Junta de Estudios Históricos de Boedo puso en marcha el Paseo de las Esculturas, otra forma de realzar la historia.

 Por Oscar Ranzani

Boedo es reconocido por los vecinos de Buenos Aires como un barrio tanguero por excelencia. Basta recordar que, en el viejo bar Alabama de la esquina de Carlos Calvo y la avenida que lleva el mismo nombre que el barrio, el maestro Osvaldo Pugliese –de quien se cumplirán cien años de su nacimiento el próximo 2 de diciembre– solía sentarse a tomar café, y que San Juan y Boedo, la esquina inmortalizada en el tango Sur, es conocida como “esquina Homero Manzi”. Pero este barrio, además, tiene una historia cultural desconocida para mucha gente. Pocos saben que la Universidad Popular de Boedo creada en 1928 –hoy ya no funciona– fue la segunda de su especie en la ciudad. Boedo también congregaba en los años ’30 a diversos intelectuales en la peña Pacha Camac, impulsada por el dramaturgo, escritor y autor de letras de tango José González Castillo, quien buscaba extender la cultura del barrio y que los artistas tuvieran un lugar donde reunirse. El pintor y escultor Francisco Reyes había formado parte de esta peña que duró hasta 1946. Pero Reyes siguió con su idea de revalorizar la cultura de Boedo y empezó a homenajear a aquellas personas que se preocupaban por su difusión entregándoles el lengue, ese pañuelito que usaban los compadritos. Era una distinción emblemática y simbólica. Tiempo después, su idea dio lugar a la creación de La Cofradía de la Orden del Lengue, una institución que mantiene esta tradición.
El sociólogo Aníbal Lomba llegó al barrio de su esposa en los años ’60 y, después de mucho tiempo de haber participado en el Rotary Club de Boedo, conoció a Reyes. Se hicieron amigos y junto con el historiador de tango y uno de los fundadores de la Academia Porteña de Lunfardo, José Gobello, fundaron la Junta de Estudios Históricos del Barrio de Boedo el 7 de octubre de 1986, una asociación civil sin fines de lucro que tiene por objeto “estudiar e investigar sobre la historia del barrio desde sus orígenes y mantener vigente su historia sociocultural”, según define Lomba, presidente de la Junta. Actualmente hay 40 juntas históricas en casi todos los barrios porteños que se encargan de revalorizar la identidad de cada uno de ellos. Por estatuto pueden integrarlas no más de 28 personas: en la de Boedo son 24 miembros. “No necesariamente tienen que ser intelectuales quienes la integran. Acá hay muchos vecinos que por amar a Boedo integran la Junta”, sostiene Lomba. Además de las elecciones que se realizan cada dos años, donde se elige toda la comisión directiva, después se forman comisiones que trabajan en cada una de las actividades. Una de ellas es la producción editorial. El primer libro que publicó la Junta es Ayer y hoy de Boedo, de Diego del Pino, que narra la historia del barrio hasta 1980. Lomba escribió sobre la legendaria peña Pacha Camac y junto con Alicia Rodríguez publicó el Manual histórico geográfico del Barrio de Boedo. “Tiene la historia desde la época de las quintas y todos los lugares geográficos de interés de la zona que se repartió en las escuelas, con el auspicio del Gobierno de la Ciudad”, señala.
La Junta de Estudios Históricos de Boedo también instala placas recordativas en lugares históricos del barrio o donde vivieron personalidades: actualmente conviven en Boedo 40 placas fileteadas por el artista plástico Luis Zorz. “Elegimos el filete porque es la pintura popular porteña”, explica Lomba. Una de ellas está instalada en el predio donde funcionaron el circo Politeama Doria, el Teatro de Verano de José González Castillo y el Cine Nilo, entre otros. En el frente del edificio de Boedo 837 se instaló una placa en recuerdo de la Editorial Claridad, del Grupo Literario de Boedo. Otra de las placas descansa en la pared de Boedo 875, donde funcionó el Café Dante desde 1917, en cuyas mesas solían juntarse los jugadores de San Lorenzo con los intelectuales del Grupo Boedo.
Tomando como ejemplo la ciudad de Resistencia (Chaco), donde a lo largo de las veredas hay instaladas unas 300 esculturas, y cumpliendo un viejo sueño de Francisco Reyes, el nuevo emprendimiento de la Junta de Estudios Históricos de Boedo es el Paseo de las Esculturas, aprobado por la Ley 494/2000 de la Legislatura Porteña. El Paseo está habilitado para que se instalen 24 obras a lo largo de cuatro cuadras de la avenida Boedo entre Independencia y San Juan. Actualmente ya hay colocadas nueve y piensan emplazar el resto este año. Seis de ellas, erigidas en el 2004, fueron donadas por los escultores Oscar De Bueno, Antonio Oriana, Leo Vinci, Arturo Alvarez Lomba y por las familias de los artistas fallecidos Francisco Reyes y Alberto Balietti. Se agregan al Paseo las dos emplazadas anteriormente: La madre, de Francisco Reyes, y José González Castillo, de Vicente Roselli.
El recorrido se completa por ahora con la obra Reposo, del escultor ruso Stephan Erzia, que tiene una historia particular. “Erzia vino de Rusia a hacer una exposición y trajo veinte obras, entre las cuales estaba Reposo. Le gustó Buenos Aires, se quedó hasta 1949 y vivió cerca de 15 años en Boedo”, relata Lomba. Erzia conoció acá el quebracho y trabajó numerosas obras en esa madera. Incluso cuando regresó a Rusia se llevó unos troncos, autorizado por el gobierno peronista de entonces para seguir trabajando esta madera en su país. Reposo, una obra esculpida en mármol siberiano, fue adquirida en 1936 por la Municipalidad de Buenos Aires y, ante un pedido de la Junta de Estudios Históricos de Boedo, el Departamento de Monumentos y Obras de Arte de la Ciudad “aceptó trasladarla y emplazarla acá en Boedo”, cuenta Lomba. De esta manera, “las calles dejan de ser un lugar de paso para pasar a ser un lugar de placer estético”, relata el sociólogo. La finalidad del Paseo de las Esculturas es “estética, educativa e histórica”, para lo cual comenzarán a organizarse visitas guiadas.

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El Paseo ya tiene nueve obras escultóricas, pero este año llegará a exhibir 24.
 
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