CULTURA › SE CUMPLEN CIEN AÑOS DEL NACIMIENTO DE ANTONIO BERNI

El padre de Juanito y Ramona

Modernizó la pintura, investigó el mural y hasta el arte por computadora. Pero, sobre todo, Berni unió arte y compromiso.

Cien años atrás, en la ciudad de Rosario, nacía Antonio Berni, el pintor que logró vincular de manera única su arte con el contexto social y político de su tiempo. Una serie de muestras y actividades recuerdan el centenario del padre de Juanito Laguna y Ramona Montiel y, de paso, reactualizan los debates alrededor de su obra.
Entre otras actividades celebratorias, en el Malba (Figueroa Alcorta 3415) se exhibe hasta el 23 de este mes la muestra Berni y sus contemporáneos. Correlatos, con cien obras de colecciones públicas y privadas de distintas ciudades del país. Además, en el sitio Arte Argentino (www.arteargen tino.buenosaires.gov.ar), de la Subsecretaría de Patrimonio Cultural de la Ciudad, se incluyó un dossier especial sobre el pintor, con información biográfica y 500 imágenes de su obra subidas a la red. Y los domingos a las 15 en el Palais de Glace (Posadas 1725) se desarrolla una obra de teatro para chicos, La verdadera historia de Juanito Laguna y su hermana Ramona, dirigida por Osvaldo Te-
sser, con entrada gratuita. El espectáculo, que comenzó el domingo pasado y seguirá hasta fin de mes, atraviesa gran parte de la obra del pintor, con proyecciones diapositivas de su obra y un abordaje especialmente concebido para los más chicos.
Nacido en un hogar de inmigrantes italianos, como los que más tarde retrataría en sus obras, Berni inició su formación en un taller de vitrales de Rosario. Pero su gran oportunidad llegó en 1925, cuando ganó una beca para viajar a Europa. Tras una estancia en Madrid, llegó a París, donde tomó contacto con las vanguardias plásticas. Lo fascinaron el fauvismo, el cubismo y, sobre todo, el surrealismo, tras vincularse con Luis Buñuel, Paul Eluard y Salvador Dalí. Allí comenzó a moldear un estilo que más tarde sería conocido como “la escuela de París”, la primera vanguardia estética de la Argentina.
Pero además de descubrir las bondades del surrealismo, Berni pronto sintió la necesidad de relacionar arte y política, de asumir el rol del artista como hombre de su tiempo y como actor social. Tras adherir a la propuesta surrealista, al regresar a la Argentina eligió privilegiar lo cotidiano y orientar su búsqueda hacia la defensa de las clases humildes, en una línea que habían iniciado los muralistas mexicanos. Así terminó creando el llamado “nuevo realismo”, junto a artistas como Castagnino y Policastro, con la clara intención de diferenciarse tanto del realismo socialista, al que consideraba vacuo, como del arte abstracto. “Yo no concibo el arte sino como acción y testimonio. Y eso excluye toda tesitura meramente esteticista, desglosada de la realidad cuya expresión lo hace necesario. Sin esto, el arte pierde su sentido, su objetivo original en cualquier otra época de su historia”, definía Berni.
En 1944 fundó junto con Spilimbergo, Castagnino, Urruchúa y Colmeiro el primer Taller de Arte Mural, con el que al año siguiente pintó la cúpula de las Galerías Pacífico. A fines de los ’50 incorporó el collage a sus telas. Así empezaron a aparecer en sus cuadros arpilleras, desechos industriales, chapas y cartones de villas miseria, puntillas de plástico y papel, maderas y molduras de mobiliario barato. Allí nacieron Juanito Laguna, el chico marginal del Bajo Flores, y luego Ramona Montiel, la muchacha del interior que se enfrenta a la gran ciudad. Juanito y Ramona se convierten en los arquetipos del universo narrativo de Berni: a través de ellos el artista transita con su imprevisible bagaje estético la tragedia, la violencia, la ironía, el candor, el sarcasmo y la denuncia. El surgimiento de estos dos personajes quebró una constante de la pintura contemporánea, la estigmatización de los contenidos narrativos, y legitimó estéticamente los recursos del arte popular, destinándoles el formato del nuevo realismo, potenciados por los recursos expresionistas y surrealistas de su estancia parisina.
Hasta el momento de su muerte, el 13 de octubre de 1981, Berni continuó experimentando y apostando al cambio constante de su forma de expresión. Fue pintor, muralista, escultor, tapicero, y sus múltiples oficios contribuyeron a ampliar su universo. Modernizó la pintura, investigó las posibilidades del mural, la fotografía, desarrolló el collage y el arte del objeto, transformó el grabado y hasta incursionó en las instalaciones multimedia y en el arte por computadora. Por esta condición de esponja vanguardista que todo lo aprehende hubo quien lo llamó “el Picasso argentino”. Ahora, desde la perspectiva que otorgan los años, tal comparación ya no es necesaria: Antonio Berni ganó un nombre propio en la pintura.

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Antonio Berni nació hace cien años en Rosario y varias muestras lo conmemoran.
 
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