CULTURA › “LAS TONTAS”, CON GIMENA RIESTRA Y VERONICA DIAZ BENAVENTE
Actrices y cantantes casi siamesas
En el espectáculo de La Casona del Teatro, ambas actúan y cantan, por turnos o a dúo, canciones de distintos géneros y estilos, alternando lírica con humor, boleros y tangos.
Por Cecilia Hopkins
Recital atípico, atractivo conjunto de “triquiñuelas teatrales”, Las tontas es una creación de las actrices y cantantes Gimena Riestra y Verónica Díaz Benavente. En el espacio mínimo que ofrece el escenario del bar de La Casona del Teatro (Corrientes 1960), las intérpretes asumen los equívocos roles de dos niñas que esperan a su papá. En vistas de que la llegada se va retrasando, las desoladas criaturas intentan amenizar la espera entonando, por turno o a dúo, temas musicales alusivos al anhelo del reencuentro y las angustias del desamor. La nota más personal del espectáculo se encuentra en la alternancia de canto lírico (una selección de ópera francesa) y temas populares, los cuales van a veces trabados en intrincada síntesis o bien cambiados de género. En la retahíla de tangos, milongas y cantares españoles, vestidas según la moda de los años ’40, las chicas también intercalan chanzas y alguna imitación intempestiva, como cuando Riestra hace reír evocando el modo de hablar de Nacha Guevara. Para ella (a quien puede verse en Hombres de honor, por el 13, en una faceta menos humorística) es imposible elegir entre la cantante y la actriz a la hora de definirse, en función de que cada interpretación musical le revela un registro actoral diferente. Si bien Díaz Benavente tampoco acepta limitarse, es en el terreno de la música donde más cómoda se siente, “tal vez porque es el que llevo más tiempo transitando”, según cuenta en la entrevista con Página/12.
–¿Qué formas musicales y qué intérpretes son de su preferencia?
Gimena Riestra: –Mis preferencias musicales son aquellas en las que prevalecen las melodías sencillas. Mis gustos van de Madonna a Beethoven, de Charly García y Cristina Aguilera a Billie Holiday. Porque, como ellos, yo soy una persona que siente “demasiado”. La pasión y la fragilidad que transmiten en sus canciones, eso es lo que me conmueve al escucharlos.
Verónica Díaz Benavente: –A mí me gusta casi toda la música. Pero al interpretar me siento mucho más cómoda con toda aquella música que tenga que ver con mis raíces.
–¿Cómo surge en cada una la necesidad de trasladar un tema de un género a otro o de fusionar dos canciones en una?
G.R.: –A veces, cuando estoy escuchando algo, me aparecen en la cabeza melodías que nada tienen que ver en apariencia con esa música y luego, jugando a ensamblarlas, encuentro que ambas canciones están hablando de lo mismo con distintas palabras o melodías.
V.D.B.: –Por mi parte, fue una forma de rebelarme contra la teoría de que un cantante que domina el canto lírico no puede cantar correctamente un tango o una canción pop. Todo es cuestión de investigar. En cuanto a géneros, creo que no debería haber prohibiciones si uno respeta la esencia de la música. Creo que el idioma de la música es uno solo y que por eso pueden hacerse creaciones interesantes fusionando estilos, más si a eso se le suma el humor.
–¿Qué encuentran en la práctica del humor en su desarrollo como intérpretes que no encuentran en otra forma de expresión?
V.D.B.: –Al hacer humor, la risa es la respuesta inmediata del público. Es una devolución instantánea. Es un arma de doble filo, también, porque la gente no siempre se ríe de las mismas cosas. Para mí, el humor es alegría. Mejor aún si además es inteligente y no un mero entretenimiento.
G.R.: –Yo siento que el humor y el drama son distintas caras de la misma moneda. Nosotras hacemos un humor que tiene que ver con lo patético, con algo que sólo la risa, la diversión y la alegría pueden salvar.
–¿Hay otra forma de fusión entre música y teatro que les interesaría investigar en el futuro?
G.R.: –Por mi parte, me encantaría incursionar en el teatro clásico con la música más disparatada y hacer Lorca, por ejemplo, al estilo de Walt Disney.
V.D.B.: –Hay muchísimas cosas que me gustaría hacer con la música y el teatro. Como, por ejemplo, participar de una ópera donde la dirección actoral cuidara el trabajo de los cantantes para que no pase lo que estamos acostumbrados a ver casi siempre: un cantante que actúa que actúa, algo que se vuelve por momentos muy aparatoso. Ultimamente me pasa que disfruto mucho más escuchando ópera que viéndola en escena. En cuanto al trabajo con Gimena, me gustaría que el dúo trascendiera más allá de esta obra y encontrase proyectos futuros.