Juan Domingo Perón era casi un militante de los apotegmas, y “mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar” era uno de sus favoritos. Bien puede vincularse la actual situación de Oscar Ahumada y, más aún, las reacciones que produjeron sus declaraciones, con dicho adagio peroniano, en especial en estos tiempos de discursos largos y realizaciones cortas. Es que a Ahumada se lo estigmatiza tanto desde la dirigencia de River como desde algunos sectores del periodismo –”por lo de los códigos, fierita, vistes”– y de la hinchada de River, por no gustar lo que dijo respecto de los hinchas de Boca en cuanto al respaldo que le dan a su equipo en las malas. Sin embargo, no hay referencias a las limitaciones futbolísticas de Ahumada. Porque en esta cultura absurda en la que se privilegian la fuerza, la lucha, la velocidad por sobre el talento, se supone que Ahumada es un aventajado “recuperador” cuando, en realidad, las más de las veces es apenas un “interrumpidor” con aleatorio destino ulterior en cuanto a la posesión de la pelota. Es que también forma parte de la cultura absurda ocuparse más de lo que se dice que de lo que se hace.