Vie 09.01.2009

DEPORTES  › LA HISTORIA DE EDUARDO ALAN, UN PARTICIPANTE ARGENTINO “ABANDONADO” POR LA ORGANIZACION EN EL DESIERTO

Odisea en el Dakar a bordo de una motocicleta

El día en que se conoció la muerte del francés Terry, Alan se perdió en el desierto del Nihuil y fue su equipo el que lo encontró después de 14 horas de búsqueda. Pero sigue en carrera.

Cuando todavía la organización de Dakar 2009 no dio explicaciones sobre por qué ocultó la desaparición del motociclista francés Pascal Terry, que fuera encontrado en la madrugada del miércoles en territorio pampeano cuando llevaba muerto 48 horas, la odisea no acaba. El motociclista argentino Eduardo Alan fue “abandonado” por la organización en las dunas mendocinas durante la noche del miércoles, bajo una tormenta de agua y granizo. Recién ayer por la mañana el equipo pudo localizarlo y Alan, aprovechando las circunstancias extraordinarias de la quinta etapa, consiguió completarla empujando la moto y ayer disputó la sexta etapa, llegando a Mendoza.

Eduardo Alan, de 42 años, corre para el equipo Pampa Racing con una KTM 530 EXC y estaba ubicado en la posición 78ª al arribar a Neuquén. Al partir rumbo a San Rafael, en la que se transformaría en la etapa más agónica de todas las disputadas hasta el momento en el Dakar, el equipo empezó a seguirlo a través de Internet: el paso por cada control queda registrado. Dos integrantes del equipo, Andrés González y Martín Caffarena, ya lo esperaban en San Rafael para las reparaciones del caso.

Pero Alan dejó de marcar su paso. “Las novedades eran por esas horas que algunos pilotos lo habían visto y que venía detrás”, cuenta Gustavo Lossenderie, del equipo. Pero la noticia de la muerte del francés Terry, que sacudió la jornada del miércoles, fue ampliando naturalmente las inquietudes.

Pero la noche llegó al campamento de San Rafael y Alan continuaba sin aparecer. González y Caffarena reportaban que faltaban llegar muchas motos y que se veían luces en el desierto del Nihuil, seguramente de los motociclistas rezagados que hacían lo imposible por acabar la durísima etapa. Pero pasada la medianoche y ya en jueves, González decidió salir a buscar al piloto perdido.

A las 3.15 de ayer, sonó el celular de Lossendiere. “Gus, estoy perdido en el desierto... poca batería... el Iritrack no funciona, mandame ayuda.” Era el pedido de asistencia de Alan, extraviado en el Nihuil, bajo la lluvia. Con la comunicación a punto de cortarse a cada instante, le pidió algunos datos adicionales, para poder transmitírselos a la Gendarmería de manera que fueran a buscarlo. Pero no hubo respuesta positiva.

A las 4 de la mañana, González y Caffarena caminaban por el desierto buscando al motociclista perdido. En la hora siguiente, Alan se comunicó con el equipo y con sus dos mecánicos en un par de oportunidades hasta que la batería de su celular se le agotó. A las 5 dejó de haber noticias.

Dos horas más tarde, González y Caffarena habían bajado la guardia. “No lo encontramos. Volvimos a cargar combustible y a quejarnos a la organización por el rastrillaje”, avisaron al equipo. El último intento de comunicación con el piloto extraviado cuajó pasadas las 7. “Estoy mojado y muerto de frío”, se quejó Alan. “Tenemos que encontrarlo cuanto antes”, dijeron.

A las 8, Lossendiere logró comunicarse otra vez con el piloto:

–Che, acá pasó un helicóptero pero no me vio... ¡pero viene una moto... y me vio!

Alan cortó creyendo que su odisea había terminado. Un rato más tarde, uno de los sanrafaelinos que habían salido a buscarlo en moto logró alcanzarlo. Así pudo relatar por fin su odisea. La KTM había empezado a fallar alrededor de las 18 del miércoles, catorce horas antes, y se quedó definitivamente a unos 15 kilómetros del último puesto de control. Alan intentó todo lo que sus conocimientos de mecánica le permitieron, pero no consiguió hacerla arrancar. Cuando la noche llegó, la temperatura cayó y el cielo se abrió, se refugió bajo unos arbustos.

El socorrista le suministró unas barras de cereal y agua y una buena noticia: dadas las condiciones de extrema exigencia de su disputa, la etapa se neutralizó, ampliándose el plazo previsto para la llegada de las máquinas. De esa manera, Alan llevó su moto hasta el último control, lo pasó empujándola y quedó clasificado para largar la etapa de ayer en el puesto 118º. Después de casi ocho horas de esfuerzo tras su calvario nocturno, se clasificó en el puesto 133º en la etapa y está 130º en la general. “A Eduardo lo encontramos con un inmenso esfuerzo del equipo –sugiere Lossendiere–. La seguridad está atada con alambre.”

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