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Mientras los Metro Stars de Washington vencieron ayer 1-0 a un equipo alternativo de Boca en medio de enormes medidas de seguridad en el campo de Casa Amarilla –al punto que no se permitió el ingreso de ningún curioso– a raíz de la crisis en Irak, el alemán Bernd Stange, entrenador de la selección de fútbol de ese país, sigue desde Berlín con gran preocupación los preparativos de la inminente guerra. En el resto del planeta, el deporte también sigue su curso, y grandes acontecimientos como el Grand Prix de Malasia de F-1 o el campeonato mundial de patinaje artístico sobre hielo en Washington se celebrarán como estaba previsto. Incluso la UEFA confirmó que Lazio y Besiktas jugarán hoy en Estambul. “Si la UEFA nos dice que podemos jugar, vamos”, dijo el presidente del club romano, Ugo Longo. “Pero yo no creo que esté bien dejar jugar un partido mientras no muchos kilómetros más allá se está produciendo una tragedia.”
“El pueblo iraquí se enfrenta a una catástrofe humanitaria. A partir de mañana (por hoy) comienza esa catástrofe”, dijo en Berlín Stange, quien diariamente dialoga por teléfono con entrenadores y jugadores en Irak. “Hasta hace dos días sólo hablábamos de fútbol, desde ayer hablamos sólo sobre la vida. Los jugadores se han parapetado en sótanos y acumulado provisiones para sobrevivir. El fútbol carece ahora de interés en Irak”, dijo el técnico, que entre 1983 y 1988 dirigió la selección de la extinta República Democrática Alemana (RDA).
“Mis jugadores creen todos en otro Dios: son cristianos, sunitas, chiitas y kurdos. No puedo comprender que se arrojen bombas contra gentes que viven por debajo del límite de pobreza. Eso tiene rasgos de crueldad”, dijo Stange.
Su futuro como seleccionador nacional está en el aire, opinó Stange, que firmó contrato por cuatro años. “En los momentos actuales soy sólo un entrenador de papel. Nadie sabe qué sucederá y si después de la guerra habrá aún estadios y si se puede jugar un campeonato.”