DEPORTES › OPINIóN
› Por Osvaldo Arsenio *
La proximidad de los Juegos Olímpicos de Londres produce el efecto mediático tantas veces repetido. Las preguntas se multiplican: ¿cuántos deportistas clasificarán finalmente? ¿Quiénes tienen más chances? ¿Cómo se los asiste? ¿Cuántas medallas se obtendrán? ¿Mejoraremos en deporte?
Estas preguntas más o menos lógicas vuelven a repetirse, pero una de ellas resulta ambigua. ¿Qué es mejorar nuestro deporte?
Desde los Juegos de Atenas 2004 y pasando por Beijing 2008, nuestro país tuvo su mejor actuación en 60 años, igualando con doce medallas los ciclos Londres 1948-Helsinki 1952, lo cual se presenta como un activo concreto. Sin embargo, la ambigüedad de la sola valoración de una gestión por el conteo de medallas olímpicas y la ubicación en los medalleros pueden inducir al analista imparcial o sesgado a pensar que por ejemplo estamos por arriba de Noruega y Dinamarca, países con una organización del deporte social ejemplar, o por detrás de Etiopía y Kenia pauperizados y en retroceso en cuanto a la participación masiva de su población en deporte, pero eficientes en sus desempeños olímpicos.
La respuesta de esta gestión de la Secretaría de Deporte resulta clara, lógica y mensurable, muy por demás de la mera visión del medallero. Desde el 2003, el crecimiento del Deporte Social a través de los recuperados Juegos Evita y de diversos Juegos Regionales permitieron multiplicar por diez la cantidad de niños y jóvenes incluidos en actividades deportivas.
Se espera en 2012 que alrededor de 1.500.000 chicos tomen parte en las diversas instancias de esos Juegos masivos durante todo el año.
La Escuela Media con orientación deportiva que funciona en el Cenard fue otro hito fundamental que en poco más de cinco años de actividad ya proveyó de campeones argentinos y sudamericanos, de medallistas panamericanos y hasta de jóvenes que nos representarán en Londres, además de, por supuesto, instalar y señalar el camino para la históricamente olvidada ecuación estudio-deporte.
La creación del Enard por ley nacional hace dos años significó otra importante herramienta para que el Estado vea complementado su accionar en el alto rendimiento con cada vez mayor profundidad.
Volviendo a las preguntas del inicio y atendiendo a la más difícil y más ambigua de ellas acerca de la mejoría en el deporte, se puede afirmar que al atacar simultáneamente y por primera vez luego de más de medio siglo, las falsas dicotomías que se habían establecido entre Deporte Social y Deporte de Elite, mediante la creación de oportunidades concretas para incluír a los antes excluídos en el mundo del deporte y al mismo tiempo proveer a los deportistas de alto rendimiento de cada vez más posibilidades logísticas, presupuestarias y científicas, un círculo virtuoso que se completa más allá de cualquier valoración o interpretación parcial.
Nos preguntamos entonces qué viene ahora y nos respondemos: seguir incluyendo en el deporte a personas de todas las edades, aumentar la oferta de disciplinas deportivas ayudando a visualizar actividades y deportes poco conocidos entre la población y finalmente mejorar la captación y seguimiento de los más talentosos en su recorrido deportivo, tres acciones que seguirán impulsando y vertebrando el proceso de cambio en el deporte argentino.
* Director nacional de Deportes.
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