DEPORTES › SAN LORENZO FESTEJO SU REGRESO A BOEDO CON UNA VICTORIA
Luego de la sanción de la Ley de Restitución Histórica, el equipo de Pizzi le dio otra alegría a la gente al derrotar 1-0 a Rafaela con un gol de Stracqualursi. De esa manera venció a un rival directo y se aleja de los puestos de descenso.
› Por Daniel Guiñazú
San Lorenzo cerró su semana más feliz de los últimos años. El club y su gente cumplieron, acaso, su sueño más ansiado: recuperaron el histórico predio de la Avenida La Plata. Y el equipo sumó 7 de los últimos 9 puntos que jugó y asomó la cabeza por fuera de la zona de descenso. Sin sobrarle nada y causándose a sí mismo más problemas que los que verdaderamente le provocó Atlético Rafaela, el Ciclón ganó ayer 1-0. Por eso, la fiesta que empezó bien temprano a la tarde con una multitud cantando y celebrando en las tribunas, terminó cuando ya era de noche en el Bajo Flores y miles de hinchas disfrutaban alegrías que últimamente no suelen ser frecuentes en el agitado mundo azulgrana.
No necesitó San Lorenzo más que algunos destellos aislados para superar un equipo rafaelino tibio y casi inofensivo. Le bastaron para ganar un manejo paciente y relativamente prolijo de la pelota, la presencia en el medio de Kalinski y Mercier para cortar y jugar con claridad, el estilo elegante de Alan Ruiz más allá de sus intermitencias y el gol que Stracqualursi volvió a aportar. A los 26 minutos del primer tiempo, Ruiz le puso a Bordagaray un precioso pase por adentro de la marca de Vella, Bordagaray remató cruzado, el arquero Sara dio un rebote largo y Stracqualursi marcó con un remate corto al arco desguarnecido.
Si San Lorenzo fue claramente más y si Atlético Rafaela fue un canto a la mediocridad individual y colectiva, es posible preguntarse por qué la diferencia no se estiró más allá del magro 1-0. Y habrá que concluir que fue responsabilidad sanlorencista que no haya sido así. El equipo de Pizzi fue demasiado irregular. Y a buenos momentos como los 20 últimos minutos de cada etapa, le antecedieron o sucedieron otros en los que se desencontró con la pelota o se la encontró y la manejó mal. Fue en esos pasajes de confusión cuando Rafaela pareció crecer y merodear las cercanías del empate. Sobre todo en el comienzo del segundo tiempo, cuando Carrera entró por Vella, el equipo de Rubén Forestello dejó de defender con línea de cinco y se soltó en ataque como no lo había hecho antes y no hizo después.
Pero, a diferencia de otros partidos, esta vez Pizzi movió el banco con acierto. Lo sacó a Alan Ruiz, lo puso a Rolle como volante por la izquierda, lo mandó a Bordagaray como media punta por detrás de Stracqualursi y sólo con eso y con la reafirmación en el medio de Kalinski y Mercier, recobró el manejo de la pelota y canceló la levantada de Rafaela. Y con el ingreso del juvenil Matías Verón por el voluntarioso, pero atropellado Buffarini, hasta ganó en fútbol y llegadas como para haber celebrado algo más y no haber sufrido como se sufrió hasta el final, acaso exageradamente.
Después de tantas malas noticias, esta semana el Ciclón sopló un aire fresco y renovado. Por eso, la fiesta seguirá. Pero no más allá del próximo partido. Así es el fútbol argentino.
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