Habrá que decidir si la defensa de la Selección Argentina es a prueba de suspicacias. A prueba de delanteros ambiciosos, no lo es. Uruguay precisaba ganar para soñar con la remotísima posibilidad de una clasificación directa al Mundial y sometió a una selección nacional plagada de nombres poco frecuentes a la segunda derrota en esta campaña, que no dolió tanto porque la Argentina ya está clasificada, pero que echó sal en la herida abierta en el fondo del equipo.

Después de un primer tiempo entretenido e interesante, en el que Maxi Rodríguez refrescó por si hacía falta su condición de mejor futbolista del medio local, en el que la Argentina mereció irse gananciosa al vestuario tras haber sido, con una colección de nombres infrecuente en su formación, superior a la mejor escuadra que podía alistar Uruguay (entre lesionados y amenazados por la segunda amarilla), el segundo tiempo volvió a regalarnos una parafernalia de distracciones y errores de la última línea, que nubló el balance final.

Seguramente los uruguayos, superados y obligados a jugar de contragolpe en el primer tiempo, se avivaron en el entretiempo que Chile le ganaba 2-0 a Ecuador y salieron a quemar las naves en el complemento. Se habían ido al descanso disfrutando el empate sólo porque el árbitro brasileño De Lima cobró un penal increíble, por inexistente, que Romero no le pudo contener a Suárez pese a adivinarle la intención. En el complemento los jugadores celestes parecían todos la encarnación de Artigas.

Como Cavani en el tercer gol uruguayo, aprovechando las ventajas, fusilando a Romero a la carrera; como Lugano estrellando un cabezazo en el travesaño, segundos antes de que Cristian Rodríguez la reventara contra el palo derecho. La sensación de que la Argentina podía empatarlo, como ya había hecho dos veces en la primera parte, dejó de existir entonces. Al final, la victoria uruguaya no admite reparos.

Lo que tuvo de angustioso el complemento lo había tenido de entretenida la parte inicial, desde el gol tempranero del Rodríguez uruguayo (¿dónde estaba Campagnaro?), cruzándola de zurda contra el segundo palo de Romero, hasta la fantástica definición de Maxi en el 2-2, tras una pared entre Banega y Lamela que el astro de Newell’s coronó con enganche y zurdazo al palo más lejano de Muslera, pasando por ese centro de Palacio que Augusto Fernández le bajó con el pecho a Maxi para que éste anotara el primer empate. Ese primera parte confirmó, además (por si hacía falta), que Maxi jugará su tercer Mundial consecutivo y que si Romero logra continuidad en su equipo (en el que se consiga para tenerla) merece el crédito de la titularidad.

Pero la defensa necesita componerse. La que juega habitualmente no reparte tranquilidad, esta que se conformó ayer para la circunstancia no podía ser más solvente. Actúen titulares o suplentes, esta selección es un equipo desbalanceado y ello no tiene que ver con mayor o menos cantidad de volantes de marca o de creación.

Claro que no habrá problemas si, con Messi, Agüero, Higuaín, Di María y Gago en el equipo, la Selección gana 5-4, 6-5 o 7-6 todos los partidos del Mundial. Esa sí que sería una campaña no apta para cardíacos.

3- URUGUAY

Muslera; Pereira, Lugano, Godín, Fucile; Stuani, Arévalo Ríos, Pérez, C. Rodríguez; Cavani, Suárez.

DT: Oscar Washington Tabárez.

2- ARGENTINA

Romero; Campagnaro, F. Fernández, Domínguez, Basanta; A. Fernández, Banega, Biglia, M. Rodríguez; Lamela; Palacio.

DT: Alejandro Sabella.

Estadio: Centenario (Montevideo).

Arbitro: Marcelo De Lima Henrique (Brasil). Goles: 6m, C. Rodríguez (U); 14m y 41m, M. Rodríguez (A); 34m., Suárez, de penal (U); 49m, Cavani (U).

Cambios: 46m, Ramírez por Pérez (U); 67m, Somoza por Banega (A); 75m, Sosa por Lamela (A); 81m, Icardi por Fernández (A); 89m, Giménez por Stuani (U).