Vie 22.11.2013

DEPORTES  › OPINION

Frescos ejemplos de un fútbol que apesta

› Por Gustavo Veiga

Los clubes se caen a pedazos. River debe 430 millones de pesos y le renueva un contrato obsceno a Ramón Díaz; Colón no se presentó a jugar porque su plantel profesional reclama siete meses de sueldos atrasados; sus integrantes confesaron que tomaron la medida cuando se enteraron de que sus colegas de All Boys se negaron a entrenar por falta de pago unos días antes. Son apenas los ejemplos más recientes de un fútbol que apesta.

Daniel Passarella ya dijo que no se presentará a las elecciones de diciembre después de agudizar la crisis económica que heredó de José María Aguilar. Germán Lerche, su colega presidente, huyó de su cargo en la institución santafesina. La AFA hace décadas que mira para otro lado. Una proverbial frase de Julio Grondona lo dice todo: “Si yo tuviera que pensar en ponerme una chapa y una gorra, me voy”. Nunca se fue y está muy claro cómo le va a la industria-espectáculo que lo tiene como principal responsable hace 34 años.

Sergio Marchi, el secretario general de Agremiados, declaró: “Si se aplicara el estatuto de AFA, el 90 por ciento de los clubes se iría al descenso”. Colón libró 600 cheques sin fondos y sólo a sus jugadores les debe 10 millones de pesos. Está muy claro que las normas no se aplican. Es más, los reglamentos de los torneos son discriminatorios y una estafa a la credibilidad. Los clubes de Primera B, C o D pueden ser castigados si un partido se suspende por falta de pago del operativo policial. Pero si en Primera se le deben fortunas a un plantel, no pasa nada hasta que haya una huelga.

Grondona sostuvo en la última reunión del Comité Ejecutivo de la AFA: “Lo que sucedió en Santa Fe es muy grave. Al último que se lo va a ayudar económicamente es a Colón. Después no hay más plata para nadie”. Seguro que dijo lo que dijo porque tuvo que digerir a desgano la suspensión del partido con Rafaela. Resulta tan obvio como que fue condescendiente todos estos años con la gestión de Lerche. El mismo dirigente que declamaba a la sombra de Don Julio: “Desde siempre digo que quiero ser, sin Messi, el Barcelona de Argentina y para eso laburamos”. También pretendía anotarse en la sucesión para presidir la AFA.

Su actualidad es bien distinta. Está procesado por evasión dolosa tributaria, renunció a su cargo y es repudiado por hinchas, socios y jugadores. En junio próximo, como suele pasar con esta clase de malos dirigentes, quizá lo premien con un viaje al Mundial de Brasil. Hasta octubre pasado era el presidente de la Comisión de Selecciones Nacionales de la AFA. Una prueba más de quién lo bancaba en ese cargo clave.

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