DEPORTES › DESPUéS DEL PARTIDO, CELEBRACIONES EN EL OBELISCO Y EN TODO EL PAíS

Más una descarga que un festejo

Tanto la 9 de Julio como Corrientes se mantuvieron desiertas durante el partido. El desahogo llegó al lugar al minuto del final. Concentraciones espontáneas en todas las provincias.

Los 117 minutos de angustia y el milagro del palo en tiempo cumplido del alargue necesitaban un desahogo colectivo. Y los hubo en todo el país. En la ciudad de Buenos Aires, el Obelisco fue el punto de referencia, con un festejo que hasta incluyó un remedo inflable del Cristo Redentor carioca. En plazas y lugares simbólicos de todas las provincias, las escenas se replicaron. Mucha bandera, mucha corneta, mucha vuvuzela. Casi todos, con camiseta y gorritos en celeste y blanco. En la Capital, la celebración no duró mucho: lo suficiente como para volver al trabajo sin que el jefe se enojara. Que a fin de cuentas, también es argentino.

Oficinistas y estudiantes fueron los protagonistas del festejo en la Plaza de la República. Una avenida 9 de Julio que había lucido desierta hasta el pitazo final del sueco Jonas Eriksson de pronto se inundó de cientos de hinchas brotados como hongos. También retornaron de un minuto a otro los automovilistas, a puro bocinazo ellos.

No era para menos. A esa hora, las redes sociales ya habían explotado con imágenes trucadas y bromas en las que atribuían a la “intervención divina” del papa Francisco el triunfo agónico de la Selección. Tanto en Facebook como en Twitter, la estrella de la jornada fue la imagen de photoshop en la que Jorge Bergoglio aparece junto al palo derecho de Sergio Romero.

En el resto del país, de norte a sur, como hacía tiempo no ocurría, volvieron los festejos multitudinarios en plazas, paseos públicos, avenidas principales de grandes y pequeñas ciudades, de pueblos del interior profundo y de las ciudades más grandes.

En San Salvador de Jujuy, centenares de hinchas desataron su euforia en el centro de la ciudad, principalmente en la esquina de Belgrano y Lavalle, transformando en pocos minutos el paisaje cotidiano por otro inundado de celeste y blanco, y sonidos de cornetas y vuvuzelas. También en ciudades como San Pedro, Libertador General San Martín y La Quiaca, limítrofe con Bolivia, hubo miles de simpatizantes que no pudieron no compartir la fiesta.

La línea festiva bajó hasta el centrooeste del país, donde miles de mendocinos se acercaron al kilómetro cero de la ciudad, centro neurálgico del microcentro. Caras pintadas con témperas, banderas, remeras, bombos y pelucas blanquicelestes inundaron las calles céntricas de la ciudad para confluir luego entre Garibaldi y San Martín, centro de los festejos.

No faltaron las camisetas con el 10 de Messi, la o-o-ooo... del Himno Nacional y los penales pateados en un arco que se instaló en plena calle San Martín, la más céntrica y comercial de la ciudad de Mendoza.

En Bahía Blanca, el epicentro de los festejos, con cientos de vecinos volcados a las calles, fue el Teatro Municipal, en la esquina de Alsina y Alem, lugar histórico y clásico de los festejos y reencuentros.

En otros sitios del país, como la ciudad de Resistencia, el Parque Urbano Tiro Federal –uno de los Puntos de Aliento de la TV Pública–, una multitud siguió con pasión el partido y el grito desenfrenado por el gol de Angel Di María en las postrimerías del tiempo suplementario hizo desaparecer el bajón.

Y finalmente, en Rosario, más de dos mil personas se hicieron presentes frente al Monumento a la Bandera, donde festejaron con gorros, banderas y bombos. Allí, el director del Servicio de Emergencias Sanitarias, Francisco Cornier, se sinceró: “Por suerte, durante los últimos 30 minutos no tuvimos ninguna llamada de emergencia, pese a que ese final era infartante”.

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Antes de volver al trabajo, cientos de hinchas compartieron el festejo.
 
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