DEPORTES
› LO QUE HAY DETRAS DE LA DERROTA DE BOCA EN ROSARIO
Torneo distinto, pero igual
La necesidad de darle interés al Apertura movió a muchos a afirmar que había empezado otro torneo. Pero un análisis más prolijo de los números muestra que la euforia es precipitada.
› Por Ariel Greco
“Empezó otro campeonato”, dijo eufórico Héctor Veira tras la victoria de Newell’s ante Boca, y detrás del entrenador se encolumnaron varios. Sin embargo, una mirada más aguda deja en claro que la necesidad de emitir juicios apresurados y terminantes lleva a situaciones irrisorias: un equipo que tres días antes perdió toda la chance de pelear por el campeonato, por el simple hecho de ganar a la fecha siguiente vuelve a convertirse en aspirante firme, en detrimento del puntero sólido, que luego de perder un partido se vislumbra su segura caída. El viejo “así como te digo una cosa, te digo la otra”.
El caso paradigmático es Boca. “Consagrado” campeón desde la quinta fecha, bastó que perdiera el invicto de manera más que ajustada en Rosario para que el equipo sólido, invulnerable, con dos anchos de espada (Bianchi y Tevez) se convirtiera en un líder con flaquezas, que se cae y que es presa fácil para sus perseguidores. Eso sí, del mismo modo, si Boca ayer le ganaba a Newell’s, el campeonato se terminaba en ese preciso instante... Esa es la volatilidad que gobierna el fútbol argentino.
Similar razonamiento se hizo con San Lorenzo. El equipo de Néstor Gorosito era el cuco que le podía pelear a Boca, hasta que cayó de local con Quilmes, con lo que se despidió de toda ilusión. Sin embargo, en la fecha siguiente venció a Arsenal y de nuevo es un firme aspirante. Todo ello con tres días de diferencia. Y Banfield fue otra víctima del fenómeno. A partir de su empate ante Boca apareció en la lista de candidatos, de la que se bajó con su caída ante Olimpo, pero a la que retornó con su éxito ante Talleres.
A siete fechas del final, Boca sigue teniendo tres puntos de ventaja y de todos los de arriba es el que más garantías ofrece. Por eso, más allá de lo que produzca el conjunto de Carlos Bianchi, su candidatura se sostiene más aún en lo que no producen sus rivales. Hace cinco fechas, su rival era Independiente. En la siguiente, su adversario era Banfield. Después, su enemigo pasó a ser San Lorenzo. Más tarde, ojo con Central. Ahora, el escolta es Quilmes, y guarda con San Lorenzo, con Newell’s, con Central, con Banfield, con River. Sí, al mismo equipo al que hace casi diez fechas que se lo viene despidiendo de la pelea, surge entre los cálculos. Una pauta de la poca confianza que generan los perseguidores es que los propios jugadores e integrantes del cuerpo técnico de Quilmes, único escolta a tres puntos del líder, aseguran que ni siquiera sueñan con el título.
Un caso curioso se da con los rosarinos. De la preocupación inicial de los hinchas de Newell’s por no darle una mano a Central en el partido ante Boca, después de los resultados del miércoles quedó una sensación llamativa. Por más que los dos conjuntos tienen la misma cantidad de puntos, ahora los de Héctor Veira aparecen como uno de los candidatos más firmes; en cambio, los de Miguel Russo se muestran en baja. Para ello hay que tener en cuenta que a Newell’s se le presenta el fixture más sencillo en la teoría, con rivales sin demasiadas pretensiones y casi sin enfrentamientos con los rivales directos. Por un lado, es una gran diferencia a favor, aunque también tiene una contra: depende de que se caigan sus rivales sin poder descontarles en cruces mano a mano.
De acuerdo con el programa de partidos, el puntero tiene la ventaja de que a sus dos escoltas más inmediatos los recibe en la Bombonera. Tanto Quilmes (en la 15ª fecha) como San Lorenzo (en la 19ª) deben visitar a Boca, que no pierde como local desde la etapa de Oscar Tabárez, cuando cayó 4-3 con Racing.