DEPORTES
Los alemanes dicen que no sirve cambiar al técnico
En la Argentina, algunos resultados del actual Apertura van de la mano con la tesis, pero los clubes siguen cargándose entrenadores: ayer le tocó a Oscar Blanco irse de Rafaela, y van siete en el torneo.
› Por Pablo Vignone
Investigadores alemanes con tiempo disponible anunciaron haber descubierto que la destitución de un técnico de fútbol no tiene efecto, por norma general, en el mediano plazo. Algunos resultados del fútbol argentino podrían ser útiles para comprobar que, al menos en el corto plazo, la teoría se generaliza, aunque ciertos casos son tan disparatados que no sirven para probar nada, ni a favor de la hipótesis ni en su contra. Acaso cuando Colón y Rafaela contraten a su nuevos técnicos, en reemplazo de Edgardo Bauza (renunciado el domingo) y Oscar Blanco (despedido ayer), pueda proyectarse una nueva luz sobre el caso, aunque esto también es de dudar. A los dirigentes de Colón Alfio Basile les dijo que no, y dialogan con Américo Gallego, Francisco Ferraro y Osvaldo Piazza; a Rafaela lo dirige el domingo Alejandro Zurbriggen, y suenan Carlos Ramacciotti, Luis Garisto y Gerardo Martino.
Según un estudio de la Universidad de Muenster, que tuvo en cuenta los resultados de más de 10.000 partidos de la Bundesliga, el campeonato alemán de primera división, en el que juegan, entre otros, Andrés D’Alessandro, Bernardo Romeo y Diego Klimowicz, cambiar al entrenador a causa de los malos resultados no suele acarrear provecho. Los psicólogos Bernd Strauss y Alexandra Tippenhauer analizaron los resultados de 35 temporadas del campeonato alemán, desde 1963 a 1998, para extraer esa conclusión.
“Estudiamos los resultados de los doce partidos siguientes a la destitución de un entrenador y los doce encuentros precedentes y descubrimos que el despido del técnico es una mala estrategia”, afirmó Strauss. Según el psicólogo, “es una buena decisión cambiar de entrenador cuando no funciona la ‘química’ con el club”, pero “hacerlo sólo por los malos resultados deportivos no es rentable. Un nuevo entrenador mejora los resultados a corto plazo, pero después se producirá un hundimiento”.
A la luz de lo que sucede en el normalmente convulsionado fútbol argentino, que no suele tener muchos puntos de contacto con el metódico, programado, organizado (y casi siempre aburrido) “fubball” alemán, eso de “mejorar los resultados en el corto plazo” no siempre es real. Repasemos los casos más recientes:
- En Independiente, la crisis de silbidos tornó insostenible la continuidad de Oscar Ruggeri. Bajo su conducción, hasta ese momento, el equipo había sumado, jugando más mal que bien, 13 unidades en ocho fechas. Ruggeri se despidió con una derrota, y sorpresivamente asumió Osvaldo Sosa. ¿Cambió el panorama? No tanto: Independiente perdió a continuación otros cuatro partidos seguidos, llevando la racha de derrotas a cinco en seguidilla, racha que se quebró el domingo al empatar contra Boca, un punto que, según la boutade de Sosa, “Independiente necesitaba para demostrar que está en condiciones de ser un grande”.
- El caso de Estudiantes es no menos asombroso. Bajo la batuta de Carlos Bilardo, al comienzo del torneo, se había convertido en Deportivo Empate: cuatro en ocho partidos. El Doctor sumó 10 puntos (el 41 por ciento) y le dejó la posta a Pachamé. ¿El cambio fue para bien? No: desde entonces, Estudiantes jugó cinco partidos, ganó uno solo y perdió los cuatro restantes, con el 20 por ciento de eficacia; la mitad que el Doctor...
- A Gimnasia le está yendo mal, pero según cómo se lo vea. Con Mario Gómez como entrenador, desde el comienzo del Apertura hasta la octava fecha, el equipo de La Plata había sumado 4 puntos, y los medios se encargaban de recordar que Gómez (o su equipo) no ganaba un partido desde 1999... sin aclarar que en esos cuatro años sólo dirigió 25 partidos. Desde que asumió Griguol el equipo cosechó un triunfo, ante Independiente, un empate ante Arsenal y dos derrotas consecutivas ante River y Quilmes, que lo mantienen en el fondo de la tabla de posiciones. Griguol sumó otros cuatro puntos, como Gómez, pero en la mitad de encuentros.
- A veces el cambio es inevitable, como sucedió en Olimpo, que había jugado diez partidos con Enzo Trossero, cosechando tres empates y siete victorias. Y, a veces, se da en la práctica lo que se postula en la teoría, eso de la mejoría inmediata. Del club bahiense se fue Trossero, llegó Roberto Marcos Saporiti y el equipo ganó dos partidos consecutivos... Perdió el tercero, pero con San Lorenzo, de visitante y sobre la hora. Inclusive, ayer Olimpo volvió a ganar, en este caso el “mini-partido” de 19 minutos que debía ante Huracán del Clausura pasado, por 1-0, sumando tres puntos especiales en la lucha por evitar el descenso.
- Lo de Chicago, en todo caso, no es útil para comprobar ni para refutar la teoría. Está último, sumó pocos puntos tanto con Alberto Márcico (dos puntos en 6 partidos) como con Patricio Hernández (cuatro en 7), y la manera en que sus jugadores celebraban el empate ante Lanús, como si se hubieran clasificado para la Libertadores, tiene poco que ver con la objetividad del laboratorio. En todo caso, era el primer punto después de cinco derrotas consecutivas, pero el entrenador era el mismo...
Aplicar los resultados de un estudio en Alemania a una realidad tan distinta puede distorsionar la conclusión final. Además, hay una diferencia de estilos y criterios: en Alemania, desde la creación de la Bundesliga, en 1963, se despidieron 269 técnicos; en la Argentina, Racing, desde que logró el título de 1966, cambió casi 100 entrenadores hasta que volvió a ganar un campeonato local, 35 años después.
En las 13 fechas consumidas por el torneo Apertura, ya siete entrenadores (Alberto Márcico, Mario Gómez, Carlos Bilardo, Oscar Ruggeri, Enzo Trossero, Edgardo Bauza y Oscar Blanco, casi el 30 por ciento de los que arrancaron el campeonato), dejaron su cargo. Si los dirigentes no leen el estudio de Strauss y Tippenhauer, es de temer que la tendencia siga siendo la misma...