Chicago hizo lo imposible para quedarse en Primera, cumplió la obligación de ganar su partido ante Quilmes, pero no pudo controlar los resultados que se dieron en las otras dos canchas y perdió la categoría. A pesar de la tristeza por el descenso, la hinchada local, que colmó el estadio, despidió a los jugadores revoleando camisetas bajo una lluvia de aplausos y bengalas de colores en reconocimiento al esfuerzo realizado en las últimas fechas. Más allá de la derrota, Quilmes, que tuvo un gran final de campeonato, se medirá de local con Olimpo en la Liguilla Pre-Sudamericana. Alejandro Gagliardi, el goleador del equipo, con once tantos, abrió una puerta a la esperanza con un cabezazo goleador, tras una mala salida del arquero Benítez, a los nueve minutos. La visita sintió el impacto, se adelantó en el campo de juego y comenzó a exponer las debilidades de la defensa de Chicago. A los 40 minutos, y tras una marca endeble de Sainz y Arias, Canelo se apoderó de la pelota, desbordó, tiró el centro y Rodrigo Braña, el interminable, la empujó al fondo de la red para poner el 1-1.

El conjunto de Rubén Forestello, a pesar de todas las presiones, siguió insistiendo y tuvo premio, aunque no haya servido de mucho. Y llegó de una forma que podría enorgullecer a su entrenador, que apostó por cambiar la fisonomía del equipo en la última parte del torneo con un esquema 4-3-3. Baldunciel lo buscó a Carrasco y el atacante definió con precisión.

“Oh... va a volver... va a volver... Chicago va a volver...”, se escuchó, mientras los jugadores saludaban por el apoyo recibido. En el debe del juego quedó la suspensión momentánea, a los 48 minutos, por las bengalas. El sprint final, con cinco triunfos seguidos, contrastó con la primera parte del certamen, en la que la primera victoria llegó en la fecha 20ª.