DEPORTES
› DERROTO 2-1 A ARSENAL CON GOLES DE COLAUTTI Y DONNET
Boca gritó campeón antes de Japón
Sin brillar, el equipo de Carlos Bianchi se aseguró el título dos fechas antes del final y ahora puede pensar tranquilo en la Copa Intercontinental. Los hinchas celebraron el torneo con dedicatorias e insultos a Grondona y a la Selección.
› Por Ariel Greco
Boca tuvo su fiesta, previsible y emotiva. Con todas las virtudes que se le reconocieron a lo largo del torneo y también con los mismos defectos que exhibió en algunos tramos del Apertura, el equipo de Carlos Bianchi se impuso 2-1 a Arsenal y consiguió, dos fechas antes del cierre, su vigésimo título local en el profesionalismo. Roberto Colautti y Matías Donnet marcaron los goles del campeón, mientras que Christian Gómez, de penal, descontó sobre el final para el conjunto local. El cierre justo para un campeón tan legítimo como deslucido.
La coronación del título en el partido de ayer ante Arsenal fue una síntesis perfecta de lo que significó el camino de Boca en este Apertura. El equipo de Bianchi hizo lo justo y necesario. No dilapidó ni un gramo de esfuerzo en otra cosa que no fuera para garantizar el triunfo. No hubo lugar a los lujos ni a la estética. Durante casi todo el segundo tiempo pareció que los jugadores estuvieron más preocupados en iniciar los festejos que en seguir disputando el encuentro. Tanto que más de una vez Cascini debió arengar a sus compañeros para que se metieran en el juego. Pero como ocurrió con el torneo, con eso le alcanzó. Méritos propios y defectos ajenos.
Arsenal fue un adversario similar a los rivales que tuvo Boca en su camino al título. Nunca se animó a pelearle de lleno el partido, como a lo largo del Apertura no lo desafiaron del todo ni San Lorenzo, ni Central ni Banfield ni ninguno de los que en algún momento amagaron con pelearle palmo a palmo. Ayer, el conjunto de Sarandí se entregó rápido cuando el ahora campeón sacó ventaja. Siguió jugando de la misma manera con el 0-0, con el 0-1 y con el 0-2. Y en cuanto Boca se relajó un poco y se encontró con el gol tras el penal que cobró Baldassi, recién ahí se soltó y buscó el empate. Claro que como a los pretendientes al título, a Arsenal le faltó aire para amargar al conjunto de Bianchi.
Desde el comienzo, Boca intentó asumir el protagonismo del juego, ante un rival que propuso el planteo de moda del fútbol argentino: dos líneas de cuatro y dos delanteros para responder de contragolpe. Con ese paisaje arrancó el encuentro, que entre la búsqueda de los visitantes y la respuesta de los de Burruchaga se tornó entretenido, con llegadas en las dos áreas. En esos primeros minutos Arsenal estuvo más cerca de abrir el marcador, ya que Santiago Hirsig le ganaba el duelo a Clemente Rodríguez. Por ese sector generó dos chances muy claritas, una que no pudo resolver el propio ex mediocampista de Huracán y otra que desperdició Vilallonga desde el borde del área chica. Allí se acabó el combustible de Arsenal.
Del otro lado, Bianchi cambió el sistema respecto al partido anterior, ya que colocó a Donnet como enganche definido y corrió a Battaglia como volante por la derecha. Y el ex jugador de Unión respondió de manera acertada, ya que de a poco se fue transformando en el conductor, más allá de sus intermitencias. Primero habilitó a Iarley, aunque el brasileño dilapidó la posibilidad con un centro impreciso. Pero a los 24 encontró a Colautti, que les ganó a los centrales y definió con justeza por encima de la cabeza de Limia.
Allí comenzó otra historia. Con la ventaja, Boca manejó el partido a su voluntad. Acá hace falta una aclaración: Que Boca “maneje el partido” no significa que arrolle a su rival, que le genere situaciones de peligro sucesivas ni que en cualquier momento meta otra gol. Con este equipo, “manejar el partido” se traduce en llevar el juego a su ritmo, en no pasar sobresaltos y en esperar una ocasión para asestar otro golpe. Por eso, los minutos que siguieron al gol de Colautti mostraron un panorama monótono, entre un conjunto que regulaba su esfuerzo y otro que se resignaba ante el potencial de su rival.
A medida que transcurrían los minutos, la sensación de todo definido aumentaba. Mucho más cuando a Limia se le escapó un derechazo de Donnetque no parecía llevar riesgo y se convirtió en el segundo gol de Boca. Sin embargo, el penal que anotó Gómez le agregó un poco de suspenso a una película que tenía un final previsible y sin misterios. Desde hace varias fechas, por méritos propios y errores ajenos, Boca siempre supo que sería campeón, sólo era una cuestión de tiempo.
Subnotas