Sáb 06.02.2016

DEPORTES  › OPINION

Intoxicado para todos

› Por Gustavo Veiga

Intoxicado, el fútbol sigue, igual que la vida misma. Ahora es por los puntos y como si fuera una bisagra, parecería que algo debe cambiar, tiene que transformarse, como si eso resultara posible. Lamentamos decirlo: nada va a modificarse. Todo seguirá igual o peor. No somos oráculos, ni nos subimos a una tarima para juzgar. La historia y los hechos nos dan la razón. Ahí están. 2015 pasó como el año del escándalo en la FIFA. Que es lo mismo que decir la Conmebol (su sucursal sudamericana de la corrupción). Nos detenemos acá por un instante. Muchos de sus ex dirigentes están detenidos y un par de ellos son argentinos: José Luis Meiszner y Eduardo Deluca. El co-conspirador número 1 en la jerga del FBI también era argentino y está muerto: Julio Grondona.

El fútbol nacional integra ese paisaje de sobornos, violencias, enjuagues, directivos muy ricos y clubes pobres, federaciones en franco declive y corporaciones mediáticas o deportivas en rápido ascenso. Hoy estas últimas inciden sobre un producto noble, no perecedero, que moviliza millones de fervores sentimentales y que nadie respeta: el propio juego. El juego vuelve, es cierto, pero con la pelota manchada. Porque la pelota ya está manchada hace rato, contra lo que sostenía Maradona.

Un ligero repaso por este verano dominado por los despidos en masa y ajustes salvajes de tarifas, también mostró otras miserias. La vergonzosa reducción de la sanción a Boca en la Conmebol por el ataque con gas pimienta en la Bombonera. La gracia concedida a jugadores suspendidos en otros fallos porque se festeja el centenario de la Copa América. El show de lucha libre en el clásico Estudiantes-Gimnasia con castigos que ahora quedarán ridiculizados por partidos amistosos donde se purgarán las penas. Los gestos provocativos del Cata Díaz y Daniel Osvaldo en el primer Superclásico del verano. La plata del Fútbol para Todos que va y viene sin control. Una AFA quebrada que Daniel Angelici –el actual hombre fuerte del fútbol argentino– ya maneja a piacere con una entente cordial de escuderos que lo siguen, como el presidente de San Lorenzo, Matías Lammens.

¿Qué proyecta esta serie de problemas irresueltos? Cada vez menos pan y más circo. O dicho en otras palabras: más de lo mismo. Sin público visitante y con televisación en directo, para que creamos que nos incluyen y somos parte del espectáculo desde nuestras casas, sin movernos.

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