Viernes, 18 de marzo de 2016 | Hoy
DEPORTES › OPINION
Por Facundo Martínez
No es la primera vez que Mauricio Macri pretende avanzar con las Sociedades Anónimas Deportivas (las SAD que fracasaron rotundamente en España) en el terreno de los clubes de fútbol de la Argentina, donde se ha impuesto históricamente la figura de las asociaciones civiles sin fines de lucro establecida en los estatutos de la AFA. De hecho, durante su largo periplo al frente de Boca, entre 1995 y 2007, el ahora presidente de la Nación buscó instalar sin éxito este mismo debate. Entonces, como ahora, Macri centró sus argumentos en la necesidad de los clubes de mayores ingresos en sus arcas y en la necesidad también de una mayor transparencia en el manejo del dinero. Los dirigentes del Comité Ejecutivo no compraron el discurso. La votación fue implacable. Macri la perdió 38-1. “Fue mi mayor fracaso político. Mi propuesta perdió por paliza, el único voto a favor fue el mío”, llegó a reconocer.
No fue ese su único fracaso político. Hubo otro, en septiembre del año 2000. Boca tenía prácticamente acordado el desembarco de la firma ISL Worldwide (International Sports Leasure) en el club, que le ofrecía un negocio millonario, de 12 millones de dólares anuales por el manejo del marketing y los derechos comerciales del club, que brillaba en el plano local e internacional de la mano del entrenador Carlos Bianchi y los futbolistas Juan Román Riquelme, Guillermo Barros Schelotto y Martín Palermo, entre otros. La idea que Macri y sus aliados defendían era que en la operación el club no iba a ceder el manejo del fútbol. El ex tesorero Orlando Salvestrini esgrimía que Boca no podía elevar su nivel de ingresos porque no tenía cómo generar una explotación mayor de su imagen; otro argumento era la necesidad de dinero para frenar el déficit financiero del club, si bien ya estaba metido en la timba financiera con un grupo de jugadores, venía de realizar muy malos negocios con el denominado “Drean Team” de Carlos Bilardo, para el que se habían mal gastado cerca de 20 millones de dólares.
El negocio entre Boca e ISL se había cocinado en la mesa chica xeneize. Se hablaba también de una licitación secreta, que la firma suiza fundada en 1978 por el alemán Horst Dassler, hijo del fundador de la firma Adidas, habría ganado por haber ofrecido más millones que su única competidora, AIG-Octagon. Pero más allá del instinto privatista de Macri, la decisión comprometía el futuro de Boca por un mínimo de 10 años y debía ser aprobada por la Asamblea de Representantes del club.
El 26 de septiembre del 2000, este cronista publicó en este mismo medio los términos leoninos del acuerdo entre Boca e ISL, tras acceder a una copia del Anteproyecto que tenía “carácter confidencial” por pedido de la firma que entonces gerenciaba los derechos de imagen de la FIFA. Al día siguiente, Página/12 publicó la opinión de Macri en la que afirmaba: “el fútbol se ha transformado en un gran negocio y es cada vez más difícil seguir manteniéndose dentro de una estructura sin fines de lucro”. En contraposición, el ex vicepresidente del club, Carlos Heller –actual diputado nacional por el Partido Solidario–, afirmaba también en este diario: “Entregar el manejo a terceros de cosas que deberían ser administradas por quienes han sido elegidos para esas funciones por los socios del club representa una claudicación”.
En la Asamblea de Representantes aunque se impuso el oficialismo, no se aprobó el acuerdo. Las negociaciones se cerraron con un poder para que la Comisión Directiva mejore las condiciones del trato, que luego volverían a votarse en asamblea extraordinaria. Finalmente, el negocio se cayó solito. Fracasado este intento, y antes de terminar declarándose en bancarrota, ISL buscó hacer pie en San Lorenzo, a donde llegó de la mano de Fernando Miele. Los socios le dieron la espalda a la propuesta y el viento privatizador, que llegó a hacer estragos en clubes como Ferro, fue perdiendo fuerza, al menos hasta ayer, cuando con el apoyo incondicional de su ladero Daniel Angelici, Macri lanzó un nuevo soplido en esa dirección.
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