DEPORTES › OPINIóN
› Por Gustavo Veiga
El fútbol argentino parece ambientado en el Egipto de los faraones. A una plaga le sigue otra, como si sufriera la maldición bíblica. En los últimos días comenzó a asomar una práctica bien fascista: desnudar a los hinchas rivales sorprendidos en la tribuna propia. Lo hizo la barra de Sportivo Italiano con uno de Laferrere y poco después la de Platense con otro de Atlanta. Las víctimas quedaron sin ropas y fueron humilladas así por el pecado de estar en el lugar incorrecto. Se sabe: rige la prohibición de público visitante en los estadios. Una disposición antipopular asimilada con ciertas protestas y que unos cuantos hinchas no respetan.
Al de Laferrere lo descubrieron por un tatuaje en el cuerpo. Lo filmaron con un celular y le cantaron a coro “Lafe sos cagón, sos cagón” mientras lo rodeaban y se mofaban de él. El pibe de unos veinte años quedó casi petrificado. En calzoncillos, de noche, con frío polar y en medio de la tribuna. Sus cazadores estaban arropados hasta el cuello, como para dar idea del contraste térmico.
Dos imágenes se vieron en la cancha de Platense. La primera cuando los agresores atacaron en la popular local al hincha infiltrado de Atlanta. Se le fueron encima como una marabunta. Lo acusaban de haber festejado la sanción de un penal para el equipo visitante. En la segunda, tomada por un celular cuando lo retiraban a empujones de la tribuna, la víctima se va por un pasillo entre insultos y desnuda. Uno de los gritos que se escuchó con cierta nitidez fue “judío hijo de puta”.
La ropa del menor que tiene 17 años fue arrojada al medio de la cancha. Dirigentes de Atlanta la rescataron después y se la llevaron a la comisaría. Desesperado, el padre del joven lo llamó al celular porque vio lo que pasaba por televisión. Uno los agresores de su hijo lo atendió como si nada. Se quedaría con el teléfono.
Este ritual que se viralizó por las redes sociales destila fascismo. Esa ideología que necesita de la violencia como condición para expresarse aunque sus ejecutores no tengan idea de qué se trata. Desnudar al otro, es un nuevo significante que alimenta la hoguera donde se quema el fútbol desde hace décadas. Ni la AFA, ni algún dirigente más o menos lúcido, se pronunciaron sobre el tema. No lo ven o no quieren verlo. Son las últimas imágenes de un naufragio en el que ya no quedan botes para evitar que a cualquiera le pase.
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