Después de 52 años de espera, finalmente Argentina volvió a obtener medallas de oro en unos Juegos Olímpicos. Uno de los encargados de este logro fue el seleccionado de fútbol, que ayer venció 1-0 a Paraguay, en el encuentro correspondiente a la final de Atenas. De esta manera, el plantel conducido por Marcelo Bielsa fue el primero –luego el básquet también llegaría a lo más alto del podio– en igualar a los remeros Tranquilo Capozzo y Eduardo Guerrero, quienes en Helsinki ’52 alcanzaron el primer puesto en su categoría. Además, esta medalla significó el primer título en los Juegos Olímpicos para este deporte y el primer logro en el ciclo encabezado por Bielsa, luego de obtener el segundo puesto en la Copa América disputada en Perú, el mes pasado.
El tanto argentino fue marcado por el goleador del certamen, Carlos Tevez, a los 18 minutos del primer tiempo. Con este resultado, las frustraciones de Amsterdam 1928, cuando perdió 2-1 la anterior final sudamericana en los Juegos ante Uruguay, y la de Atlanta 1996, cuando cayó 3-2 ante Nigeria sobre la hora, ahora sólo serán malos recuerdos. Esta conquista también es una nueva reivindicación para el fútbol, y se suma a las consagraciones de los seleccionados sub-20 dirigidos por José Pekerman.
El inicio del encuentro disputado ayer mostró al equipo paraguayo tratando de imponer condiciones con más potencia de juego y apostando a la búsqueda del solitario Fredy Bareiro, debido a la ausencia de José Cardozo por lesión. Pero Argentina no se desordenó por esta presión de su rival y empezó a tener seguridad en la defensa, para poder desplegar su juego del medio hacia delante. Y allí llegó aquel gol de Tevez, quien se anticipó a la defensa paraguaya en el primer palo, luego de un centro de Rosales.
El final del primer tiempo encontró a Argentina dominando las acciones, como un anticipo de lo que sucedería en la etapa final. En ese período el ganador dominaría el desarrollo, pero fallaría en la definición.
Argentina superó desde lo futbolístico a su adversario en el complemento, construyendo clarísimas opciones para aumentar el resultado. Ese dominio provocó la reacción de los paraguayos, quienes cometieron violentas infracciones y terminaron el partido con dos hombres menos. Esas jugadas desaprovechadas fueron protagonizadas sucesivamente por Luis González (el arquero Diego Barreto le tapó un mano a mano en la línea de gol), Tevez, D’Alessandro, Rosales y Delgado.
Con esa autoridad llegó el final. El éxito argentino fue absolutamente contundente, arrasó con todos sus rivales: ganó los seis partidos que jugó, sumó 17 goles y no le convirtieron ninguno. Con todo eso, Argentina es un gran campeón.