Este Racing de nombres austeros y funcionamiento errático se disparó antes de que sus hinchas apretaran el gatillo con su demanda de siempre. La de todo grande que se precie de tal: un título o, de lo contrario, terminar lo más alto posible. El equipo llegó rápido a la cima, es el único con estadística inmejorable (nueve de nueve puntos), pero ni siquiera así parece confiable. Boca será hoy su primera medida, y una semana después, River. Se trata de una doble chance. Para silenciar a los incrédulos o para darles la razón a quienes piensan que Ubaldo Fillol no tiene una propuesta consistente.
Si se diera por válido que los resultados cosechados hasta ahora no admiten reproches, estaría todo bien. Pero no es así. El técnico destacó su conformidad con los refuerzos que llegaron, pero también agregó que 23 jugadores abandonaron el club. Si la Academia se convierte en una burbuja o ratifica su exitoso presente, se verá muy pronto. Tan pronto como lo efímera que puede resultar la paciencia del simpatizante promedio o la vida de un técnico.
El equipo derrotó sin merecerlo a Argentinos Juniors en la primera fecha, le ganó bien a Olimpo en la segunda y terminó pidiendo la hora contra Instituto en la tercera. En los tres partidos, la versión de Racing que tomó envión en el comienzo del campeonato no dejó dudas de a qué juega: le sienta muy bien el contraataque. Parece menos cómodo con la pelota que quitándola y saliendo en quinta velocidad hacia el área de enfrente. Tiene como saludable fórmula abrir y no achicar la cancha (Pino y Mirosevic se movieron el último miércoles bien abiertos por sus andariveles), pero a su fútbol le falta volumen.
Sin un volante que administre los tiempos, que levante la cabeza y haga la correspondiente pausa, Racing, por momentos, juega como un torbellino. Y entonces, divide la pelota mucho y la controla poco. Lisandro López y Martín Cardetti son sus dos anchos bravos. Aunque por lo que se vio hasta ahora, tienen que definir, pero también procurarse que les llegue el balón. El chileno Mirosevic cubrió a medias esa carencia. Y desde la primera victoria contra Argentinos asumió esa limitación del equipo: “Hay que mejorar el juego porque no tenemos un enganche natural...”, dijo. Pero lo disimuló bastante bien contra los cordobeses, porque marcó el primer gol de cabeza y asistió a López en el segundo.
Es evidente que con el pibe Carlos Marinelli (uno más que llega de Boca y van...) o Angel Morales, la Academia podría plantear un 4-3-1-2, el dibujo táctico que Fillol prefiere. Aunque los dos se sumarán a un torneo ya empezado porque vienen de lesiones y deberán ponerse a tono con los demás. Racing, con uno de ellos entre los titulares, reforzaría su imagen de equipo rápido y con explosión adelante, pero al mismo tiempo se amigaría más con la pelota.
Del medio hacia el fondo, el técnico puede rebuscárselas con lo que tiene. Como ex arquero, sabe que un equipo se arma de atrás hacia adelante, pero empezando por quien cuida el arco. Y ahí tiene una garantía de seguridad como Cristian Lucchetti, un número uno que es tan elástico bajo los tres palos como tranquilizador cuando sale a cortar centros.
Sería temerario plantear que Racing puede ser candidato cuando apenas van tres fechas de un campeonato en el que se jugarán diecinueve. Esa chapa, en todo caso, estará a su disposición después de los dos clásicos sucesivos que se le vienen encima. Y para pasar estas dos pruebas, no se conoce hasta ahora un recurso más lógico que ser superior al rival. A no ser que jugar bien cuente menos que una suficiente dosis de fortuna o un contraataque de ocasión.