DEPORTES › ENTREVISTA EXCLUSIVA CON CLAUDIO MORRESI, SECRETARIO DE DEPORTES DE LA NACION
El ex futbolista de Huracán y River realizó ante Página/12 un balance de su gestión: su aprendizaje luego de tres años dentro de la estructura del Ejecutivo, la relación con las federaciones, el medallero de Río de Janeiro, los Juegos Olímpicos de Beijing, la visita de Ginóbili al Cenard y la escasa participación del sector privado en el camino de las jóvenes promesas.
› Por Facundo Martínez
Aunque el saldo de la Argentina en el medallero de los últimos Juegos Panamericanos de Río de Janeiro estuvo por debajo de las expectativas oficiales, el actual secretario de Deportes de la Nación, el ex futbolista Claudio Morresi, prefiere no hablar de “fracaso” y elige destacar el hecho de haber conseguido “frenar la caída” que el deporte argentino había experimentado durante los últimos años de crisis. En este diálogo con Página/12, luego de tres años al frente del organismo del deporte, el ex jugador de Huracán y River realiza un balance sobre su gestión, que asumió “con la convicción de acompañar la reconstrucción del país a través del deporte”.
–¿Cómo ve hoy aquel momento en el que aceptó hacerse cargo de la secretaría?
–Sé que cuando decidí ingresar a la secretaría pesó en mí el compromiso militante que me acompañó toda la vida, desde que a los 11 años acompañaba a mi hermano a pintar paredes y que siguió después con distintas actividades. Sentí que éste era el momento para ayudar. Quería ser partícipe de este proyecto y aportar desde mi experiencia. Sabía que el estado del deporte en la Argentina era por lo menos igual que la situación que se veía en el resto del país: abandono, desidia, infraestructura obsoleta y destruida. Y comenzamos a trabajar con la intención de recomponer esos tejidos, con la convicción de que era posible y necesario acompañar la reconstrucción de este país a través del deporte.
–¿En qué medida siente que pudo cumplir sus objetivos?
–Queríamos que los chicos de los sectores más castigados pudieran tener el derecho de acceder al deporte, y se crearon diferentes programas para llegar a estos sectores. Hemos capacitados a más de 300 jóvenes para ponerlos al frente de escuelas de iniciación deportiva, que trabajan con profesores de educación física, que además de capacitarlos los acompañan. Ha sido una experencia muy positiva, que ha llegado a muchos chicos y que, incluso, fue elegida por Naciones Unidas para implementarla en Haití.
–¿Se puede decir entonces que el Cenard de hoy no es el mismo que el de hace tres años, del que usted dijo que “daba vergüenza”?
–Cuando llegamos había una realidad: en cada área de este lugar había algo para hacer. La pileta hacía dos años que no se usaba, y hoy se entrena la selección; hoy hay dos pistas de atletismo; el gimnasio, que estaba muy mal, fue elegido por la NBA para realizar las clínicas que brindó Emanuel Ginóbili; hay unas cien plazas más para alojar deportistas; y, a su vez, se trabajó mucho en el interior del país.
–¿En obras de infraestructura?
–Sí, porque además de los tantos programas de lo que llamamos deporte social que llevamos adelante con las secretarías de Deporte de las distintas provincias, hemos construido, junto al Ministerio de Trabajo, más de 600 playones deportivos en todo el país y también, a través del Ministerio de Obras Públicas y Planificación, hemos realizado una inversión importante, cercana a los 90 millones de pesos, en materia de infraestructura deportiva. Techamos, por ejemplo, la pileta del centro de alto rendimiento de Cachi. Digamos que comenzamos a darles respuestas concretas a los problemas del alto rendimiento.
–¿Y con respecto a las becas de los deportistas?
–Tenemos más de 600 deportistas cobrando becas que van desde los 425 pesos a los 3600 y, por lo que hablo con ellos, me consta que los deportistas están bastante satisfechos con el trabajo que estamos realizando.
–¿Sintió como un reconocimiento personal que la NBA haya elegido al Cenard para realizar sus clínicas?
–No como un reconocimiento personal, pero sí como un reconocimiento para toda la gente que trabaja en esta secretaría y que realiza grandes esfuerzos por mejorar y sacar esto adelante. Tendría que ver usted las fotos que sacamos del estado en que se encontraba el Cenard cuando asumimos, para entender en qué medida nos sentimos orgullosos de la presencia de Ginóbili y la NBA en estas instalaciones.
–¿Mejoró o empeoró la relación con las federaciones en los últimos años?
–Cuando asumimos había unas rendiciones pendientes por parte de las federaciones, cerca de 8 millones de pesos, pero eso se ha ido normalizando y la mayoría de las federaciones han demostrado en qué se había ido el dinero del Estado. Ahora, ante situaciones ciertamente irregulares, hemos decidido suspender a tres federaciones: la de atletismo, la de deportes acuáticos y la de patín, que no reciben apoyo estatal al menos hasta que se aclaren esas situaciones. Esta es la forma que la Secretaría de Deportes tiene para acompañar el gran esfuerzo que hace la mayoría de las federaciones, que se veían afectadas por el mal desempeño de unas pocas.
–Es lógico que el Estado acompañe a las federaciones, pero ¿en algunos casos no sería mejor acompañar directamente al deportista?
–Por ahora no existe esa posibilidad. Digamos que no existe administrativamente. Pero hay que trabajar en eso, porque significaría un salto cualitativo.
–¿Por cree qué no se pudo avanzar con la fundación de apoyo al deporte?
–El gran sponsor del deporte argentino es el Estado, que aporta más del 70 por ciento de los ingresos de las federaciones, lo que demuestra la poca participación del sector privado. Nosotros queremos que el sector privado no sólo se acerque al deportista consagrado, sino que acompañe desde el inicio a miles de deportistas que se pueden consagrar. Vamos a seguir trabajando en este punto.
–¿Qué objetivos de los iniciales no ha logrado todavía concretar?
–Hemos puesto al deporte argentino de pie y hemos logrado recuperar y mejorar la estructura para seguir creciendo, pero no pudimos implementar que la dirigencia deportiva se adapte a las formalidades de la dirigencia política que, por ejemplo, como en el caso del presidente del país, no puede superar los dos mandatos seguidos. Intentamos hacer algo en ese sentido pero vimos que la federaciones no están preparadas para aceptar ese cambio, que para nosotros sería muy positivo.
–Luego de la experiencia de Río de Janeiro, de la incapacidad que demostraron algunas federaciones como la de remo, ¿qué medidas se están tomando de cara al los Juegos Olímpicos de Beijing 2008?
–Cada federación es autónoma de la secretaría, por lo que esperamos que en cada una se den las discusiones necesarias para que no se repitan las fallas ni las desprolijidades que se vieron en estos Juegos Panamericanos. Nosotros estamos trabajando para encontrarles respuestas a las necesidades de los deportistas de esas federaciones para llegar a los Juegos Olímpicos de la mejor manera posible.
–¿Cuáles son, más allá de los próximos Juegos, los desafíos inmediatos de la secretaría?
–Nos hemos propuesto la creación y regionalización de pequeños centros de alto rendimiento. En este momento están en funcionamiento el de Buenos Aires, el de Córdoba y el Cachi, que un centro de alto rendimiento en la altura, pero creemos que es necesario seguir creciendo en este sentido.
–¿Cómo analiza la caída progresiva y significativa en el medallero argentino desde los Juegos Panamericanos de Mar del Plata ’95 a los últimos Juegos de Río de Janeiro?
–Nuestra intención primera era frenar la caída del deporte argentino y lo logramos. Argentina no bajó del séptimo puesto que había obtenido en Santo Domingo 2003. Pero, además, hay otras cuestiones que hay que tener en cuenta. Este proceso de decadencia del deporte argentino era acompañado por el crecimiento de los otros países: Colombia tiene un presupuesto anual de 60 millones de dólares, Brasil está arriba de los 200, Venezuela arriba de los 400, y si eso se compara con los 21 millones de dólares que actualmente maneja la Argentina (o los 8 millones que manejaba hasta el momento de nuestra llegada), podemos decir que en esta Secretaría no nos sentimos mal por los resultados, aunque nos hubiera gustado obtener más medallas.
–¿Entonces para usted no se trató de un “fracaso”?
–No, para nada fue un fracaso. El deporte tiene reglas implícitas que tienen que ver con el esfuerzo personal, la voluntad, el trabajo en equipo, el compañerismo. El deportista se entrenó, trabajó por superarse, cumplió las reglas y si no logró su objetivo, simplemente no se logró. Ahora, de ahí a hablar de fracaso es otra cosa. La palabra para estos casos debería ser otra, porque fracaso no, yo no la acepto.
–¿Qué tiene para decir desde la Secretaría de Deportes, siendo que usted es una persona del ambiente del fútbol, con respecto a la violencia?
–Justamente es un tema que, como le corresponde a otra área del Gobierno, para mí no es ético opinar. Pero le puedo decir que nosotros, como sociedad, debemos encontrarle una respuesta a este tema. Porque no puede ser que después de haber pasados las que pasamos, de haber tenido una guerra como Malvinas y una dictadura como la que sufrimos, no podamos encontrarle la vuelta a este tema. Para ello se necesita del compromiso de toda la sociedad, un compromiso serio y responsable.
–¿Qué le han dejado a usted como persona estos años en la secretaría?
–El primer lugar le diría que el aprendizaje de que en el Estado hay que saber gestionar para dar respuestas. Una vez que uno se sienta en este sillón, los discursos no sirven de mucho. Hay que diagramar, planificar y ejecutar. Y no sentarse a esperar el reconocimiento. Cuando uno es jugador de fútbol y hace un gol, todo el mundo se lo reconoce, pero cuando se está en un lugar como éste, la realidad es otra. Uno sabe que con su accionar llega incluso a mucha más gente, pero no tiene la forma de ver el impacto mediático de esas acciones. A los medios, para ser sinceros, les importa más la lesión del cuatro de “Rompevasos” que el título obtenido por cualquier deportista argentino en un deporte que no sea masivo.
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