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El País
de Madrid

Por Oscar Ribot

La tecnología tiene estas cosas. Bastó que Massimo Moratti, presidente del Inter de Milán, dijera que el fichaje de Ronaldo por el Madrid se ponía difícil para que Brasil se convirtiera en un repicar de teléfonos. Primero sonó el de Martins –el representante–, después el de Paiva –su vocero ante la prensa–, tercero el de Pitta y, al final de esta gran cadena que es el entorno del crack carioca, el del gran implicado... Ronaldo recibía en su domicilio lujoso en Río de Janeiro las palabras disuasorias de “su” presidente y el crack salía a toda velocidad de su mansión en Golden Green en uno de sus múltiples vehículos. El caso es que Moratti ha vuelto a usar los medios de comunicación para decir que no dará facilidades ni al Madrid ni a Ronaldo para que acuerden. Y de sus palabras podemos extraer varias conclusiones.
Primera: “Todos los que se acercaban a mí me decían que lo vendiese, algo comprensible. Pero el Inter no puede vender si no se dan las condiciones de dinero para hacerlo. Y, de momento, la aproximación con el Madrid no ha sido económicamente satisfactoria”. Es decir que Moratti reconoce que ha hablado con Florentino Pérez (presidente de los blancos) y que venderá a Ronaldo si llega el dinero.
Segunda: “Hay un 80% de posibilidades de que Ronaldo se quede. Es más, diría que son del 100%”. Es decir que Moratti no quiere perder la cabeza en este asunto y, si se va el crack, quiere demostrar a los tifosi que hizo todo por retenerlo.
Y tercera: Alguien metió a Ronaldo en la cabeza que podía hacer lo que quisiera, pero en la vida existen responsabilidades que uno debe asumir. “No me siento traicionado por Ronaldo” dijo Moratti. El presidente echa la culpa de todo a sus agentes para no enturbiar su relación con el jugador. Y, en medio de todo, Martins: “Habrá un acuerdo en 48 horas”, dice el representante.
Todo es táctica, estrategia, especulación. Como la del Madrid, que espera que Ronaldo vuelva de Brasil –ha ido a jugar el amistoso con Paraguay– y le diga a Moratti, una vez más, que se quiere ir...