Martín Palermo sigue escribiendo capítulos de su vida de película. Tres días antes de que se cumplan ocho años de su página más emocionante –el famoso tanto a River cuando regresaba de la rotura de sus ligamentos cruzados en la Copa del 2000–, el optimista del gol vivió una nueva noche mágica. Para que de nuevo empiecen a buscarse en los apuntes históricos las conquistas de Cherro, Varallo y compañía. Para pegarle un cachetazo a los que lo quieren jubilar, incluso muchos de los que gritan sus goles. Para que Boca apunte de lleno a conseguir su séptima Copa Libertadores. “Boca no somos solamente yo, Riquelme, Battaglia; Boca es todo un equipo que demuestra por qué es el campeón de la Libertadores”, señaló el goleador. Primero recibió el pase de Riquelme en la puerta del área y definió a un palo para apenas superar el esfuerzo de Bava. Más tarde, de derecha y a contrapierna del arquero, metió el segundo pegadito al palo. Y cerró la tarde mexicana con una definición exquisita, como para contradecir a sus reconocidas limitaciones técnicas. Ya estaba todo hecho, pero igual quería más. Y por eso intentó el cuarto desde la mitad de la cancha, parecido al que le metió a Independiente. No hizo falta, el partido ante Atlas ya figuraba en un capítulo destacado de su vida de película. “Antes del partido le dije: ‘Martín, hoy vas a hacer tres goles’ –contó el entrenador Carlos Ischia tras la victoria–. Me miró con cara de ‘vos estás loco’, así que le respondí ‘y bueno, hacé dos por lo menos’. ¡Hizo los tres!”