DEPORTES • SUBNOTA
Hace exactamente un año, Boca estaba ante una situación límite en cuartos de final y su líder, Juan Román Riquelme, llegaba golpeado, con un flojo partido y un penal errado en la ida ante Libertad. En la revancha le dio el pase a Boca, con un golazo de afuera del área a Bava, el mismo que atajó ayer. Esta vez, era casi igual. Pero a diferencia de lo ocurrido ante los paraguayos, ante Atlas no necesitó sus goles. Le alcanzó manejar el partido con la cabeza y definirlo con los pies: genial asistencia en cortada para Palermo en el 1-0, pase calcado al segundo gol ante el Real Madrid para que Palacio le regalara el tanto al goleador y una pausa perfecta para amagar el toque al bahiense y esperar la llegada vacía de Chávez antes del tercer golazo de Palermo. De yapa, dejó dos “pelotazos” (Macaya Márquez dixit) para Palacio, uno que terminó en la expulsión de Bava y otro en un mano a mano que el delantero desperdició. Después de eso, se tomó el segundo tiempo de franco. Lateralizó, tocó para atrás, perdió pelotas, no colaboró en defensa... Sin el primer tiempo, se podría decir que jugó para que sus críticos se hagan un festín. “No sé si fue el mejor primer tiempo de este equipo en la Copa –aclaró el astro–. Sabíamos que teníamos que hacer nuestro juego.”
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